El juego de la educación

No sé qué tipo de trauma deben tener algunos miembros de este gobierno de coalición para atacar tan constante y vilmente a las familias. No soy psicóloga, por lo que no pienso entrar en ese tipo de evaluaciones, pero lo que sí solicito es que a los profesionales pertinentes y a los afectados, que no lo dejen pasar, ya que como diría mi abuela, mañana puede ser tarde.

El caso es que dejando la política a un lado, esta vez escribo como madre. Madre de tres hijos maravillosos, dos niñas y un niño, por lo que lo hago en igualdad de género. A día de hoy, ser padre o madre ya es un reto bastante complicado en una sociedad cada vez más desfamiliarizada. En este país llamado España, las grandes reuniones con tíos, primos, hermanos, abuelos y sobrinos, han quedado relegadas para los anuncios.

Ya comenté en su momento en un artículo anterior, algún detalle de Ley de Educación patrocinada por la iluminada Ministra de Educación Celaá con una de sus lindezas “los hijos no son de los padres”. Esas palabras siguen aún resonando en mi cabeza, a la par que me sigue llegando toda la información relativa a la nueva Ley.

Simple y llanamente, con esta nueva normativa, el Gobierno ha decidido quitar a los padres la posibilidad de elección sobre la educación de sus hijos.  Pretenden implantar un único modelo educativo público e inclusivo, pero no han tenido en consideración ninguno de los argumentos en contra de la misma, tampoco lo que las propias familias afectadas han intentado expresarles, ellas tan solo piden que sus plegarias sean escuchadas.

Desde el Ministerio, quieren eliminar progresivamente los Centros de Educación Especial en favor de la igualdad respecto a los colegios públicos colegio público, donde hasta ahora no son capaces de cubrir las necesidades de los alumnos sin ningún tipo de carencia. Véase años atrás la cantidad de huelgas que se han realizado por la falta de instalaciones y de medios como aires acondicionados.

Parece ser que ahora todo esto ha desaparecido por arte de magia. No malpiensen ustedes que los sindicatos que convocaban este tipo de huelgas están politizados y que los llamamientos respecto a las causas dependen de según las siglas del gobernante de turno, serán puras casualidades.

Los niños a los que sus padres deciden llevar a los centros de educación especial, tienen unas necesidades muy concretas y amplias que varían en función de cada menor. Muchos necesitan una o dos personas 24 horas junto a ellos para aprender cosas básicas como: aprender a relacionarse, comer, hablar, leer.

Si estamos hablando constantemente de que debemos ser inclusivos, no haría falta decir que cada uno de esos niños y niñas es diferente. Cada uno de ellos tiene unas necesidades particulares y necesitan a los profesionales que los atienden y que, a su vez, les dan las pautas necesarias para saciar sus carencias. Incluso a los propios padres les sirven de ayuda para que sus hijos tengan una mejor calidad de vida. De eso se trata, al fin y al cabo, de que estos niños cuenten con la mejor calidad de vida posible dentro de las circunstancias que nos acontecen en la actualidad.

Para mi todos esos padres y madres (por ende, el entorno familiar en el que se apoyan) son unos héroes. Luchan día a día por conseguir lo mejor para sus hijos con esfuerzo, dedicación y una sonrisa. Todos ellos ahora se ven ninguneados porque les van a quitar la posibilidad de darles lo mejor a esos niños.

Al mismo tiempo intentan hacerles ver a los padres que se conformen con que sus hijos estarán ‘incluidos’ en una escuela “normal” con niños “normales” y que en caso de que necesiten asistancia, contarán con ella, pero dentro de un aula con otros 25 alumnos. Lógicamente y con razón, la gran mayoría lo ven inviable. Otro de los cambios más sonados es la supresión de los conciertos con las escuelas. Ahora los padres ya no podrán decidir a qué colegio quieren que vayan sus hijos. Este mismo, será impuesto por la comunidad correspondiente a criterio del llenado de las aulas públicas.

Como madre, elegí para mis hijos en su día un centro católico concertado católico y a pesar de no estar de acuerdo en algunas de las decisiones que pueda tener ese mismo centro. Tomé la decisión de llevarlos a ese mismo lugar por la posibilidad que daba a las familias a la hora de ver como los profesores se implicaban en los estudios de sus vástagos mediante las diferentes actividades que se realizaban dentro de las aulas. Esto era algo clave que no me ofrecieron en ninguno de los colegios públicos de la zona en la que resido.

Si en ese momento un funcionario me hubiese obligado a llevar a mis hijos a otro colegio hubiese puesto el grito en el cielo. Por eso, me gustaría que el resto de padres tengan la misma oportunidad que tuve yo y otras muchas familias hasta ahora. ¿Por qué ese ensañamiento con las familias? ¿Por qué el quitarnos ese derecho a decidir sobre el futuro de nuestros hijos?

Para más inri, no me gusta que pretendan colocar un funcionario a dedo en cada Ayuntamiento dentro del consejo escolar, en el interior de cada colegio concertado, me parece inconcebible. ¿No tenía este gobierno bastante con politizar el Poder Judicial y los medios de comunicación? Pues no señores, ahora le ha llegado el turno a la educación. La decisión sobre la educación es un derecho constitucional y no debería estar politizada por meros intereses de unos cuantos. La educación no es un juego.

Para finalizar dejo una reflexión un tanto desconcertante por su incoherencia: La ministra que desea enterrar en el cajón del olvido a los centros de enseñanza concertados y de educación especial, eliminando la libertad de elección de los padres. Decidió libremente llevar a sus propias hijas a un colegio concertado, católico y con segregación de sexos.

Por todos es sabido que los padres quieren lo mejor para sus hijos. Supongo que al igual que ella con las suyas. Pero dejo bajo el libre albedrío de cada uno, sobre lo que piensan de este hecho y de las acciones de la ministra.Que cada uno saque sus propias conclusiones.

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2 Comments

  1. El trauma parece que lo tenga usted con este Gobierno. Haga lo que haga, mal hecho estará. En este tema, no estamos de acuerdo. La escuela concertada es una anomalía en nuestro sistema educativo. Se creó por una falta de plazas y por unas circunstancias muy concretas, y bien sabido era por esos centros que algún día el concierto debería terminar.

    Si alguien quiere una educación religiosa, elitista o con alguna característica especial, adelante; a nadie se le niega esa elección. Pero no debería ser un derecho. Lo que no tiene es derecho a que esa educación diferenciada sea sufragada con los impuestos del resto de la ciudadanía, cuando además vivimos en un Estado supuestamente aconfesional (Art. 16. de la Constitución Española).

    En cuanto a lo último que comenta, solo habla bien de la persona implicada. Cambiar, desdecirse, hacer algo en contra de lo que tú sabes que sacaste provecho, cambiar de opinión, aprender, admitir que estuviste equivocada, etc.; le da incluso más valor a esa política y son características a valorar en los tiempos que corren.

    • Buenos días.
      Ante todo agradecer el tiempo empleado en leer el artículo.
      Me gustaría que pudiera tener empatía con aquellos padres cuyos hijos necesitan una educación especial. Realmente son los menores más vulnerables debido a que tienen unas necesidades muy concretas que no se les pueden proporcionar en la educación pública.

      En cuanto a los colegios concertados que usted indica, no se trata de religión. Hay muchos de ellos completamente laicos. Actualmente los colegios públicos, no podrían asumir la cantidad de alumnos que hasta día de hoy tienen plaza en colegios concertados y de educación especial. Y mucho menos cubrir las necesidades esenciales que tienen estos últimos.
      La gran mayoría de padres y madres, que llevan a sus hijos a todos estos centros, también pagan impuestos con los que se sufragan la educación pública, concertada y especial. Estos padres únicamente piden poder elegir a qué centro desean llevar a sus hijos.

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