Hay agresiones y “agresiones”. Lo vemos claramente en los medios de comunicación cuando nos traen noticias de violencia ocurrida en cualquier parte. Pero no nos traen la violencia que se vierte sobre cualquier persona. Hay víctimas de primera, de segunda e incluso hay víctimas invisibles a los ojos de la mayoría de los medios informativos y, gracias a ellos, invisibles para la sociedad española. Son las víctimas que no interesan al consenso progresista y a su mercadería de chiringuitos. En Vox no nos hemos cansado de afirmar desde que llegamos a las Instituciones, que la violencia no tiene género, que todas las víctimas son iguales y que por esto, merecen ser consideradas y tratadas todas por igual. De otra manera se es muy injusto con ellas y, además, no se cumple el reconocido artículo 14 de la Constitución Española.
Solemos encontrar pancartas y carteles a favor de la lucha únicamente de un tipo de violencia que se describe siempre apelando al sexo del agresor masculino criminalizándolo solo por ser hombre, colocándolo en el punto de mira constantemente y partiendo de un trato hacia ellos que los define como potenciales agresores y delincuentes, sin más. Y es este mismo trato el que condiciona a la mujer a una situación de víctima sometida por la misma razón, solo por ser mujer. La realidad que vivimos nos confirma que nada tiene que ver. Porque la maldad existe entre nosotros y se disfraza bajo el prisma que mejor le venga a mano con tal de dañar al prójimo y de llegar hasta sus últimas consecuencias. Esto va de fuertes y de débiles, no de sexos. Así que, de esta manera, hay solo dos factores que conforman el ciclo de la violencia; agresor y víctima.
Un político es elegido para gobernar y hacer el bien para todos. Al menos esta es mi visión de las cosas. Un político que se precie no puede dedicarse a condenar un solo tipo de violencia mientras se coloca de lado ante el resto de las víctimas. Un político no nos vale solo si utiliza las palabras, como pueda servir de ejemplo cualquiera del Partido Popular. Porque nos valen muchísimo mejor los hechos que son los que nos definen realmente de qué lado nos situamos. Es ahí donde Vox muestra su gran potencial humano en todos y cada uno de nuestros representantes dentro de las Instituciones, al lado de todas las víctimas por igual, sin hacer invisible a ninguna.
Como político y como persona, en mi caso, nunca podría admitir la defensa de todas las víctimas mientras sostengo un cartel que no las abarca a todas… mientras lleno mi pueblo con unas banderolas a modo de decoración con el dinero de los contribuyentes (hecho que ha realizado insólitamente el PP de Ibi, Alicante) que rezan por solo un tipo de víctimas y que excluye al resto como si no existieran, ya que lo que no se ve es porque no está. En Vox sabemos que sí que están todas las víctimas, sabemos que por igual sufrieron violencia y las defenderemos siempre pese a quien le pese.
La mal llamada “Ley Orgánica de Medidas de Protección contra la Violencia de Género” que se aprobó en 2004, vulnera principios jurídicos de primer orden como puedan ser la presunción de inocencia y la no discriminación por sexo, ya que concede privilegios de una parte de la población sobre la otra. Pero es que, además, es una ley inútil que se ha visto reformada unas cuantas veces para continuar sin ser capaz de reducir el número de víctimas para las que fue concebida. Y es que voy más allá, es una ley que permite de manera gratuita que se llenen los calabozos de estigmatizados inocentes. Es para sentarse un momento a pensar en serio en los resultados que con ella estamos obteniendo. Es para reclamar una y mil veces su derogación y/o sustitución por una legislación que de verdad vele por todas las víctimas con penas duras contra aquellos que maltratan, aquellos que asesinan, aquellos que violan… sea cual sea el sexo del agresor o de la víctima. Yo no puedo ser cómplice de tamaña deslealtad hacia aquellos que sufrieron dolor y que perdieron. ¿Serás tú capaz de defender solo a unos cuántos?
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