Negacionistas, covidianos y niños

Esta semana he cambiado el tema del artículo a última hora, la idea me la dio Twitter. Se me ocurrió tuitear una reacción y sentimiento que tuvo mi hijo en un domingo. Lloraba todo el rato, el motivo era porque no quería ir al colegio. Decía que se había convertido en una cárcel para niños y que estaba cansado de llevar todo el día la mascarilla. Madre mía la que se ha liado por un tuit expresando el punto de vista de un niño. 

Enseguida han aparecido los “negacionistas”, porque claro, ahora mismo cualquiera que cuestione una medida impuesta por el Gobierno ya se le califica de negacionista. Empatizaban con la opinión, empieza el debate. Acto seguido aparecen los “covidianos”. Algunos con el miedo metido en la mente, rebatiendo un poco sin sentido que la mascarilla es lo único que nos salvará, pero que los niños al colegio. Comienzan los insultos y descalificaciones entre unos y otros. 

Me pongo a revisar comentarios en mis tiempos ratos libres. Por un momento casi me arrepiento de haber puesto el tuit. El caso es que la confrontación estaba servida. Cada uno con sus argumentos y rechazando los argumentos contrarios.

Una vez que entras en los perfiles de cada persona, ves las coincidencias políticas de unos y de otros en la mayoría de los casos. Tengo la suerte de tener unos hijos bastante críticos. Y si, quizás como dijeron algunos sea por culpa de su madre, pero ¿por qué hay gente que ve mal que los niños cuestionen lo que sucede a su alrededor? ¿acaso los adoctrinados que callen y obedezcan sin razonar? 

Empecemos a lo que vamos: las medidas sanitarias que se han tomado en muchas ocasiones han sido más por causas políticas que sanitarias. Y ya se sabe que mezclar sanidad y política no trae nada bueno. Al principio sí a las mascarillas, luego no y ahora de nuevo otra vez sí…

Cierres perimetrales de zonas sanitarias clasistas, porque si lo haces y te apellidas Díaz Ayuso lo haces para tener contentos a los “Cayetanos”, pero si eres Ximo Puig, el motivo es por el bien de los ciudadanos, y ni un alma se queja. Lo mismo ocurre con los hospitales.

En el Zendal si no ponen una máquina de café resulta que no se trabaja. En cambio, en el hospital de campaña de Valencia, al cual han tenido que trasladar a los hospitalizados, literalmente porque se volaban los techos, pues todo es maravilloso. Y así andamos, tocando la política hasta en la sopa.

Por eso me encanta observar cuando los niños debaten. A ellos no los pueden engañar ya que no saben de colores políticos. Ya se sabe lo que dice un dicho: los niños y los borrachos nunca mienten. ¿Por qué los colegios son obligatorios a la vez que cierran hostelería, comercios, actividades extraescolares y gimnasios entre otros?

Como medida sanitaria, creo que es poco prudente y claro, los niños no son tontos y todo lo ven. Les obligan a juntarse con 25 niños, cada uno de su padre y de su madre. Todos ellos en un aula y con las ventanas abiertas para que la superficie se ventile… pero les niegan la posibilidad de con las mismas medidas de protección, disfrutar en un parque rodeados junto a otros niños para poder sociabilizarse entre todos.

Luego está el caso de la Comunidad Valenciana, donde se han prohibido las visitas o contactos incluso en la calle entre familiares o allegados, con alguna pequeña excepción. Si eres el abuelo o el tío de un niño , tienes que acudir al colegio para recogerlo, si es para cuidados no te contagias. En ese caso sí que puedes, pero para disfrutar de un rato de juego con él un domingo, bajo ningún concepto.

¿Cómo le explica un hostelero a sus hijos, que este mes no puede trabajar (y por lo tanto ingresar el sustento familiar) a causa de un virus muy peligroso, aunque sus retoños tienen que seguir acudiendo a los colegios? ¿Causará problemas psicológicos a las nuevas generaciones? Los seres humanos somos sociales por naturaleza, necesitamos esas relaciones para empatizar y madurar. Pero se les están prohibiendo. 

Con estas medidas han obligado a los docentes, a ser también sanitarios. Añadiéndoles mayores responsabilidades de las que ya de por si tenían sin tener en cuenta su opinión, y qué decir de la ministra de Educación. No está, ni se la espera, que bastante hizo con sacar una ley e irse a descansar. Todos tenemos claro que la educación y los conocimientos que adquieren los menores en la escuela son muy importantes. También deberíamos tener claro que la socialización, es igual de relevante, entonces ¿por qué no se han buscado otras fórmulas?

Hay un virus que nos ha cambiado la vida, pero también ha puesto de manifiesto una nefasta política de conciliación laboral-familiar. Y esto ha sido un hecho que se intenta esconder debajo de la mesa, pero no podrán hacerlo durante mucho tiempo más. El debate está servido.

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