Voxtación crucial

La responsabilidad a la hora de tomar una decisión que puede provocar ciertas consecuencias es elemental para cualquier formación política. Habitual es ver, observar y soportar muchas veces los discursos de la izquierda tradicional prometiendo que gracias a sus políticas sociales todo el mundo va a tener trabajo, alimento, vivienda y esperanza de futuro. Lo malo sucede cuando llegan al poder y al cabo de muy poco tiempo las tasas de desempleo se disparan, el clientelismo crece, las diferencias aumentan en detrimento de la igualdad y, finalmente, sus enchufados y adeptos encuentran el buen cobijo del poder y el resto de los ciudadanos la ruina o la miseria. Nada que ver con lo prometido ni con lo esperado.

Y aun así la fuerza de ese electorado clientelar, apoyado en causas nobles, en una Historia que no reivindica sus decisiones en el poder, no duda en seguir apoyándolos porque, igual lo que termina por ser importante no es la igualdad sino su salvación, su sustento, sus privilegios y su estatus importando un bledo lo que puedan sufrir o padecer los demás. Hipocresía ésta que no es sino el elemento más generalizado en la clase política o, quizás y mejor dicho, en las ideologías en sí y así lo ha demostrado la Historia.

Que España es víctima de su propia lectura de la Historia, del fuego interesado a esa leña por parte de diversos partidos, y de su falta de cultura política alimentada por décadas de un explosivo sistema de alternancia en el poder de los mismos partidos de izquierda y derecha creo que es poco discutible. Ese maniqueísmo político fruto de la visión radicalizada de las posiciones ideológicas puede es un lastre enorme para la construcción de opciones políticas moderadas y para conseguir consensos a favor de los verdaderos intereses de los ciudadanos.

Bastaría echar un vistazo al resto de Europa y a sus gobiernos de coalición para comprender  que la visión generalizada en España de cómo se articulan los acuerdos está no sólo obsoleta, sino que es dirigida por los intereses de los mismos partidos de siempre ayudados de los extremos que ahora sobre ellos se soportan. Porque no debería pasar desapercibido que los nuevos partidos populistas no han hecho sino ahondar en los perfiles extremos y adoctrinadores de los dos grandes partidos estirando los conceptos ideológicos históricos que marcan los orígenes de ambos. Más de lo mismo, pero en todos los sentidos.

Me pregunto si existe algún partido que no persiga entre sus objetivos que todos los españoles tengan trabajo, vivienda, dinero, alimento, cubiertas todas sus necesidades, acceso a servicios públicos… quizás el problema se plantea desde la perspectiva de qué camino expone cada partido para llegar a ese objetivo y la tolerancia o no en cuestiones más del orden moralista que incluso del ético (que en muchas ocasiones u ocultan descaradamente o lo disimulan con poco éxito).

Pero dentro de esas opciones siempre los ciudadanos tienen más que claro qué esperan que voten o decida cada partido y, muy especialmente, los de nueva cuña en el Congreso, Podemos y Vox. Es por ello que el escenario que se produjo ayer no es que fuese surrealista en el momento en el que VOX decidió votar a favor de que el Gobierno de PSOE y PODEMOS tengan carta blanca para gestionar el conjunto de los fondos europeos por el Covid, es que fue la conjunción astral más inverosímil que pudiera recordarse en muchísimos años, décadas, en el Congreso de los Diputados de España.  

Y eran de esperar las excusas, que ni consiguen paliar el daño ni son las merecidas por sus votantes, que espero hayan tomado buena nota. No, falsa la excusa de que no sabían si con su voto podría salir adelante este asunto. Lo sabíamos el resto de los españoles pero no lo sabían ellos que “trabajan” allí. No, falsa la excusa de que sin aprobar este punto los fondos no llegarían. Ese no es condicionante para la llegada de los fondos. No, falsa la excusa de que todo se ralentizaría, de que era necesario y de que los que no votaron que sí no fueron responsables. No, señores de VOX, al contrario de que no se aprueben unos presupuestos, que sí negoció Cs y que votó en contra por contar ya con una mayoría suficiente para salir adelante, el dinero de Europa seguiría llegando pero sin la aprobación de presupuestos los sueldos de funcionarios y las pensiones peligraban en sus subidas, así como ayudas, subvenciones e inversiones. Eso sí que es dañino para los ciudadanos, así como no defender los intereses de aquellos que los votaron en las negociaciones que sean necesarias para poder mejorar esas cuentas.

Ustedes, los que llaman a otros partidos de su círculo ideológico más o menos cercano cobardes o toro manso, ustedes no son útiles para nadie más que para ustedes mismos y ayer ni siquiera estuvieron a la altura de eso. Aprendan de Ciudadanos, que como un partido con una evolución mental digna del siglo XXI, como hacen otros partidos en Europa, negocian con partidos de otra dirección ideológica y los ciudadanos de sus países lo aprueban y lo aplauden. Miren Alemania, un país gobernado con la liberal Unión Demócrata Cristiana de Alemania, de Merkel, con el Partido Socialdemócrata de Alemania. El país más fuerte de Europa, el que mejor resiste a los embates económicos de cualquier crisis en la Unión Europea, tiene un gobierno formado por partidos muy distantes en lo ideológico y Alemania crece.

Pero no, ustedes, lejos de aceptar el enorme error cometido en el día de ayer, en el que apoyaron dejar en las manos del Gobierno Frankenstein la gestión de todos los fondos europeos, los que dicen que son tan necesarios de una Unión Europea que ustedes rechazan, esos fondos tan imprescindibles para la reconstrucción de nuestro país, la inversión más importante en la Historia reciente… los dejan en sus manos y se justifican y se reiteran en haber tomado la mejor de las decisiones. Ustedes tienen el derecho a equivocarse, aunque en política las equivocaciones se terminen pagando en las urnas, pero de lo que no deberían de permitirse el lujo es de mentir, de seguir empecinados en su error mayúsculo y de intentar después de ello manchar la impoluta acción de partidos como Ciudadanos, que votó en contra después de intentar negociar cambios importantes en la propuesta y no conseguirlo.

Ustedes votaron a favor del Gobierno que tanto critican, lo hicieron en contra de los intereses de los ciudadanos a los que dicen representan y lo hicieron de la mano de Bildu. Y encima tienen los santos riles de defender el haberlo hecho. Ya lo decía Ramón y Cajal que “Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia”.

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