La globalización del cinismo

Toca hablar de virus. Lo sé. Lo sé queridos lectores. Es un tema omnipresente y me gustaría no tener que seguir alimentado la obesa propaganda de esos monstruos monotemáticos mal llamados medios de comunicación, pero resulta imposible dado el nivel de cinismo que impera en la sociedad y en las autoridades que están al timón de la misma.

El 1 de diciembre es el Día Mundial Del Sida, el Ministerio de Sanidad, junto con autoridades como su bajeza Pedro Sánchez, lleva días moviendo unos tuits que, dada la situación que estamos viviendo, son de un cinismo tan vil que resulta imposible no volver a hablar de virus.   “Nadie debería ver limitados sus derechos y oportunidades por tener VIH SIDA “, “El estigma y la discriminación hacia las personas con VIH constituyen una vulneración de derechos. Evitar esta situación está en nuestras manos”, son algunas de las perlas que podemos leer.  Naturalmente los medios subvencionados se sumarán al llamamiento al igual que los lacayos buenistas, mientras las personas no inoculadas con el maná sanitario contra el Covid seguiremos tachados de enemigos públicos, no hay que olvidar esas declaraciones de José Sacristán donde, sin pudor alguno ni lapidación mediática, decía sobre los que hemos decidido no inocularnos que «No me caben en la cabeza estos estúpidos y estos necios que asesinan y matan» o que si una persona no inoculada enferma del neo virus “No tiene derecho a meter en un ataúd a un semejante, así que pague por ser curado, por imbécil»… declaraciones que jamás, ninguno de éstos izquierdosos post franquismo  se han atrevido a decir sobres los miembros de ETA, verdaderos asesinos sin escrúpulos que se creían ( y aún se creen) con derecho a meter a semejantes en ataúdes.

Naturalmente, hoy podremos ver la hipocresía en su máximo esplendor cuando Susanna Griso se sume a las reivindicaciones del día en cuestión, cual estandarte de los derechos universales, mientras tras una pausa publicitaria vuelva a lanzarse contra los no inoculados cual hiena hambrienta. Resulta deleznable ver que, una persona que ha vivido la lacra del VIH en su propia familia, pida que se de caza a quienes albergan dudas sobre someterse a un tratamiento sanitario que no solo es la primera vez que se utiliza en humanos (la biotecnología ARNm), además está demostrando ser ineficaz, así como produciendo efectos secundarios graves tales como eventos cardiovasculares.

 ¿Se imaginan perseguir a alguien, llamarlo asesino y querer negarle asistencia sanitaria por no querer tomar antirretrovirales? No es lo mismo, dirán muchos, pues sí, porque un portador de VIH con alta carga viral y bajas defensas puede ser un caldo de cultivo para un sinfín de patologías, pero a todo el mundo le parecería un ataque a la integridad si se pidiera análisis negativos para participar en la sociedad o un certificado conforme está siendo sometido a la terapia pertinente. No se lleven las manos a la cabeza, la verdad duele, pero no mata, y yo me siento libre de vomitar la verdad tal cual por la potestad que me da el haber perdido dos hermanos hemofílicos en esa tenebrosa senda llamada VIH, que les llevó a padecer varias enfermedades y procesos infecciosos más allá del SIDA.

Cómo fiarse de laboratorios, autoridades sanitarias y gobiernos que son los que, sabiendo que sangre y hemoderivados venían infectados con Hepatitis y un virus llamado VIH, no dieron aviso ni desecharon los lotes infectados, fue un escándalo de magnitud mundial. Cómo fiarse si utilizaron durante muchos años a los portadores de cobayas, con medicamentos quizás más nefastos que el propio virus, como fue el caso del AZT fomentado por el omnipotente Fauci… sí, Anthony Fauci, el Asesor Médico Jefe del Presidente de los Estados Unidos y desde 1984 Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, el mismo que, junto con Bill Gates y otros, está moviendo los hilos de lo que estamos viviendo. Fauci, casi 40 años ocupando el mismo puesto, casi 40 años decidiendo sobre vida y muerte.

Para quien no lo sepa, el AZT fue un medicamento contra el cáncer descartado debido a su alta toxicidad, puesto de nuevo en circulación para los pacientes con SIDA. El medicamento no pasó por los procesos habituales de investigación y ensayo, consiguiendo autorización a la misma velocidad que hoy día las llamadas vacunas contra el Covid. Muchos médicos pusieron en duda dicha terapia y, una vez más, fue Anthony Fauci quién forzó la prescripción del AZT que más tarde pasaría a llamarse Retrovir.

Pues bien, mis hermanos fueron dos de las tantas víctimas de las que hoy, 1 de diciembre no se habla, las víctimas no del SIDA si no de los estamentos públicos y privados que infectaron con conocimiento de causa a millones de personas. Esos mismos que hoy nos señalan a los no vacunados como si fuéramos asesinos en serie, esos mismos que, como admite Mr. Freelips Carballo en una entrevista, fueron los causantes de parte de la mortalidad por mala práxis médica en los hospitales al aplicar protocolos inapropiados. Esos mismos que sin pudor alguno, como Mikel Sánchez (director Planificación Dpto. Salud Gobierno Vasco), declaran que basta que un fallecido de positivo por Covid para ser contabilizado entre los “muertos por Covid”, independientemente que la causa de la muerte sea otra sin relación con el coronavirus, como un cáncer fulminante.

Cómo se puede culpar a quien duda sobre inocularse o no con estos antecedentes, con esta y otra información en la mano. Quién en su sano juicio nos acorralaría como leprosos hace siglos, cuando llegan desde África cientos de ilegales diarios, siendo recibidos por los propios estamentos que nos persiguen, a los que no se les exige ningún tipo de requerimiento sanitario; lo que me lleva a preguntar ¿cuántos extracomunitarios de origen han visto en las colas para “vacunarse”?

La gente debe ser libre para decidir qué tratamiento meter en su cuerpo, vacunarse o no pero en total libertad de decisión, eso lo defenderé hasta las últimas consecuencias, pero siempre teniendo a su alcance toda la información disponible, pro y contra, TODA, sin enmascaramientos, sin viles juegos de palabras, sin miedo a ser señalado o perder un trabajo o la libertad con la que tantos artículos legales nos protegen y que, como vemos, se están pasando por el forro sin consecuencias.

Año tras año veo como se silencia el escándalo mundial de sangre y hemoderivados infectados con VIH y Hepatitis C, como nadie habla de las implicaciones políticas que hubieron, que nadie nombra a Baxter, Bayer, Grifols y tantos otros laboratorios, cómo no se investiga en qué quedaron las denuncias, que no se buscan los testimonios de las familias rotas. Para quien quiera saber más sobre el caso, en Francia, por ejemplo, lean el libro “De l’hemophilie en general et du crime en particulier”, de Edmond-Luc Henry, solo disponible en francés.

Sirva este artículo como grito de atención, como homenaje a mis hermanos, a todos los hemofílicos infectados, así como a otras, todas aquellas víctimas, directas e indirectas, de las que hoy no se hablará: los afectados por la codicia humana, la mayor pandemia que existe. El cinismo se ha globalizado y estas palabras no gustarán a tantos, pero mi amor por la verdad y la libertad es mayor que el miedo a ofender o a ser divergente.

¡Informado al minuto!

¡Síguenos en nuestro canal de Telegram para estar al tanto de todos nuestros contenidos!

https://t.me/MinutoCrucial

Be the first to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo no será publicada.


*