Pues bien, ya estamos a la vuelta de las elecciones europeas y si algo me ha quedado meridianamente claro es que a nadie le ha quedado nada claro de las propuestas de los distintos partidos políticos en estas elecciones para Europa. Resumiendo un poco, el mensaje del PSOE se reduce a fango, voten a Begoña Gómez, voten contra la ultraderecha y qué felices seremos los dos viajando en un barquito de vapor. Las propuestas del PP tampoco tienen mucho que envidiarle, serían algo así como no enfanguen, que no somos fango, no voten a Begoña Gómez, vamos a dejar España que no la va a conocer ni la madre que la parió, y somos la derecha, los que van contra el PP no son alternativa.
VOX, por su parte, jugando su papel de malote, buscando el orgullo que para ellos supondría que el PP no superara el PSOE gracias a que sus votantes los eligieran, y atacando a todo lo que se mueve, principalmente al PP, al que parece que se van escapando gran parte de sus votos a modo la caía de la dictadura romana. Los otros partidos de izquierda, alardeando de sus propuestas nacionales o rivalizando entre sí aparentemente para ver si le hacen más daño al contrario y no les supera que por conseguir recuperar la confianza claramente perdida de gran parte de su electorado. A ver quién dice la mayor barbaridad y así, al menos hablan de ellos, aunque sea para mal. Así está el patio.
Y la sorpresa, al menos hasta ahora, de las elecciones, según las encuestas, la propuesta del tiktoktero Alvise Pérez, arremetiendo contra todo aquello que, popularmente, en gran parte de la población cada día se hace más alarmante, como son los efectos de una inmigración incontrolada, achacando la mayoría de los delitos cometidos a este hecho y poniendo el foco en el norte de Europa y sus problemas de convivencia, asustando sobre la amenaza territorial que supone Marruecos, también para la producción agraria, y arengando acerca de todos los presuntos delitos cometidos por los partidos que tienen algo de representación en algún rincón de España. Recuperación de los símbolos nacionales, y un discurso que, independientemente de lo atrayente que pueda resultar para parte del electorado, también se plantea desde el contra todos como punto de partida de una construcción de proyecto de país que pretende comenzar revolucionando Europa. Más allá de la consideración o no que hacen unos u otros de ciertas características populistas de los discursos de Alvise, y la incapacidad de éste de medirse en las acusaciones y en los mensajes que podrían rozar la xenofobia o la homofobia dependiendo de la lectura interesada que se haga de ellos, nadie puede negar que el tirón de este comunicador podría ser clave en la interpretación de los resultados del domingo en España.
Las tensiones internacionales en Europa y las políticas de apertura con la inmigración y de derechos a minorías, no entendidas por parte de la población, están provocando un enorme apoyo a discursos radicalizados. Si a esto le unimos la corrupción política y la irrupción de ciertos nacionalismos alimentados al amor del odio a las nuevas políticas y la incapacidad de Europa, por su tibieza, de ser un factor determinante en los actuales conflictos en Europa del este y en Palestina, plantea un panorama ciertamente alarmante. No olvidemos que gran parte de estos partidos tienen un gran componente anti europeísta. Curiosamente, no es el caso del Se acabó la fiesta de Alvise.
En mi análisis situacional he llegado a una terrible conclusión, y es que, posiblemente, nos estén dirigiendo más de lo que creemos desde los polos este y oeste en la línea de un debilitamiento de la fortaleza del viejo continente, algo que para mí fue más que evidente en las acciones y reacciones políticas del periodo de gobierno de Trump, que recordemos alentó el Brexit, y de Putin, aliado de éste en aquellos años en el ataque sistemático a la unidad territorial de los países de Europa. No en vano, no fueron casualidades las irrupciones e injerencias de Rusia en las elecciones catalanas y en el 1-O, en un intento de desestabilización de nuestro país que, tristemente, algunos partidos políticos se niegan a investigar y otros han sido capaces de negociar no investigarlos a cambio de su permanencia en el poder.
Lo cierto es que los españoles, y los europeos en general, una vez más, van a ser manipulados y dirigidos, la mayoría sin darse cuenta de ello, a realizar el voto en un sentido que, posiblemente, no sea el mejor para sus intereses, para los de Europa ni para los países de los que forman parte. El voto en estas elecciones no estará marcado por las propuestas constructivas, sino por alentar a la ciudadanía a votar contra el otro y, así, no se construye ninguna sociedad, ni ningún país, ni ninguna unión entre Estados. Crucemos los dedos.
Periodista, Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos por la Universidad de Granada, CAP por Universidad de Sevilla, Cursos de doctorado en Comunicación por la Universidad de Sevilla y Doctorando en Comunicación en la Universidad de Córdoba.
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