Hoy jueves arranca el camino de la Selección Femenina de fútbol en los Juegos Olímpicos de París, pero lo hace de una manera diferente a la que tienen los hombres de competir. En la modalidad masculina, los jugadores de más de 23 años están limitados, teniendo que ser la inmensa mayoría de futbolistas menores a esa edad. Sin embargo, en la femenina no tienen ese límite de edad; dicho de otro modo, pueden jugar con cualquier jugadora sin ponerle restricción alguna.
Esta situación me produce un profundo malestar. No veo a las falsas feministas ni tampoco al Gobierno que preside nuestro país lanzando protestas por semejante discriminación, ni a las jugadoras quejarse de ese privilegio. Eso sí, luego pretenden cobrar lo mismo que los hombres cuando no generan el mismo dinero que ellos.
En el mundo del fútbol, en la actualidad resulta imposible que una mujer obtenga el mismo sueldo que un hombre, ya que no venden las mismas entradas ni poseen el mismo marketing que sus compañeros masculinos, salvo alguna excepción… y los políticos, aquellos que piden exaltados la igualdad en los sueldos, si les forzamos a que nos digan 5 nombres de jugadoras de nuestra selección, lo más seguro es que ni tan siquiera alcancen a saberlos.
A muchos equipos les sale caro mantener un equipo femenino porque no genera los números que los masculinos. En las competiciones de hombres, en la inmensa mayoría de las ocasiones, el aforo que acude a verlos suele triplicar al de las mujeres, no piden los mismos requisitos a la hora de un minimo de espectadores que pueda tener un estadio, tampoco exigen unas mejoras en los campos, mientras que en categoría masculina, para poder disputar la primera división las exigencias sobre el estadio son mayores que en la competición femenina. Y eso que el precio suele ser diferente, ya que cuesta más pagar por una entrada de ellos que de ellas, aún así en los estadios más modestos de la competición femenina es raro ver un lleno, salvo contadas ocasiones. Las marcas tienden a contratar a estrellas masculinas porque les repercute mayores beneficios.
Otra diferencia la podemos encontrar en que también es más duro para los equipos masculinos poder avanzar en las diferentes divisiones que para los femeninos, ya que lógicamente tienen mayor competitividad para alcanzar la cima de la élite. En el mercado de fichajes, las mujeres no superan el millón de euros en un traspaso, mientras que en los varones tienden a superarse en demasiadas ocasiones las cifras de más de veinte millones, llegando incluso a alcanzar el centenar. Lógicamente, las primas por fichajes no pueden ser iguales; los representantes no pueden conseguir los mismos beneficios.
Las primas por rendimiento tampoco pueden ser iguales para una mujer que para un hombre, ya que el nivel no es el mismo. Ellas no poseen la misma dificultad. Los equipos femeninos no cuentan ni con el mismo físico ni con el mismo respaldo social para alcanzar esos mismos objetivos. Por eso, quiero decirles a quienes piden igualdad sin tener idea de la realidad que, antes de exigir en el deporte, sobre todo, se debe considerar que el fútbol femenino ni aporta ni genera lo mismo que el masculino.
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