El fracaso de una generación en el Magreb

España, a pesar de ciertos incidentes (recordemos la Isla de Perejil), ha sido un hábil embajador europeo frente al Magreb, ya fuese por las buenas relaciones con Argelia (máximo importador de gas natural a territorio español), como con Libia (debido a las conocidas buenas relaciones entre la familia real y el desaparecido Gadafi). Una posición que le ha servido a nuestro país ser el principal puente entre la familia de la Unión Europea con nuestros vecinos del sur, siendo claves para las negociaciones. 

Todo esto ha cambiado repentinamente con el gobierno de Pedro Sánchez, con un giro de 180 grados a la política internacional de España: el reconocimiento de la vía marroquí con respecto al Sahara ha sido el detonador, no sin antes previos vaivenes, como fue el cuidado durante la etapa de Covid del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali. ¿A qué se debe este giro?

Fundamentalmente a la capacidad de soft power del gobierno estadounidense de Joe Biden, siendo un secreto a voces la pésima relación inicial con el Gobierno Sánchez. El Presidente del Gobierno, motivado a relanzar las relaciones estadounidenses y ante la amenaza de invasiones migratorias como las que hemos visto en Ceuta y Melilla no hace mucho tiempo, decide dejar abandonado a su socio leal, Argelia, para optar por la soberbia estadounidense y el chantaje marroquí. Todo mal. 

Tras eso se hace un nuevo acuerdo con Estados Unidos en el marco de la OTAN, resumen: más apoyo militar… para ellos, sin cesión en cuestiones como una reforma del Tratado del Atlántico Norte que proteja Ceuta y Melilla. Pero daba igual aquello, llevarse tres fotos con el bueno de Joe en Moncloa era suficiente para contentar al Gobierno de España, encargado, en teoría, de defender nuestros intereses geoestratégicos como Estado.

Pero bueno, hablemos de Marruecos y Argelia. En el caso de Marruecos, a pesar de haber forzado a los eurodiputados socialistas a no condenar a Marruecos en relación a la falta de libertad de expresión en el país, Pedro Sánchez y doce ministros se dirigen a Rabat para lo que prometía ser el final de las tensiones con nuestro vecino y… Mohammed VI no les recibe y les emplaza a otra ocasión. Absoluta humillación, no hay por dónde cogerlo. ¿Qué hay de Argelia? Pues al sentirse traicionados, han decidido romper el Tratado de Amistad con España, siendo este país clave en los tiempos que vivimos porque Rusia ha dejado de ser socio preferente en materia de gas en la Unión Europea, desde la Guerra de Ucrania. 

A falta de finalizar el mandato de Gobierno de Pedro Sánchez, las relaciones con el Magreb han fracasado estrepitosamente, y quien lo suceda (probablemente, Feijóo, pero el futuro no está escrito), tendrá una situación muy difícil de resolver. Como dijo el ex premier británico, Winston Churchill: “Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”.

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