La culpa es del viento

Casi gratis. Así rezaba el titular de un prestigioso periódico hace un par días al hablar del precio de la luz. Casi gratis, señora, nos quitan el kilovatio de las manos ¡oiga!

Si uno seguía leyendo y aún se acordaba del revuelo que se montó hace unas semanas cuando media España tiritaba bajo los efectos de la pertinaz nevada, no daba crédito a lo leído. ¿Cómo es posible esto? ¿Acaso no estábamos ante una subida histórica? ¿Dónde quedan entonces los encendidos recuerdos a Rajoy, las excusas de unos y las ideas nacionalizadoras de otros?

La culpa, como no, siempre es de otro, en este caso, del viento. Pareciera que, parafraseando al expresidente Zapatero, “la luz no perteneciese a nadie, salvo al viento” ya que no fueron los fríos ni el uso desmedido de calentadores e infiernillos sino la vaguería de Eolo la que hizo que subiera tantísimo el precio de la luz hace unas semanas. También fue por eso mismo que hace unos días, cuando se despertó de su letargo el caprichoso dios, el precio medio de la electricidad se desplomó un 98,5%. Todo por culpa de todo del caprichoso Cierzo.

El periódico seguía hablando de tarifas reguladas, de impuestos en la factura de la luz y de quiénes se podrían beneficiar de estos vaivenes tan intensos. Luego, en los comentarios de los lectores, de nuevo la privatización, la indignación y por supuesto, ninguna solución.

Nadie se preguntaba cómo era posible que la tarifa de la luz dependiese de un modo tan fuerte de algo tan arbitrario como si sopla o no sopla. No recuerdo haber escuchado en estos días a nadie cuestionarse, al hilo de estos hechos, el modelo del sistema energético. Ni los pro nucleares ni los amantes de las fotovoltaicas. Nadie.

Y es precisamente esto de lo que nos deberíamos de preocupar, pues no es solamente el que pasa frío o calor el que se ve afectado por estas fluctuaciones sino el empresario, el de la fábrica que puede ver como en unas horas malas se le va al garete la ganancia del mes.

¿No sería más sensato tener un mix energético que nos evitase depender tanto de la caprichosa naturaleza? ¿No podríamos igual compensar la vaguería de Eolo con el hecho de que Helios sea menos perezoso y salga todos los días a pasear? ¿No sería más sensato abrir un debate serio, realista, basado en razonamientos científicos sobre la energía nuclear?

En un mundo en el que lo eléctrico cada vez toma más protagonismo es necesario que hagamos un esfuerzo para buscar soluciones a la generación de electricidad de manera limpia, eficaz, eficiente y a un precio razonable. Es imprescindible que abandonemos de una vez las posiciones inmovilistas e intransigentes para adoptar un modelo energético que permita una transición suave hacia ese ideal de energías limpias y baratas que todos deseamos pero que por el momento no hacen más que darnos susto tras susto.

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