Bailando con el diablo

El Partido Popular está jugando a un juego muy peligroso. En Andalucía están muy cerca de aprobar los presupuestos autonómicos con el Partido Socialista de un Juan Espadas que dirigió una empresa pública hoy investigada por un desvío de 21 millones de euros. Y ello única y exclusivamente por ser incapaces -junto con Ciudadanos- de cumplir lo pactado en “negro sobre blanco” con Vox en el acuerdo de investidura tras las elecciones de diciembre del 18 donde, gracias a los de Santiago Abascal, se consiguió poner fin a 40 años de historia de corrupción socialista. Es preocupante que Casado, a las primeras de cambio, se eche a los brazos del PSOE después de que haya costado tanto esfuerzo y tiempo desahuciarlo del poder más absoluto del que ha gozado en Andalucía. Desconozco si es por su “giro al centro” -más bien a la socialdemocracia- que han evidenciado en los últimos meses o simplemente por su miedo atroz a quedar de nuevo eclipsado por el gran crecimiento que tiene Vox cada semana que pasa de cara a unas elecciones autonómicas y generales que, si nada lo remedia, darían la mayoría absoluta a ambos partidos.

Pero si al PP de Teodoro no le bastaba con sorprender a sus votantes andaluces, ahora también se han rendido a Pedro Sánchez en el reparto de órganos constitucionales tan importantes como el Tribunal Constitucional o el Tribunal de Cuentas. Y es que, por lo que se ve, los últimos éxitos de Vox en el Constitucional -se declararon ilegales los dos estados de alarma, el cierre del Congreso, entre otras- han acelerado mucho los tiempos de negociación y han conseguido que PP y PSOE acerquen posturas “in extremis”.

El Gobierno de Sánchez está muy tocado de cara a la opinión pública tras los citados “palos” que le ha dado el Constitucional pero ahí está Casado para facilitarle el oxígeno necesario para apaciguar los ánimos y dar una falsa imagen de concordia y sentido de estado del ya más que obsoleto bipartidismo. No sé cuan grande es el gabinete de Génova 13 pero de lo que sí estoy firmemente convencido es que viven ajenos al sentimiento del español de a pie, un español cansado de ver a políticos en traje repartiéndose el poder de forma periódica, alternándose en La Moncloa para que nada cambie. Los ciudadanos necesitamos respuestas y la misma maquinaria que nos ha traído hasta aquí es incapaz de facilitárnoslas.

Los periódicos y las televisiones nos han llenado las horas de fotografías e imágenes de Sánchez y Casado chocando el codo y haciendo ver que son los únicos garantes de la estabilidad institucional frente a “la ultraderecha de Vox que viene a eliminar a España y a los españoles”. Porque ese es su objetivo y no otro. A Pablo le da exactamente igual que Sánchez sea el máximo exponente de la radicalidad y que ostente el poder gracias a los golpistas y a los etarras. Su enemigo es Santiago, no Pedro. Pero si eliminamos todos los filtros mediáticos inútiles, lo que vemos los españoles es la enésima traición de un Partido Popular que todavía no sabe dónde está o qué hacer. Viven única y exclusivamente de las inercias que les proporciona el gobernar algunas autonomías y ayuntamientos. Carecen de un plan para España y mucho menos uno contra el “sanchismo”.

Al menos cuando no existía Vox le quedaba el consuelo de que tarde o temprano le llegaba el poder para cuatro u ocho años. Esperaba pacientemente su relevo para continuar la hoja de ruta marcada por el presidente socialista anterior. Y es que hasta hemos sufrido como Mariano Rajoy dilapidaba la última mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados que seguramente veremos los que hoy vivimos.

Pedro Sánchez sabe que Pablo Casado no representa ninguna amenaza ideológica a su hegemonía actual. Conoce las flaquezas del “correctismo político” de los populares y como éste los tiene amordazados de pies y manos. La dichosa Agenda 2030 es patrocinada por los socialistas y fielmente acatada y obedecida por su relevo natural y ésta implica mucho más que un simple programa propagandístico de Naciones Unidas. Es una hoja de ruta para derribar naciones enteras y someterlas al globalismo que nada respeta.

Con lo que no cuenta Casado es que el voto de los españoles -también de los que le han votado hasta ahora- es perfectamente libre y que no está en el activo de ningún partido político. Y creo, de verdad, que en sus pesadillas siguen retumbado las declaraciones de Iván Espinosa: “un votante del PP se parece mucho a uno de Vox, pero un político del PP se parece más a un político del PSOE”. Amén.  Lamentablemente, creo que Pablo Casado ya ha elegido socio. Y España no es su prioridad.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*