Necesitamos ciudades sostenibles

Actualmente, no se puede terminar el día sin tener alguna basura, desecho o residuo en nuestra esfera personal, debido a que intrínsecamente nuestra vida está rodeada del factor utilitarista de comprar bienes y servicios para satisfacer nuestras necesidades y la mercadotecnia es la encargada de que a pesar de que ya satisfagamos nuestras necesidades básicas estemos en la compra reiterada de otros bienes que compramos no por necesidad si no por gusto, por un nuevo diseño o mejor composición.

Por ejemplo, en nuestro milenio los medios de comunicación interpersonal se han ido acotando al transmitir un mensaje a través de un aparato tecnológico como lo es el teléfono, que con el transcurso del tiempo este aparato ha ido evolucionando drásticamente. En nuestros días, el teléfono celular se ha convertido en la innovación tecnológica que no puede faltar en nuestro bolsillo y que más allá de satisfacer nuestra necesidad en la obtención de un teléfono para comunicarnos con otra persona, nuestra compra se basa en el diseño, características e innovación de nuestro teléfono y es válido en nuestros días el optar por aspirar un producto mejor que el anterior. Lo que si no es válido es que deje de lado la necesidad principal y dejarnos llevar por una necesidad artificial como lo puede ser un nuevo diseño de un teléfono celular. Con el paso del tiempo, al observar que una determinada marca de fabricación de teléfonos celulares le ha hecho una nueva edición con una mínima modificación en cuanto a su software o su hardware, dejamos a un lado el producto que tenemos en nuestras manos y optamos por comprar el más reciente sin importar las consecuencias que pudieran derivar de ello.

Desde el punto de vista de la mercadotecnia, siempre se busca aspirar a la construcción de productos cada vez mejores, ya que, desde la perspectiva económica, si un mercado atiende a la innovación y mayor calidad de sus productos, las empresas pueden competir con otros mercados y ofrecer a sus consumidores variedad en sus productos, mejores precios y mayor competitividad y rendimiento económico. Aunque la mercadotecnia en materia de aparatos eléctricos y electrónicos está en la estrategia de sacar al mercado un producto nuevo, hacerle una mínima modificación de forma, sacarla al mercando, esperar que pase cierto periodo, volverle a hacer una mínima modificación de forma pero no de fondo a su producto y así sucesivamente, sin quizá mejorar la eficiencia del producto sino solamente su presentación para volverse más atractivo y volverse el último grito de la moda ante los usuarios consumidores. Aunque existe una excepción que al momento de que el mercado cada una nueva modificación a dicho producto está dentro de nuestra voluntad el decidir si compramos la innovación del producto o reutilizamos, reusamos o reciclamos nuestro producto anterior.

Si bajo el supuesto de comprar el producto con la nueva modificación ya establecida deberíamos estar conscientes de las consecuencias de nuestras acciones, porque al momento de comprar un nuevo producto, en este caso, al ser eléctrico o electrónico, no podríamos deshacernos fácilmente de estos productos. En primer lugar, porque tardan muchos años en degradarse y se tiene el ejemplo de una computadora que se estima que esta tarda más de dos veces la esperanza humana de vida promedio en degradarse. En segundo lugar, porque los componentes de estos aparatos eléctricos o electrónicos contienen químicos que son sustancias nocivas como el plomo, cadmio, mercurio, compuestos de cromo hexavalente, policloruro de vinilo (PVC), Níquel, litio, entre otros y esto da margen al tercer lugar; A la saturación y contaminación de los vertederos de basura electrónica, ya que, lamentablemente, el gobierno mexicano no tiene una infraestructura y sistema de control para gestionar este tipo de residuos que terminan en los vertederos, en los rellenos de basura o en el acto de la incineración que por causa y efecto genera más sustancias nocivas que repercuten drásticamente en la salud ambiental. Por todos estos motivos, lo más conveniente sería como opción primera el reutilizar los productos o comercializar el producto hasta que termine su vida útil; opción segunda sería buscar bazar de trueque en donde se puede intercambiar dichos productos, como opción tercera es que actualmente existen diversas fundaciones o asociaciones que se dedican a recolectar nuestros aparatos tecnológicos que posteriormente en plantas de reciclaje de desarman y se reutilizan sus partes por separado.

Desafortunadamente, el gobierno mexicano ha empezado a actuar de manera tardía respecto a estos temas pero aún hace falta mucho que implementar, un acierto se dio a partir de la firma de convenios internacionales como lo es Estocolmo y Basilea debido a las consecuencias de las emisiones de los contaminantes tóxicos derivados de estos aparatos, a nivel local en la Ciudad de México de conformidad con la Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal regula un plan de manejo especial para estos residuos, que a través de la Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal ha implementado jornadas de acopio de residuos electrónicos y eléctricos denominados reciclatones. Aunque no sólo debería ser tarea del gobierno, sino también de las empresas y de los ciudadanos, una tarea de todos quienes conforman el Estado a través del fomentar a los otros de la protección y conservación del medio ambiente, el concientizar la responsabilidad de las decisiones al momento de terminar con la vida útil de los productos eléctricos y electrónicos.

Es verdad que nuestra solución no puede limitarse a dejar de producir y consumir lo reciclado y reutilizado para dejar de extraer nuestros recursos naturales. De ser así, los ciclos económicos se estancarían al ser estos nuestra forma de subsistir. Lo que si podemos hacer es generar una cultura de la responsabilidad e inteligencia respecto a los productos que compramos, no solo tener la visión de nuestro beneficio a corto plazo, sino observar nuestro beneficio a largo plazo el saber elegir nuestros productos de acuerdo con la calidad, precio y el cuestionarnos si realmente necesitamos adquirir el nuevo producto, que no sean de consumo efímero si no que nuestro producto sea eficiente en cuanto a la temporalidad. Y no solo nuestro beneficio sino el mantener ese instinto gregario en beneficio por nuestra única casa que es el planea tierra para generar ciudades sostenibles, como dice el historiador Howard Zinn “Si la gente pudiera ver que el cambio se produce como resultado de millones de pequeñas acciones que parecen totalmente insignificantes, entonces no dudarían en realizar esos pequeños actos”.

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