El fracaso de una sociedad caritativa

Una ley se ha aprobado recientemente a toda prisa. No ha habido tiempo para debates, no ha habido tiempo para escuchar y atender a razones médicas y de especialistas, no ha habido tiempo para informar a la población… Era muy urgente hacerlo en situación de pandemia mientras la población está pendiente de lo que de ella se deriva. Y todavía son capaces de llamar a esto “muerte digna” cuando lo que realmente significa es que habrá descuidos y carencias en los cuidados paliativos, como bien está pasando en los países donde ya funciona la eutanasia.

La aprobación de esta ley criminal ha sido gracias a los votos de; PSOE, Podemos, ERC, EH Bildu, Junts, PNV, Más País, el BNG y Cs. En contra, se han situado PP y Vox. Lo más llamativo es el voto de Cs junto a independentistas y social-comunistas demostrando hasta qué punto les llega el cinismo que han intentado camuflar bajo el ejercicio de la libertad de las personas que eligen la muerte, cuando el primer derecho humano que existe es el derecho a la vida.

La cultura de la muerte está siendo extendida en España pisoteando el primer derecho que adquiere un ser humano desde el momento de su concepción hasta su muerte natural y, ¿cómo se consigue esto? Pues aprobando leyes como la de la eutanasia que parten de la base de que hay ciertas vidas que no merecen ser vividas y que carecen de valor. Estas vidas son precisamente aquellas más vulnerables y me resulta deleznable que la izquierda en su conjunto descarte a las personas precisamente por ello.

A los que afirman que la eutanasia no tiene nada que ver con los cuidados paliativos, les diré que es rotundamente falso, porque ya ocurrió en los Países Bajos que, tras su legalización, se desatendió la Medicina Paliativa. Y no hace mucho, en el Reino Unido, se les aplicó la eutanasia a dos niños sin el consentimiento de sus padres, que reclamaban poder darles a sus hijos algún tipo de tratamiento. Por tanto, la eutanasia provoca no invertir en tratamientos que son considerados como un desperdicio porque salen más caros que matar. Y esta es la primera consecuencia de devaluar la vida humana.

A los que consideran que oponerse a la eutanasia es imponer tus creencias a los demás, les diré que es lo que hacen ellos en realidad, porque es desproteger a la vida humana en su final en pro de una ideología muy materialista fundamentada por las ideas de quienes la promueven. Y que es de tener mucha jeta acusar a otros de imponer ideas beneficiosas a favor de la vida, cuando las ideas que imponen ellos son perjudiciales y aberrantes en favor siempre del culto a la muerte.

A los que defienden la eutanasia como el remedio para acabar con el sufrimiento, también les diré que es rotundamente falso, porque es ese precisamente el trabajo de los cuidados paliativos que se pretenden ahorrar. Y que es posible morir sin dolor hoy en día y sin necesidad de matar.

Jordi Sabaté Pons es enfermo de ELA. En España tenemos alrededor de 4000 enfermos con esta dolencia. En el año 2020 se dirigió a Sánchez para pedirle más ayudas a este tipo de pacientes que sufren una enfermedad larga y costosa y que han de sufragar en parte, de sus bolsillos, dando lugar a que muchos pacientes mueran antes de tiempo por falta de ayudas. Sánchez le contestó presto en un tuit que alcanzó gran seguimiento, que entendía su caso y que se hacía cargo, en pocas palabras. No solo le mintió, sino que lo único que le ofrece Sánchez a Jordi, un año después, es la eutanasia. Así pues, nos encontramos con un gobierno que le da como solución una “muerte digna” después de haberle negado ayuda para poder vivir una vida digna.  Os podéis imaginar el descontento de Jordi actualmente, encontrareis su cuenta en Twitter.

Un detalle más acerca de algunos partidos que han votado a favor de esta barbaridad es que consideran que tienes derecho a matarte, pero no a elegir la lengua de los rótulos de tu negocio. Es una falacia que describe de qué pasta está hecho todo aquel que trata la eutanasia como un ejercicio de libertad. Otro peligro del que he de hablar antes de cerrar mi artículo de esta semana es que la eutanasia normaliza la eliminación de los que ya no pueden valerse por sí mismos, genera la idea a su vez, de que nuestros mayores son prescindibles. Y no tenemos garantías, de que no pueda aplicarse algún día por equivocación y/o sin consentimiento del paciente. La eutanasia es una aberración hecha ley y no hay dudas de que debe ser derogada.

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