El pescado, pescado

Son duros los momentos que se están pasando en la pesca artesanal con artes menores. Desde La Coruña hasta los puertos pesqueros del Mediterráneo se implanta una prohibición que llega desde Bruselas con la aprobación del PP, PSOE y Cs. Es una condena infalible hacia nuestra flota y su consiguiente desaparición de nuestros puertos pesqueros alicantinos, los cuales, han vivido generación tras generación transmitiendo esta forma de vida dentro de su propia cultura en la sociedad costera.

Así es el desdichado caso de Santa Pola, Guardamar del Segura, Torrevieja, Calpe, Villajoyosa y Cartagena… desde un globalismo que no observa límites, se ha llegado a esta parte de la provincia alicantina para seccionar de un tajo, todo lo que se precie a favor de la conservación del medio ambiente y de salón, sin importar, en ningún momento ni en ninguna medida, estudio científico que corrobore los dictados de la agenda 2030. Que viene a ser eso. No hay pues evidencias científicas que concluyan en que prohibir el trasmallo, las nasas y demás artes de fondo marino, sean perjudiciales para los campos de posidonia y lechos de arrecifes. Me refiero a un suelo marino que hasta ahora se ha conservado perfectamente contando ya con este método de pesca artesanal. Entonces ¿a qué interés obedece la prohibición de poder seguir faenando en estas aguas de la misma manera que se ha hecho siempre?

Las movilizaciones de los pescadores no se han hecho esperar. Están unidos y decididos a dejar constancia de su desacuerdo con el “Plan plurianual del Mediterráneo” y con el nuevo Reglamento de control pesquero votado por PSOE, PP y Cs. Se está tratando como delincuentes a aquellos que solo piden poder trabajar, seguir llevando a sus casas el sustento necesario para fundamentar la economía de su hogar. Y la economía de todos los que indirectamente viven también de la pesca artesanal. Los trabajadores del mar tendrán que reducir mucho más las cuotas de pesca de las que ya se han reducido voluntariamente, hasta alcanzar el 40% menos, cuota inviable para todos ellos porque los sitúa en un trabajo desarrollado únicamente durante un semestre al año. ¿Y de qué vivirán el resto de los seis meses del ejercicio que se quedan sin poder trabajar?

El falso ecologismo de salón es el que decide por unos trabajadores curtidos en experiencia y años de mar, decide el estado de unas aguas que no conoce y que no ve desde su cómodo sofá. Es este mismo ecologismo, el que se equivoca prohibiendo la pesca del atún rojo convertido ya en una plaga que castiga a otras especies que son las que sufren verdadero riesgo, porque donde abunda el atún, no queda nada, no queda pesca, no queda más vida. Por todo ello, es evidente y me queda claro que, lo justo es apoyar al que quiere trabajar. Al que defiende su medio de vida porque no quiere vivir ni apelar a las subvenciones que lo suman en la pobreza ni a las palmaditas de gratitud por recibir migajas. Los trabajadores del mar exigen soluciones reales para problemas reales, problemas que desde las élites globalistas no se reconocen y se esconden porque obedecen a un interés superior que nadie ha elegido tener.

Los pescadores del Cabo de Santa Pola y adyacentes están en pie de guerra. Y razones no les faltan. Siempre podrán contar con el apoyo que les brinda Vox, que tratará de aumentar las cuotas de pesca exigiéndolo en las más altas esferas incansablemente aliados a su causa. Donde otros grupos se desbancaron del reconocimiento a la labor de nuestros trabajadores del mar, Vox no tiembla ni un momento en estar ahí, donde ellos lo necesitan, donde la defensa de cualquier trabajo esencial sea extremadamente útil y justa, donde son muchas las familias que penden de un hilo para continuar creciendo y viviendo de la pesca artesanal. Nuestro trabajo es darles voz, para que sus trabajos se mantengan. Pescadores; os apoyaremos siempre.

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