¿Echaremos de menos a Trump?

Aún es pronto para saberlo al 100%, pero viendo las últimas noticias, ojalá que Biden copie algunas cosas de su antecesor. La caravana de inmigrante se ha puesto en marcha, generando disturbios allá donde intentan detenerlos. Veremos cómo reacciona la “progresía internacional” cuando, como es lógico y normal, no se les deje entrar en EEUU. El coqueteo con “movimientos” de izquierda radical será la mayor factura que tendrá que pagar el gobierno de Biden, pero no será la única.

China sigue creciendo sin rival que le haga sombra, por primera vez no habrá equilibrio, ni bipolaridad. El dólar se hunde, aunque aún no como debería, con los datos del desempleo y la emisión de billetes con los planes de estímulos de Biden. ¿Será suficiente el abierto respaldo dado por economistas e inversores? Lo veremos pronto.

Los antiguos escándalos morales de Trump y su falta de diplomacia, su pulso constante a la economía China, sus buenos datos económicos, la censura sufrida por redes sociales… sin duda han sido unos años muy “entretenidos” para la prensa. ¿Le echaremos de menos? Al menos, la cuota de escándalos parece que estará cubierta con Hunter Biden.

Haciendo un paralelismo con el futbol: ¿alguien extraña a Mourinho? Mou nunca ganó una Champions con el Madrid, desestabilizó al mejor equipo de todos los tiempos, y eso no es poco. Sin Mou, el Barcelona F.C le había comido la moral al Madrid, que parecía un equipo de 2ª B en cada encuentro. ¿Veremos una China imparable? ¿Cuán peligroso puede ser esto?

Una China fuerte, con grandes empresas, con tantísimos habitantes, es el destino perfecto para cualquier inversor. ¿Cuál es el problema de esto? Bueno, que a pesar de lo que dicen los “genios económicos” de la izquierda española, copia de la latinoamericana, el dinero es finito. Invertir es sinónimo de crear empleo y si la inversión se traslada a China, que nadie se extrañe ver “Bazares Europeos” en las grandes ciudades primero y luego por todo China.

La subida de China conlleva, forzosamente, la debacle de occidente. Y es que así ha sido hasta ahora con el traslado de las empresas motivadas por su “económica” mano de obra. ¿Cuántas fabricas cerraron o redujeron a algo testimonial su producción en sus respectivos países para machar al gigante asiático?

Luis Garicano en su libro “El contrataque liberal” lo explicaba: “Numerosas empresas occidentales han hecho un pacto faustiano con China por el que cedían a su socio chino (cualquier inversión lo requería) sus patentes y su know how a cambio de unos enormes, pero poco duraderos, beneficios. Desde Danone a Siemens, pasando por Ford o General Motors, han entrado en alianzas con empresas chinas de las que han salido tras haber cedido su propiedad intelectual por el plato de lentejas de unos beneficios a corto plazo”.

Y ponía como ejemplo: “… el del productor francés de bebidas y yogur Danone, ilustra el destino de un enorme número de empresas (y de su propiedad intelectual) en China.5 En 1996, Danone estableció una alianza (técnicamente, una joint venture) con el grupo Hangzhou Wahaha, un fabricante chino de bebidas lácteas para niños. El objetivo para Danone era beneficiarse del creciente mercado chino, mientras que Wahaha buscaba aprender de la tecnología de Danone. La empresa conjunta fue inicialmente muy exitosa, y contribuyó con un 5-6 % de los beneficios mundiales del grupo Danone.

Sin embargo, once años después, Wahaha había adquirido ya la capacidad tecnológica suficiente como para producir todas las bebidas por su cuenta y decidió que ya no necesitaba a Danone. En 2007 se hizo púbico que había establecido una organización paralela para vender yogures y bebidas a sus clientes fuera de la empresa conjunta.

Legalmente, Danone tenía las de ganar en el enfrentamiento: poseía el 51 % de la empresa conjunta. Sin embargo, este poder no era real, ya que, como reconoció a la prensa internacional en ese momento (el Financial Times del 12 de abril de 2007), «la empresa conjunta depende de la cooperación continua del señor Zong [el dueño de Wahaha]. No solo es el presidente y gerente general de la empresa conjunta, sino que es la fuerza motriz detrás de toda la organización Wahaha. Además, en China, los empleados de las empresas privadas a menudo sienten una lealtad más fuerte hacia el jefe que la propia organización. Ganar en los tribunales o expulsar al señor Zong, por lo tanto, no solucionaría los problemas de Danone». Los trabajadores también estaban del lado de Zong, como informaba el Wall Street Journal del 12 de junio de 2007: «Informamos formalmente a Danone y a los traidores que contratan: vuestros pecados serán castigados. Solo queremos al presidente Zong. ¡Por favor, salid de Wahaha!».

Danone no ganó ninguna de sus batallas en China. En agosto de 2008 perdió su apelación final en un Tribunal Popular Chino. Tras llevar el caso a un tribunal de arbitraje en Estocolmo, Danone acordó abandonar todas las acciones legales a cambio de 300 millones de dólares, una victoria pírrica.

Hemos sido poco “listos”, China no lo pondrá tan fácil. Una forma terrible de volver a equilibrar la balanza es la guerra, aquí el legendario belicismo del Partido Demócrata puede llevarnos a la última guerra de la humanidad. Con una Europa dividida y débil económicamente. Con una Rusia como histórico aliado de China, mucho me temo que toda Europa recibirá el primer golpe.

Y es que ni siquiera en España aprendimos la lección, seguimos oponiéndonos a quien se sale de “lo políticamente” correcto, cayendo en un buenismo infantil, por el terror a ser etiquetados como neoliberales o fachas. No lo aprendimos con Zapatero, no lo aprendemos aún con Sánchez y luego nos extraña lo que nos pasa.

Siento aguar la fiesta de los detractores del “trumpismo”, pero esto es lo que veo y nada deseo más que estar equivocado. De cualquier manera: “祝你们好运

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