Raro se nos estaba haciendo llegar a final de mes y no encontrarnos con algún conflicto de dimensiones internacionales que pudiere (o no) acechar a los mercados financieros. Para ser sinceros no ha existido un solo año en la historia de la humanidad en que no se haya producido un conflicto bélico en un lado u otro del planeta y sin embargo el mundo no ha dejado de crecer, por lo que en ese aspecto podemos estar perfectamente tranquilos. Sobre la mesa hay ahora mismo tres zonas «calientes» en las que cabe fijarse.
La primera de ellas será Rusia. A raíz de la vuelta al país del opositor Alexei Navalny y su consecuente arresto, ha existido una llamada entre Biden y Putin. Valga decir que Navalny, envenenado o no, está cumpliendo 30 días de arresto por saltarse una condena de 2014, sin embargo, no son pocos los analistas que creen que detrás de las revueltas rusas a causa de dicha captura estaría la mano de Estados Unidos.
Por el momento no parece que vaya a llegar sangre alguna al río, de hecho sí, Biden y Putin hablaron de Navalny, pero la llamada tuvo un trasfondo mucho más profundo y concretamente interesa la renovación del acuerdo de No Proliferación Nuclear firmado en 1991 y que expira en un mes, tal y como podemos recoger del comunicado oficial de la Casa Blanca.
El segundo foco de atención será Arabia Saudí. Ayer martes se produjo la interceptación de un misil lanzado sobre el cielo de Riad, presumiblemente desde Yemen o la zona de Irak. Claro, la cuestión es muy diferente en caso de que venga de una ubicación u otra. Desde Yemen ya se sabe que se producen asaltos de forma continuada, no obstante, el hecho de contemplar Irak como epicentro de origen ligaría de inmediato a Irán, pues es el principal financiador del terrorismo local. Por el momento se descarta esa situación y el fantasma del asalto a la refinería de Aramco en septiembre de 2019 queda por el momento descartado.
Por último, tendremos Taiwan. Hagamos un pequeño preámbulo, Taiwan es la «isla refugio» de lo que era China antes de la llegada del Comunismo de Mao, el gobierno legítimo de la Republica China (no confundir con la República Popular China) huyó a la antigua isla de Formosa a raíz de la guerra civil que vivió el país y desde entonces la China comunista (continental) quiere adueñarse de la China nacionalista (insular). Taiwan, cuya capital es Taipei, tiene como principal baza en la actualidad el ser el epicentro de (casi) todos los semiconductores que se fabrican en el mundo, lo cual es clave para entender por qué NO irá a mayores la escalada bélica que parece vivirse en la zona estos días. Es, junto con Corea del Sur, Singapur y Hong-Kong, uno de los llamados «Tigres Asiáticos».
Si echamos la vista atrás, Pekín amenazó con represalias a EEUU porque Trump, en una maniobra directa, decidió retirar las sanciones que pesaban sobre Taiwan. ¿Qué ocurre? Pues que el comunismo chino entiende que aquella isla les pertenece y el hecho de establecer un trato diferencial no es sino el primer paso para establecer un estatus diplomático propio que termine por consolidar una democracia autónoma. Esta razón es la que origina que ahora mismo haya un enjambre de aviones de combate violando el espacio aéreo de Taiwan.
Pero no conviene caer en el dramatismo, como hemos dicho el interés de Taiwan ya no es su valor simbólico frente a la China comunista, sino que se sustenta básicamente del monopolio de los semiconductores. Comprometer mediante una guerra el suministro de semiconductores es algo que el mundo no puede permitirse y menos en estos momentos, recordemos que VW-Audi por ejemplo está parando todas sus fábricas por falta de componentes electrónicos. Así pues, al menos de momento, lo que ocurre en aquella parte de Asia sería más ruido que sangre.
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