¡A la una en casa!

Ni cinco minutos más ni nada. Se trata de la frase que todo adolescente ha tenido que escuchar por parte de sus padres cada viernes o sábado que salían de fiesta. Y cuando había cambio de hora, la cosa rozaba lo bélico. Aunque siempre ha sido así, esas palabras que siempre iban vestidas de anticipo de bronca paternofilial tienen sus días contados. Yolanda Díaz, tras el varapalo gallego, del que no ha dicho ni mu, ha decidido reforzar la autoridad de progenitores soltando que no le parece bien que los restaurantes estén abiertos a la una de la madrugada.

En un país como España, en el que la hostelería juega un papel importante, no solo a nivel económico, sino social, las declaraciones de la ministra no han sentado nada bien, excepto a los palmeros de siempre. Aunque viendo la aclaración que hizo al día siguiente, una quizás lo entienda mejor. Según la ministra más fashion del Ejecutivo, trabajar de noche conlleva riesgos para la salud de los trabajadores. Y tiene razón, no es lo mismo cumplir un horario a las doce del mediodía que a las doce de la noche. Si no, que se lo pregunten a los policías, sanitarios, transportistas, etc. que no saben lo que es ver la luz del sol en su jornada de trabajo. Rodearse de asesores para llegar a esa conclusión. Cómo se nota que poco ha trabajado esta señora en el turno de los vampiros…

La cuestión es que, si la idea hubiese salido de la mente de algún otro miembro del Gobierno, cualquiera hubiese pensado que se trataba de una bomba de humo con el fin de desviar la atención de la trama de corrupción que rodea al Partido Socialista. Pero no, ha sido la ministra de las cosas guays, la que debía de estar aburrida y no se le ocurrió otra cosa que atacar a uno de los sectores que más dinero mueve en el país y por consiguiente, más empleo crea. En cualquier caso, no es nada nuevo, por lo que no hay que perder la perspectiva de hacia dónde lleva este gobierno a la nación. Para ser los más progresista, lo único que han hecho desde que cogieron el bastón de mando es prohibir, prohibir y prohibir. Que se trate, como en este caso, de la hostelería, es lo de menos. El fin primordial de toda la actividad gubernativa de Sánchez y sus socios es el control de la sociedad. Están escribiendo un libro a más puro estilo George Orwell en la que cada uno tiene muy claro cuál es su papel.

Pero volviendo a Yoli, hay que reconocerle su carácter de crack, preocupante, pero crack, al fin y al cabo. Cada vez que habla suben las acciones. Es un verso libre. Si Pedro Sánchez no se carga a Podemos, lo hace ella. Que la cabeza del Presidente depende de la ley de amnistía, ella dice que hay que luchar contra la corrupción (aunque luego vote a favor, que el puesto hay que mantenerlo a toda costa). El problema de la líder de Sumar no es la cantidad de cosas absurdas que pasan por su mente y salen por su boca. El problema es que es la Vicepresidenta del Gobierno tiene mucho poder. Koldo y compañía roban, los pillan y cumplen condenan (ojalá). Yolanda da legalidad a cualquiera de sus proyectos esperpénticos porque a ella, como a muchos, lo que legislan ni les va ni les viene porque viven en un mundo paralelo que el resto de los españoles: lo que trabajan de noche, de día, en los restaurantes, en la construcción… desconocen por completo.

De todas formas, si había algún padre que soñaba con que su hijo volviese a casa antes de la una, que se olvide. Ya se encargarán ciertos asesores o escoltas de presionar para que los restaurantes, casas de putas y restos de centros de ocio donde puedan llevar a cabo sus turbios negocios dispongan de un horario lo suficiente amplio para que no quede ni un euro por repartir.

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