Artillería pesada

Unión y fortaleza es lo que ha mostrado el Partido Popular, este fin de semana en Valencia, metiendo una marcha más al periodo preelectoral que ya se empieza a respirar en la política nacional. Núñez Feijóo sabe que las municipales y autonómicas van a ser un indicio de lo que ocurrirá en las generales y no pretende dejar nada al azar. En la capital del Turia se presentó con todos los pesos pesados de su formación escoltado por los expresidentes Aznar y Rajoy, mostrando al personal que tiene equipo para sacar a España del vagón de cola, tal y como ya hicieron sus antecesores.

El lugar elegido tampoco fue casual; la Comunidad Valenciana lleva demasiado tiempo a la deriva gobernada por un Ximo Puig que ni hace, ni deja hacer. No lleva a cabo nada porque las ideas se le han acabado, si es que las tuvo, y ni mucho menos acepta lo que le dice la oposición, no vaya a ser que le tachen de ultraderecha. Entre su jefe, que le ningunea cada vez que tiene ocasión, y sus compañeros del tripartito que le escoran cada vez más hacia la izquierda, catalanista, cómo no, el presidente valenciano se dedica a recurrir a viejos fantasmas, que en muchos casos no existían y los que pudieran haber, ya no dan para más.

Pero volviendo a lo nacional, Pedro Sánchez debe estar preocupado, al menos algo inquieto. Al igual que su vasallo valenciano, no sirve tener todo el día en la boca las mismas palabras carentes de contenido: extremistas, fascistas, machistas… Si a ello le sumamos el lenguaje inclusivo, que duele simplemente de leerlo u oírlo, están destrozando la lengua española. Incluso tratando de que desaparezca en determinadas regiones.

Bromas a un lado, o no, España necesita un cambio. Se mire por donde se mire, el motor no carbura: economía, sanidad, servicios sociales, seguridad ciudadana… Los problemas se le amontonan a un gobierno que siempre tiene alguien a quien echarle la culpa. Las arcas se agotan por un lado, aunque por otro bien que se están aprovechando de la inflación, culpa de Putin, claro está, para rellenarlas. Ahora el Euribor apretando un poco más a las clases medias, esta vez el Banco Central Europeo es el que ordena y manda. La sanidad está colapsada, cómo no, por culpa de las autonomías que son quienes tienen la competencia. La CEOE responsable de las cifras de paro. Todo es culpa de todos menos de él. Pedro Sánchez está endiosado (la entrevista a Máximo Huerta en El Hormiguero no tiene desperdicio) y nadie de su equipo se atreve a decirle las cosas a la cara y aquel que lo hace, ya sabe a dónde va.

Y cuando no son los socialistas quienes echan balones fuera, las podemitas Belarra y Montero ya se encargan de culpar a jueces arcaicos y retrógrados de que cientos de violadores y agresores sexuales anden tranquilamente por la calle o estén celebrando entre barrotes que de golpe y porrazo saldrán antes de sus celdas porque dos megadefensoras de los derechos de la mujer, progresistas, feministas y de izquierdas, han jugado a ser ministras y les ha salido bien. A ellas, claro, porque las víctimas estarán sufriendo por segunda vez la agresión, pero esta vez, procedente de quien debería de protegerlas.

Mientras tanto, Pedro Sánchez habrá visto la Intermunicipal popular del fin de semana y, a pesar de que en su fuero interno vea que vienen curvas, su Pepito Grillo particular le dirá una y otra vez que es el mejor, que no hay nadie que pueda con él, que no se tiene que preocupar de nada, porque aún le queda margen de sobra para continuar esquilmando a España, prácticamente un año en el que seguirá haciendo y deshaciendo a su antojo, dando titulares irrisorios, si no fuera por las repercusiones negativas que tiene para los ciudadanos. Aunque, para risa, la que aún tendrá Mohamed VI desde su mansión en Gabón viendo al Ministro de Exteriores Albares considerando un éxito la reunión entre Marruecos y España, con un Presidente del Gobierno que no sabía dónde meterse y que deja, eso es lo preocupante, la imagen de España en el exterior por los suelos.

El primer toque le va a venir en mayo, el golpe potente le llegará más tarde y le sacará de La Moncloa. Por mucho que intente mirar hacia otro lado, este fin de semana ha sido una muestra de que la derecha se ha rearmado sin complejos y sin nada de lo que avergonzarse con un solo objetivo: recuperar España entre todos.

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