Cambiar de tercio

Había escrito otro artículo, uno que iba sobre cómo somos los españoles, como somos capaces de hacer de nuestra fiesta nacional una excusa perfecta para tirarnos los trastos a la cabeza, como somos capaces de criticar a uno de nuestros mejores deportistas de conducta intachable el día de su mayor proeza. Iba a escribir de eso, pero no, aunque son más de las nueve de la noche, venía en el metro leyendo las noticias y creo que es necesario cambiar el tercio.

Y digo cambiar el tercio en un sentido taurino y no en ese sentido aritmético en el que quiere el Gobierno cambiar la elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial. Dejar esos 3/5 de mayoría necesaria que significan consenso y transformarlos en un 1/2 más uno que no es otra cosa que tener casi a la mitad en contra.

He leído las críticas furibundas al Gobierno por parte del Partido Popular y las críticas furibundas del PSOE al principal partido de la oposición. He leído tuits de hace años en los que el presidente del Gobierno prometía defender la independencia del poder judicial y otros mensajes en los que se criticaba a los de Casado como teniendo mayoría absoluta, no habían hecho nada. Todos tienen razón en el diagnóstico y todos se equivocan con el remedio.

En esta lucha de contrarios que se ha convertido la política española en los últimos años y sobre todo en los últimos meses. En este rosario de imputados, condenados, investigados y sospechosos, el miedo a la justicia hace que los políticos dejen a un lado su recato y se muestren en su más descarnada y cínica versión.

El Partido Popular quiere seguir controlando el gobierno de los jueces y vende caro, a base de excusas baratas, el consenso de 3/5 mientras que al PSOE se le acaba la paciencia y sin pudor alguno tira por la calle del medio y se propone cambiar la ley a golpe de “decretazo”.

Todos quieren lo mismo, controlar a los jueces. Todos quieren lo mismo, que no exista una verdadera separación de poderes. A ninguno le gusta la democracia. Por eso el PP no cambió la ley cuando pudo, por eso no la cambiará el PSOE para garantizar su independencia. Y es que ese es el único camino posible, el de la verdadera independencia del poder judicial. Que no nos engañen.

La verdadera democracia no es sólo votar cada cuatro años, no es únicamente aritmética electoral. La democracia realmente funciona cuando cada poder controla al otro en un equilibrio delicado pero imprescindible. La solución a este desencuentro que parece no querer resolver nadie, no es cambiar la ley buscando proporciones más sencillas sino eliminar esas necesarias mayorías y dejar que el poder judicial se gobierne a sí mismo.

Esto lo saben todos los partidos pues todos ellos, en algún momento ante alguna elección importante, han prometido apelando a los valores democráticos, devolver al poder judicial su independencia. Ahora ya saben (si es que no lo imaginaban ya) porque cuando llegan al poder o a tener siquiera un poco de poder, se olvidan de ello.

En las próximas elecciones no seamos nosotros los que nos olvidemos de su modo de actuar. Toca cambiar de tercio.

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