De Sánchez y sus miserias

Como dijo ayer Santiago Abascal, la manifestación de nazis en Chueca permitida por la Subdelegación del Gobierno -del mismo Gobierno que prohibió a Alvise Pérez quemar una Falla en Valencia- “huele a cloaca socialista”. Y es que nadie con dos dedos de frente puede encontrar en esta operación una motivación distinta a la de seguir caldeando el ambiente político, social y mediático contra Vox en busca de su ilegalización. Y es que a la izquierda le tiemblan las piernas al ver como los trabajadores españoles, asqueados de las mentiras y traiciones del socialismo, ven en el partido de Abascal la última esperanza, la auténtica alternativa contra la corrupción que representa el Gobierno. Lo apuestan todo a volcar sobre Vox todo tipo de basura salida de las putrefactas cavidades orales de periodistas y tertulianos paniaguados financiados por el régimen “pseudo-chavista” que se ha instalado en España. Sí, la manifestación nazi del sábado apesta. Cómo apesta la falsa agresión homófoba del “bulo del culo” por la que Marlaska se afanó en proyectar su bilis contra el único partido que está haciendo frente en las instituciones, en los tribunales y en las calles a los tiranos bananeros que tenemos instalados en la Moncloa.

Y es que la manifa de supuestos neonazis coincidía en tiempo con el gran desembarco de cargos y simpatizantes que arroparon a Abascal en Mondragón en protesta contra los homenajes -también permitidos por Marlaska- al sanguinario etarra Henri Parot. El felón Sánchez no solo provocó la abominable manifestación de Chueca, sino que también pretendía tapar un acto de respaldo a las víctimas del terrorismo frente a la denigración de las mismas pactada por el PSOE y el brazo político de ETA, EH Bildu. Su miseria no conoce límites. Tan sólo es superado por el Sánchez del día siguiente. Ya se sabe que cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba, pero el tonto sigue. La única pega es que no estamos enfrente de un tonto. Es un estratega que copia las tácticas pre-guerracivilistas de la izquierda de la Segunda República -acoso a contrincantes políticos, mentira y violencia patrocinada por el Gobierno-. Y para más inri, ahora lo hace de la mano de los que las tienen manchadas de sangre de españoles inocentes. Puede que sea un loco, pero no un tonto. Su único objetivo es el poder. A toda costa. Caiga quien caiga.

El Gobierno de España está podrido. Esto es tan cierto como que el catálogo de mentiras de Pedro Sánchez carece de final a la vista. Nos enfrentamos al mayor riesgo para la supervivencia de España desde 1934. La consolidación de facto en el Ejecutivo del Poder Judicial mediante la próxima reforma del CGPJ y la designación de la infame Dolores Delgado como Fiscal General del Estado y la subvención masiva de medios de comunicación privados dejan muy tocado el sistema de libertades públicas que, para su desgracia, viene recogido en nuestra Constitución. Y si han conseguido encerrar y empobrecer a 47 millones de españoles con un instrumento jurídico ilegal para evitar el debido control parlamentario, son capaces de cualquier cosa. De hecho, no me cabe la menor duda de que antes de que termine la legislatura, se debatirá en el Congreso -eso sí, de forma inocua, únicamente con fines propagandísticos- la ilegalización de Vox a la que me refería más arriba. La izquierda tiene una hoja de ruta muy marcada y siempre pasa por la eliminación sistemática de cualquiera que represente una amenaza real ante el establishment. ¿Por qué creen que no atacan al Partido Popular de Pablo Casado?

Y mientras todo esto ocurre, nos enfrentamos a una de las mayores crisis económicas de la Historia de España. No solo porque las ayudas son infinitamente inferiores a los daños causados por las restricciones, sino que a la recuperación le ha surgido el mayor hándicap posible: el récord en los precios de la luz y la gasolina. Esto es, el elevadísimo coste de fabricación, distribución y venta de productos, así como el hundimiento de hogares en los que hoy ya se debate si pagar la luz y llenar el depósito del coche o llenar la nevera. ¿Se imaginan que pasaría si gobernara Vox hoy? Tendríamos contenedores ardiendo, reportajes especiales, entrevista a amas de casa desesperadas y a empresarios arruinados y todo secundado por manifestaciones y huelgas diarias de la mano de CCOO y UGT. Como mínimo. Pero gobierna la izquierda, querido amigo, y la homogeneidad cultural impuesta sin freno durante 40 años da ostentosamente sus frutos. Pero saben que todo ello llega a su fin. Que el relativismo cultural está es su peor momento y es gracias al partido al que todo traidor a España pide su persecución y plena desaparición.

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