Últimamente estoy de un nostálgico que solo me falta ponerme a componer jarchas. Repasando la prensa ibérica el otro día, recordé una de las mejores piezas de los Monty Python, titulada «The ministry of silly walkings». En este hilarante sketch, un alto funcionario gubernamental tiene por única labor subvencionar la forma de andar que sea más extravagante y estúpida.
Con el cortijo de Igualdad sucede tres cuartos de lo propio. A los españoletes de a pie solo nos queda preguntarnos ¿Cuál será la próxima de Irene Montero? En lo que atañe al epígrafe dedicado a su ministerio, el BOE se ha convertido en una piñata rellena de chistes. A lo largo de esta legislatura han anunciado seminarios sobre el cambio climático con perspectiva de género, sesudos ensayos acerca de cómo el color rosa aliena a las niñas a la hora de elegir juguetes o campañas para visibilizar los orgasmos a partir de los 65 años, generosamente retribuidas con el dinero del común. La cosa tendría su gracia, o no, si no fuera porque en torno a 1500 millones de euros de los presupuestos del Estado se han destinado en los últimos tres ejercicios a los andares de la Montero.
Por hacer una cronología, recuerdo las pretéritas declaraciones de Beatriz Gimeno, otrora directora del Instituto de la Mujer, cuando hará unos años animaba a sodomizar a los hombres con un dildo para inculcarles la debida empatía hacia la mujer y su sexo. Menos mal que no ideó un ejercicio similar para empatizar con los suicidas. Desde este instituto se ha hecho público recientemente el estudio “Educación y salud menstrual de las mujeres jóvenes en España”, en el que se arrojan las siguientes conclusiones: […] Las mujeres trans tienen un mayor conocimiento del aparato reproductor femenino. […] Las mujeres trans sufren más tabú sobre la menstruación que el resto de mujeres […] Las mujeres trans son las que tienen mayor dificultad económica en adquirir productos menstruales. […] ¿Cuánto dinero del erario público ha sido destinado a esta bufonada?
El pasado noviembre, desde esta misma entidad se remitió una misiva al director de una bodega por la que se le instaba a retirar publicidad de su negocio, la cual no era sino el dibujo (dibujo, no una foto) de las posaderas de una mujer en bikini (no en tanga), invocando en este empeño la Ley General de Publicidad, y sentenciando que […] La actividad de la bodega no justifica la cosificación femenina que emana del anuncio, presentando a la mujer como un objeto sexual. Consideramos que esta forma de utilización del cuerpo de las mujeres como reclamo favorece la perpetuación de las actitudes discriminatorias […] En las vísperas del pasado 8 de marzo, el PCE difundió una pancarta con el lema “Barriendo al patriarcado”, que contiene también un dibujo, pero este de manos de mujeres empuñando escoba y fregona. No consta ningún comunicado desde Igualdad dirigido al PCE en relación a esta “perpetuación de actitudes discriminatorias”.
Los estúpidos andares de Igualdad se vuelven grotescos, si no siniestros, cuando toma el micrófono Ángela Rodríguez Pam, quien en recientes comparecencias, además de banalizar el valor de las raíces cuadradas, rebuznaba: «Los hombres no necesitan ir al Registro Civil para ser violadores, lo son y desgraciadamente en nuestro país lo son bastante» ¿De verdad esta clase de prédicas no les parecen una suerte de supremacismo hembrista? Prueben a cambiar el vocablo “hombres” por “negros”, “judíos” o “gitanos” ¿Espantoso, verdad? Desde hace milenios todos los horrendos episodios de intolerancia y exclusión hacía un colectivo, una etnia o una raza han comenzado con un palique parecido. Ahora se intenta anatemizar a un género en su totalidad.
Asimismo, mientras ustedes andaban absortas en el quincuagésimo debate sobre si Ana Obregón es una tratante de esclavos, “el violadómetro” ya alcanzaba la cifra de 100 violadores excarcelados, muchos de ellos reincidentes, merced a esa ley parida desde su ministerio que obliga a los jueces a ponerlos en libertad. Aprovechó Pam el rebufo mediático para exhortar al gobierno en el que abreva a que la gestación subrogada sea perseguible fuera de España, al igual que delitos como el genocidio, el terrorismo o la piratería. Algo así como Obregón al paredón, y menos cárcel para un violador.
La cosa viene de largo con estos andares cruelmente necios, vía indultos de dos delincuentes, a las cuales se sube a continuación a los altares, y acto seguido, a mayor náusea, se elabora un discurso para convertir a sus exmaridos y víctimas en Mefistófeles. Lean, si les place, la entrevista que ha concedido Samuel Marcos, hijo de María Sevilla: “Nunca superaré lo que me pasó, es una herida muy profunda. Durante años mi madre me amaestró contra mi padre, como si fuera un perro al que le repites: ‘Sienta, sienta’”. La otra indultada y canonizada como madre protectora, Juana Rivas, ha tenido que bregar con la decisión de un tribunal italiano de otorgar la custodia de su hijo a su ex pareja. El relato de esta historia también asusta al miedo.
No bastaba con todo esto. En ese empeño de hacer merendar propaganda a sus acólitas, tratando de engalanar su reciente ley trans, tras la tragedia de las dos gemelas de 12 años que trataron de suicidarse en Sallent, una muerta y la otra gravemente herida, proclamaba la Montero que la fallecida se llamaba Iván. La familia en cambio sostiene que se llamaba Alana, pero ya lo dijo Pablo Iglesias: hay que politizar el dolor.
Y entre tanto la ministra plenipotenciaria de la tabarra sorora, en su cisma dentro del gobierno sanchista, se niega a templar gaitas con Yolanda, Díaz, gobernadora de Nueva Podemos, único medio de salvaguardar el escasísimo y menguante capital político que aún pueda tener. Y así como la falsa moneda, Irene de mano en mano va, y ninguno se la queda. Permanezcan atentos a su siguiente mentecatez. Ahora parece que la ha tomado con los semáforos y los algoritmos. Nadie camina más tonto en la senda de la política. Algún día, si hay suerte, nos reiremos, pero no tiene puta gracia.
Jurista y ensayista
Al menos podemos decir que no se puede caer más bajo