La teoría de la goma elástica

Mientras paseo, veo caer las hojas de los árboles. Ya empiezan a verse los efectos del otoño. Gente paseando, niños riendo. Una banda tocando a Bach. Es un lujo escribir estas líneas en un contexto así. Y mientras disfruto del paisaje sentada en un banco, me doy cuenta de que el mundo no se para, El Retiro esta igual de vivo que siempre, excepto por una cosa: la gente pasea con mascarilla.

La crisis sanitaria nos ha afectado a todos, y somos conscientes de la gravedad, pero a pesar de ello seguimos compartiendo el mismo espacio. A pesar de los grandes problemas políticos y las grandes confrontaciones fomentada por ellos mismos, la convivencia se antepone. Somos la doble cara de una moneda. Capaces de hacer de nuestra compañía el lugar más inhóspito cuando discutimos sobre política, o el lugar más agradable del mundo, cuando somos capaces de convivir sin discutir.

Para garantizar esta convivencia, es primordial dotarnos de unas reglas, unas normas que nos guíen y respetar, así, a los demás. Sin embargo, y a pesar de que comprobamos a diario cual es el camino correcto, en los últimos años ha llegado al límite la libertad que nos ha ofrecido la democracia, sin tener en cuenta la importarnos de la convivencia, esa tan importante a la hora de estar todos en un mismo espacio.

Me viene a la cabeza el viernes pasado. “La teoría de la goma elástica”, me explica Eva, mientras cenamos las cuatro. “Así le llamo a la teoría que explica la situación actual con las “libertades”. De este modo, como una goma elástica cuando la estiras y tensionas hasta su límite y la sueltas, no vuelve a su sitio, sino que sale despedida hacia el lado inverso, nos sucede en este país.

Hemos estado durante tanto tiempo tan oprimidos por la última dictadura vivida en España, que conseguir deshacernos de ella nos está llevando al otro extremo. La libertad de expresión por encima del respeto. La libertad de acción por encima del civismo. Nos olvidamos de la convivencia a pasos agigantados, justificando nuestra actitud por la actitud del otro. Insultos entre ciudadanos por pensar diferente, insultos a políticos por pensar diferente, e insultos entre políticos por no compartir las mismas ideas.

Justificamos agresiones a carpas de partidos políticos de derechas: “es que son unos fachas”. Justificamos acoso a un político en su propia casa….y las RRSS como raíl perfecto para expandir nuestro odio. “La teoría de la goma elástica”. Aún resuena en mi mente, como algo físico e ineludible. Como un “acción-reacción” que debe producirse necesariamente. Previsibles, como el animal que tiene hambre y observa a su presa con ojos deseosos.

Mientras escribo estas palabras, trato de hacer lo posible por combatir esta frustración, esta sensación de desamparo en un mundo que cada vez genera más odio al diferente, y que cada vez justifica más su actuación sin importar la convivencia. Y trato de rectificar mis pensamientos. El mundo ya ha demostrado de lo que es capaz el ser humano cuando siente un odio hacia el diferente y no tiene límites. El mundo no se puede permitir que nos relajemos en este tipo de pensamiento. El mundo se merece un ser humano mejor.

Siempre vamos a tener que convivir con gente que piensa diferente. Por lo que es en donde tenemos que poner la tilde. En la convivencia y no en la necesidad de imponer nuestra forma de ver la sociedad. 

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