Grandes, en el cielo

Hace unos días recibimos la triste noticia de que Almudena Grandes, una de las mejores escritoras contemporáneas, (en mi opinión), había fallecido. Y de paso sea dicho; fue un golpe duro, puesto que era demasiado joven como para dejarnos. No obstante, su legado nos quedará por siempre recordándonos a esta gran mujer y su pasión por las letras.

Pienso que todo escritor comienza estos romances con las palabras porque tiene algo fundamental que decir, que transmitir. Almudena no fue menos, combinó con perfección una prosa fría, llena de críticas sociales, ideales de izquierdas y hechos históricos (otorgándoles veracidad en muchos casos por medio de un soporte realista), con la alegría, el amor y sentimientos bonitos. Tenía un estilo propio muy característico, muy conocido. Era capaz de destrozar tu corazón con tan solo un párrafo, para automáticamente dejarte un regusto agridulce muy particular; no siempre la oscuridad es sinónimo de nada. Considero que trataba darnos a entender, con una admirable naturalidad, que a veces es cuestión de actitud, no de lo que las masas ven o censuran. Quizás añadiría a la ecuación su visión escondida de cuan duramente nos criticamos los unos a los otros, hecho que nos convierte de forma automática en nuestros peores enemigos (Guerra Civil; hermanos contra hermanos), sesgándonos una y otra vez la libertad de vivir como mejor nos parezca; sin que ello conlleve en ocasionar daño a nadie obviamente.

Imponer ideales, políticas, religiones, criticar al diferente, sucumbir en la densidad de las injusticias sociales que tanto estrés causa tan solo porque estamos convencidos de que es lo correcto. ¿Por qué? Porque es como nos han enseñado. Porque no somos capaces de visualizar nuestros propios defectos, pero somos perfectísimos en ver los de los demás. Porque nos gusta el poder y una vez adquirido usarlo para someter al débil (cruento acto de cobardía debo añadir). Porque no «tenemos tiempo» de pensar por nosotros mismos, dejando esa complicada tarea a gente «más capaz»; ya que en el fondo nos regocijamos en ser corderitos mandados y dispuestos, dirigidos con rumbo fijo al matadero.

No debemos perder de vista que en el momento en el que obligas a creer que no hay otra verdad ni otro camino más correcto que el tuyo, estás arrebatando la libertad de los demás y eso me lleva a pensar que si le diéramos una oportunidad a la neutralidad, posiblemente otro gallo nos cantaría. Sin embargo, no lo hacemos. No somos muy creyentes en lo que a escuchar se refiere. Si la historia se repite: «¿A quién le importa? Siempre y cuando no me toque a mí»… Y así es como el egoísmo se ensaña con nosotros (porque le dejamos), consintiendo que la gente con poder salga de «rositas», al mismo tiempo que nos destruimos los unos a los otros.

¿Sabéis qué es lo peor? Que lo sabemos, pero lo obviamos con fuerza. Tenemos escritores y artistas brillantes que nos lo han mostrado por una pequeña ventana sin descanso. ¿Les hacemos caso? No. Y así seguimos, con nuestra impecable venda pegada en los ojos para terminar con la típica pescadilla que se muerde la cola. Ojo, que con esto no pretendo decir que yo sea perfecta, ni tampoco imponer absolutamente nada. No obstante, sí me gusta pensar que puedo cambiar y aprender de ciertas cosas; leyendo historias como las que nos han dejado estos «Grandes» literatos. Empezando por ahí y llegando al cielo. Al menos ellos, igual que una servidora, a pesar de tener su propia personalidad e ideales, reconocían sus imperfecciones y trataron de ayudar al mundo a su manera. Trataron de aportar su granito de arena a esta sociedad cada vez más fría, capitalista y banal. Trataron de eliminar el egoísmo y vencerlo en ocasiones. Además debo añadir; que quien dice literatura, dice arte en general. Pienso que toda voz tiene peso, sin importar que vaya acompañada con letras, notas musicales o con los llamativos silencios de una pintura.

Esta señora, ha dejado recuerdos muy bonitos en el corazón de varias generaciones que crecieron leyendo sus libros y nutriéndose de la realidad más pura de una manera diferente. Tocando temas tabú sin llegar a polemizar con ello, sin provocar escándalos. En una época en la que apenas había información acerca del sexo, la vida y la muerte, la historia sin tecnicismos, el amor; que se nos diera la oportunidad de poder crecer con ellos y descubrir una luz en medio de la oscuridad fue una suerte tremenda.

Por eso, Almudena, gracias por todos los momentos que nos has hecho vivir con tu pasión e imaginación. Gracias por tus destellos de luz en medio de la oscuridad. Gracias por ser tan valiente y haber compartido con nosotros esas experiencias y genialidades escondidas. Gracias por tus anáforas, tus cambios de tiempo y por contarnos que hay en la otra cara de la moneda. Gracias, Grandes, por existir.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*