No es el clima, es la ideología, ¡idiotas!

El pasado 8 de enero, la Unesco se destapó con un inesperado tuit que sorprendió a todos. No nos sorprendió por el contenido en sí, sino por la desfachatez que tiene la ONU para divulgar a los cuatro vientos el objetivo último de la oscura Agenda 2030. Esta jugada del responsable de redes sociales de la institución globalista por excelencia solo tiene dos explicaciones: o está poniendo a prueba nuestra tolerancia al comunismo de salón imperante o ya consideran tan implantada su agenda totalitaria que se dan el lujo de asomar la cabeza sin tapujos.

En el tuit, junto a una foto de la insolente -y en permanente cabreo- Greta Thunberg con la leyenda “El mundo se despierta. El cambio se acerca”, nueve palabras: “Se trata de cambiar las mentes, no el clima”. Nueve palabras que se ciernen como una gran sombra sobre lo que consideramos el centro indiscutible de la sociedad occidental que no es otra cosa que el individuo y la intrínseca libertad de la que disfruta -o debiera hacerlo- y que viene refrendada por una Constitución de la que nos hemos dotado libremente los españoles y que simboliza lo más grande que tenemos como Nación: la soberanía nacional.

Todos hemos visto como representantes políticos y altas personalidades aparecen en público con un pin circular y multicolor de la Agenda 2030 en las solapas. Dejémoslo claro: el hecho de que tantos lleven esa insignia nos permite identificar a los que están al servicio del principal enemigo de las naciones libres, el siniestro George Soros. Al fin y al cabo, él financia partidos políticos en las democracias occidentales, grupos terroristas como Antifa, nacionalismos destructores de estados-nación, ONG colaboracionistas con las mafias que trafican con seres humanos en el norte de África para la invasión migratoria que sufrimos principalmente en España, etc. Y ahí están sus siervos. Los tenemos entre nosotros. No en vano líderes como Pablo Casado, Inés Arrimadas, cómo no Pedro Sánchez y Pablo Iglesias -ministro de la Agenda 2030- se evidencian como orgullosos peones en el tablero de ajedrez dispuesto por el globalismo fratricida que hoy asola Europa y Estados Unidos.

Ese tuit de la UNESCO saca a la luz la verdad que esconde la millonaria lucha contra el calentamiento global y expone que el chiringuito climático que se han montado a costa de los impuestos de los trabajadores españoles no era sino una herramienta para que ellos decidan cómo tenemos que vivir, qué tenemos que pensar y qué podemos hacer y que no.

Desde las instituciones se declara la “Emergencia Climática” para justificar toda una batería de medidas tendentes a imponer la agenda del marxismo cultural centrada única y exclusivamente en destruir nuestro modo de vida. Si aumenta indiscriminadamente la inmigración ilegal, es por el cambio climático y, por ello, debemos soportar todas y cada una de sus consecuencias por nocivas que sean para la seguridad de los españoles y de unos inmigrantes legales que han atravesado un infinito infierno burocrático para poder vivir y trabajar en nuestro país. Si aumenta indiscriminadamente la factura de luz y agua hasta hacernos decidir si pagar facturas o llenar la nevera, es por el cambio climático y, por ello, debemos soportar el empobrecimiento de las familias españolas. Si aumenta indiscriminadamente el precio del diésel hasta hacer prohibitivo usar el coche privado de forma general, es por el cambio climático y, por ello, debemos soportar el inasumible incremento del coste para familias y empresas.

Desde el Gobierno de Zapatero, todos los ejecutivos que han gobernado y desde todos los medios de comunicación al servicio de su hoja de ruta nos han dicho que el español que madruga, que reposta para ir a trabajar todos los días o llevar a sus hijos al colegio, que enciende la calefacción en casa cuando llega el frío o el aire acondicionado cuando el calor aprieta, que está al día con sus impuestos, es el principal culpable del infierno climático al que estamos irremediablemente abocados. Y como somos culpables, hemos soportado -y seguiremos soportando hasta que alguien detenga esta ignominia- las consecuencias.

Pero no, amigo. La UNESCO ya lo ha dejado claro: no se pretende cambiar el clima. ¿Pero no era éste el objetivo? ¿No se nos han subido los impuestos para pagar sus Cumbres del Clima para que las élites se luzcan en ferias llenas de charlas, copiosas comidas y palabras huecas precisamente para lograr evitar el fin del mundo? Pues va a ser que no. El objetivo no era otro que cambiar nuestras mentes. Quieren comprobar científicamente hasta donde podemos soportar la humillación de autoflagelarnos por un problema que no existe y del que, por tanto, no somos culpables. Nos quieren callados, sumisos y obedientes. Pero ahora, gracias a esas nueve palabras, sabemos la verdad.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*