
Hoy voy a ser francamente breve porque no necesito cinco días para pensarme lo que voy a decir. Se trata de un mensaje dirigido a toda la clase política dirigente, a todos los partidos políticos.
En primer lugar, recordar el artículo 20 de la Constitución, ese que recoge la libertad de opinión y prensa. Se trata de un artículo que no sólo define el derecho en sí, sino también sus límites, claros y concisos, en su apartado 2, cuando dice: “El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”. Creo que es algo que queda bien claro sin tener que dar más explicaciones.
Sin embargo, en el aparado 3 indica que “La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las diversas lenguas de España”. Es decir, el control parlamentario de los medios de comunicación públicos, que no privados, y respetando en ellos el pluralismo social y el acceso a los mismos de los grupos sociales y políticos significativos, así como el pluralismo social. Poco habría que añadir porque poco es interpretable.
Pero es que, en el apartado 4 de este artículo de nuestra Constitución, aparece una clave sobre el control de la opinión o la libertad de prensa, cuando éste señala que “Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia”. Ya están desarrolladas las leyes que protegen el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, así como los que se encargan de la protección de la juventud y la infancia, así como el resto de derechos reconocidos en este Título. No hay nada nuevo que orquestar que no haya sido definido y desarrollado en las leyes. Cualquier cambio de las mismas podría afectar directamente a los derechos sobre los que se fundamenta este importantísimo artículo. Cuidado. Y, mejor, no hablemos del accedo a la profesión en medios públicos porque el rubor debería llegar hasta límites hasta ahora inhóspitos para el español de a pie.
En segundo lugar, considero importante esclarecer que lo que puede estar aconteciendo en nuestro país no es fruto tanto de los poderes informativos como de la crispación social y política que ha tendido a una bipolarización asfixiante en nuestra propia sociedad. Y de tener algún tipo de dudas les invitaría a leer prensa sensacionalista británica como The Sun, u otras publicaciones de otros países europeos como el Bild en Alemania que, curiosamente, es el periódico de mayor éxito y tirada aún hoy en día, o el France Soir en Francia. Respuestas a periódicos de este tipo encontramos en todo el mundo, también en América latina como es el caso del diario Crónica en Argentina. Es más, tendríamos hasta que reírnos de los bulos que tanto llaman la atención en nuestro país o que tanto dicen proliferar si los comparamos con los que sobrevuelan por el resto de países. No, nuestro problema no es la prensa, nuestro problema parte de la clase política y de la bipolarización, del tú eres facha y nazi o tú eres rojo o “feminazi”.
En tercer lugar, y más importante, a modo de conclusión. Son todos ustedes unos auténticos fariseos. Cuando hablan de periodismo hablan de incluso de periodistas, de comunicadores, de mensajeros, no sólo de medios. Y se dedican, unos y otros, a señalar, hasta insultar a profesionales de la información con total impunidad y descaro. Y a veces tienen la osadía de hacerlo, incluso, desde las propias instituciones. Pero, ¿saben qué? Cuando lo hacen hablan de la profesión con grado académico peor pagada de todo el Estado. Cuando lo hacen, hablan de la profesión en la que más horas se echan sin recibir nada a cambio; cuando lo hacen, hablan de personas que dedican su vida a llevar la información que, en la mayoría de ocasiones, ustedes mismos producen. Y, ¿saben más? Cuando hablan de ciertos medios hablan de medios y periodistas que han conseguido en nuestra historia democrática levantar y exponer casos de corrupción que ustedes, desde el minuto cero, han negado, algo que creo no deben considerar bulo al tenor del orgullo con el que siguen pavoneando sus discursos de dignidad política y social.
Ustedes se preocupan mucho del tema de untar o no untar a uno u otro medio, unos y otros, pero jamás se han preocupado de que la mayoría de periodistas no lleguemos a final de mes, porque les interesa, con ese castigo a los trabajadores de esta profesión, en forma de sueldos bajos y de carrera que genera más parados en España, mano de obra fácil y barata. Ustedes no tienen los bemoles de sacar leyes y aprobar reformas que consoliden los derechos de los periodistas, así como también la protección de su derecho de información. Cuando un periodista, muchas veces gracias a sus relatos, es insultado, vejado, e incluso agredido en estos tiempos en la calle, lo están haciendo no ya sólo contra una persona trabajadora, sino contra el principio elemental recogido en el artículo 20 de nuestra Constitución, y que representa la libertad de prensa, sobre la que periodistas y medios son la parte activa, la que informa, y la ciudadanía la parte pasiva como receptores de esa información, a la que nadie puede privar de ese derecho.
Es posible que muchos medios, algunos de forma muy destacada, les deban su supervivencia en modo de subvenciones o campañas instituciones bien pagadas con el dinero público. Pero recuerden que el conjunto de la mayoría social de los periodistas de este país, les deben poco más que la obligación constitucional de la defensa en la existencia de ese derecho que es la libertad de prensa y que ahora algunos señalan como peligrosa.
Los derechos laborales, sociales, de conciliación, económicos, de respeto y de ejercicio profesional, en estos momentos, y gracias a sus propios intereses y los de sus medios afines, están por los suelos. Ya está bien de señalar. Comiencen por expiar en mea culpa sobre sus errores y sobre esa deriva de España hacia un panorama de bipolaridad irrespirable, sigan protegiendo a los periodistas en todas sus vertientes y concluyan por aunar esfuerzos por avanzar socialmente hacia el país que la Constitución nos ha regalado durante cerca de 50 años. Gracias.
Así, pues, si en algún momento, cualquier partido, de la orientación política que sea, se ve ante la posible explosión de un Watergate a la española, no se les ocurra matar al mensajero porque, en ese caso, habrán abierto una Caja de Pandora que jamás podrían parar. No en este país.

Periodista, Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos por la Universidad de Granada, CAP por Universidad de Sevilla, Cursos de doctorado en Comunicación por la Universidad de Sevilla y Doctorando en Comunicación en la Universidad de Córdoba.
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