Los niños, los nuevos animales exóticos

Recientemente, no recuerdo muy bien dónde, he leído la cantidad de perros que tiene España. Viene a ser una cantidad importante; y ya no solo del mejor amigo del hombre, el más fiel, sino de animales de compañía en general. Asombroso. Esto me lleva a la siguiente reflexión enlazando con lo que comentaba hace no mucho con una amiga y confidente, la cual me aseguraba que había percibido cierta animadversión a la hora de plantearse tener hijos por parte de parejas jóvenes.

El problema no es que no quieran tener niños, que algunos no quieren, sino de la concepción que se tiene a la hora de tenerlos, de traer una vida a este mundo. Poco más que comprar un lamborghini o pagar un piso a tocateja. No les quito la razón porque claro está que, ni física ni socialmente se quiere formar una familia. El motivo no es otro que el sentirse completamente inseguros. 

Mi reflexión va un paso más allá y es la percepción que tenemos sobre los infantes. Estas criaturitas pequeñas que un día se convertirán en los adultos que gobiernen en la sociedad, los que tanto nos necesitan y que debemos de cuidar y proteger, no sólo en sentido físico, también de manera cultural y espiritual. No obstante, por otro lado, también existe un miedo latente en el gentío al percibir en el ambiente, a la hora de formar una familia. Parece que los niños hoy en día son lo que antaño consideramos los animales exóticos, una especie muy difícil de tener y aún más de lograr mantener. 

Por ese motivo, desde aquí quiero manifestaros que no entiendo muy bien el porqué tanto pánico a la hora de ser padres. Al fin y al cabo, eso se encuentra en nuestra naturaleza humana y considero que no hay cosa más bonita que poder aprender de los niños, también de lograr educarlos con las enseñanzas propias. Parece que, de algún modo, como sociedad nos estamos atrofiando en cuanto a los hijos y se nos olvida que en algún momento nosotros también hemos sido menores, siendo hijos de nuestros padres, quienes nos acabaron sacando adelante en épocas bien diferentes y, sin duda, mucho más complicadas que la actual que estamos viviendo.

Tan solo pretendo concienciar a la población para dejar de ver a los niños como un auténtico terror e incluso cierta fobia. Por lo menos, en nuestras relaciones interpersonales con los demás. Hay que dejar de quejarse constantemente de lo difícil que es tener hijos y también desanimar a las parejas de recién casados a que no los tengan, que la decisión es suya y libre. No a los prejuicios. 

Hablando de prejuicios, parece que hemos superado aquellos con respecto a la salud mental avanzando como sociedad. Sin embargo, en otros aspectos, vamos como los cangrejos hacia atrás. Tender la mano a la madre que acaba de dar a luz, preguntándole a esta lo que necesita, no enfadarnos con el padre que llega tarde porque su niño se ha puesto malo y le ha tocado llevarlo al médico o pasar por alto quizás ese mal día que ha podido tener por no descansar debido a que tuvo que atender a su criatura.

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