Había un Rey que parecía muy próximo, pero sólo lo parecía. Acostumbrados a comer desde pequeñitos la papilla mirando la tele, viendo reyes grandes valientes defendiendo su reino a capa y espada, la actuación de este, nuestro Rey, nos ha decepcionado.
No seré yo quien lo envidie porque se enfrenta a una hiena con los colmillos manchados de sangre terrorista y sin ningún escrúpulo, que no dudaría en encerrarlo y coronarse él mismo rey. De ahí la esperanza de un gesto de grandeza frente a quienes lo odian y nos desprecian, algo que indique que sí, que de casta le viene al galgo. Nos hemos quedado compuestos y sin novio, es más lo vemos cómodo entre hienas y sinceramente, da mucho que pensar.
Pero la cosa no es tan sencilla, es mucho más complicada que cuando los Reyes Católicos, donde tenían muy claro la unidad de España y los sacrificios que ello conllevaría. Ahora hay fuerzas ocultas que no vemos, los grandes bancos que, a su vez, son dueños de las grandes fortunas. Lo manejan todo, si… incluso a las monarquías europeas. Evidentemente, será porque las monarquías se dejan manejar.
Así las cosas, cabría preguntarse ¿qué margen de maniobra tiene uno u otro que no esté dirigido por esa gente sin escrúpulos? Creo que ninguno, sí… pena de ser depuesto y ya sabemos que, fuera del hogar, hace frío. No obstante, nobleza obliga a dejarse manipular de forma tan obscena, traicionando a unos ciudadanos que confían en el último muro de contención; no es ni ético ni moral, lo miremos como lo miremos.
Sin vendas en los ojos, el país corre el riesgo de desintegrarse, mientras hombres jóvenes, soldados, muchos de ellos delincuentes, nos invaden día a día, llevándose recursos que deberían ser para las personas necesitadas, las de aquí. Un gobierno criminal que ya ha traspasado tota moral y millones de españoles masoquistas sin solución. Esta actitud nos obliga a ver la realidad en su más absoluta crudeza “estamos solos”, pero de figuras grandilocuentes, porque como pueblo que ama a su nación, somos legiones, aunque nos han dividido y en muchas ocasiones, enfrentado. Esa es nuestra fuerza: la unión y les aseguro que somos suficientes para cambiar la historia.
Voluntades que tenemos latentes y muy vivas, esperando encontrar la fórmula para salir todos los días a la calle hasta que esta gentuza sea juzgada y condenada. Nos has encerrado, insultado, vilipendiado y aquí estamos, lo que evidencia que no somos tan débiles como ellos pensaban. ¿Qué el Rey deja mucho que desear? Pues allá él, tenemos una obligación: defender nuestra casa que es la casa de todos, no hay excusas. Delante de nosotros hay una línea roja, si la traspasamos, seremos piezas de un ajedrez, peones sin alma, prescindibles siempre y no podremos quejarnos. Ya saben, una nación no se pierde por quienes la invaden, sino por que quien tiene que defenderla no lo hace. El Rey ha muerto ¡Viva el Rey!
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