
Hablar libremente en un mundo que se ha vuelto opaco y arbitrario, será cada vez más considerado una hazaña épica. Los que hemos nacido en libertad -yo tenía 16 años cuando murió Franco y aquello distaba mucho de ser ya una dictadura-, ahora nos echamos las manos a la cabeza viendo como una sociedad que había crecido con el único afán de salir adelante se autodestruye a pasos agigantados… y todos cantando el ‘Imagine’.
Desde muy pequeña, comprendí la importancia de tener una casa propia. Con el paso de los años supe el esfuerzo que eso significaba y por el cual les agradecí a mis padres que me criaran sin miedo a quedarme en la calle. Por tanto, entiendo el sufrimiento de aquellos que, teniendo una familia, no tienen un techo bajo el que guarecerse. Pero de ahí a defender la ocupación de la casa de otra persona, va un abismo.
La propiedad privada es sagrada, normalmente porque alguien se la ha ganado a pulso, ya sea una persona a nivel individual o sus antepasados, motivo por el cual nadie tiene derecho a meterse dentro y mucho menos a quedarse causando destrozos y gastos, incluso denuncias a los dueños. De un tiempo a esta parte, el socialismo catastrófico que padecemos nos quiere convencer de que el derecho a una casa está por encima del derecho a la propiedad privada y, de tal forma, han retorcido la ley que algunos jueces parece que se han vuelto locos dictando sentencias que nadie comprende. Al amparo de estas ocupaciones, se han hecho necesarias empresas que por precios elevados te sacan al delincuente de tu casa y te dejan la casa vacía.
Esta distopía en la que vivimos ha sido tolerada por una sociedad indolente que mira hacia otro lado con tal de que no sea su casa la ocupada. Así las cosas, ya no nos sentimientos protegidos ni tan siquiera por la policía o por los jueces, siempre vamos el temor de llegar a tu domicilio y que pueda estar ocupada por gente sin escrúpulos que, con la excusa de que no tienen un techo, hacen negocio con el tuyo.
Espero y deseo que en España vuelva algún día la cordura y que el delincuente pague por el delito y no al revés como está ocurriendo en la actualidad. Aunque mucho me temo que, con la llegada de miles de ilegales sin ningún control, el tema de la ocupación aumentará y no nos quedará otra que defender nuestros hogares a capa y espada.

Si te defiendes encima te denuncian