La charanga del tío Honorio en el año 2023

Normalmente, solían ser los domingos por la mañana cuando el estrés de la semana daba un respiro, los cuerpos se desperezaban un poquito más tarde y después del desayuno, el vinilo empezaba a girar a treinta y tres revoluciones por minuto. Era la señal inequívoca de que el domingo ya estaba aquí. El apreciado día de descanso de la clase proletaria y jornada de diversión para los infantes de la casa. No teníamos mucho, pero tampoco necesitábamos más.

Mi padre, Don Arturo, hombre adelantado a su tiempo, nunca nos cerró la oportunidad de descubrir diferentes realidades y formas de cultura. Aun siendo niñas, lo mismo nos dejaba leer un artículo de Cambio 16 como un reportaje de investigación del Interviú o un librito del Reader’s Digest. En el caso del Interviú, no hace falta decir que desaparecían todas las páginas de contenido “para adultos” y sólo nos daba las hojas de artículos de investigación. Páginas rotas y descangayadas, pero altamente interesantes.

Un grande que nos dejó una herencia que hoy nos hace ir más allá, cuestionarnos lo que todo el mundo da por hecho y saciar esa interminable necesidad de crecimiento, auto-conocimiento y conocimiento en general.  Recuperando una de las mejores letras de la Charanga del Tío Honorio (uno de sus grupos favoritos y que también compartía con nosotras), me surgen algunas cuestiones que propongo a debate nacional:

A la pregunta de ¿Qué se “pué” hacer con esta clase política?, la respuesta es que hay que “lavala”, y “desinfetala”. Si pensamos en ¿Qué se “pué” hacer con este panorama? Seguramente, veremos que hay que “golelo” y quitar lo “feo”. Cuestionándome sobre ¿Qué se “pué” hacer con las “perras” de este pueblo? Hay que “repartilas, pá tos los cristianos”. Cuando una analiza ¿Qué se puede hacer con los piojos de la hoz y el martillo? Tiene claro que hay que “lavalos”, hay que “peinalos”, hay que “raspalos”, y hay que “domesticalos” (léase con acento rural). Y, es que, hay pocas letras tan representativas de la podredumbre de una sociedad, como las de este grupo musical español encasillado en el “Rock Rural” que a golpe de humor “Gil-liano” (de Gila), hablaban casi 50 años atrás de la misma porquería que nos ocupa hoy.

Hace 30 o 40 años, quien sí y quien no, todos tenían sus vacaciones una vez al año. En el pequeño coche familiar se arremolinaban los padres, los hijos, y la abuela con las maletas y la provisión alimenticia para todas las “quintadas” y los días de asueto.  ¡Que ahora vivimos mejor! Si, seguro, -léase con ironía-, si don Arturo viera el panorama que tenemos, debatiría encarnizadamente en una crítica tan real como constructiva sobre la situación increíble que atravesamos.

Dicen que antes se vivía peor y que “con Franco esto no pasaba”, reflexión que cobra ahora más sentido que nunca. Los sexos revueltos, el país cada vez más dividido, los delitos de sangre gobernando y los derechos y libertades coartados por doquier. La actual “fagocitación” de la manipulación de nuestras vidas por un poder corrupto a más de 3 metros sobre el cielo, nos lleva a una sorda e impotente sumisión en la que pocos nos mantenemos “despiertos”.

Hay que dar un salto y ponerse en pie. O como diría Don Arturo, el problema ya lo sabemos, ahora busquemos las soluciones. O despertamos o dormiremos en un triste y social sueño eterno. ¡Que Dios nos coja confesados!

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