La lenta pero insistente conversión del hombre sapiens en hombre videns, ha dejado de serlo para convertirse en el total abandono del sapiens, siempre hablando en líneas generales y a vista de pájaro del panorama. Los argumentos leídos permiten razonamientos sosegados y una comprensión más veraz. Sin embargo, el videns es cómodo, le gusta mirar y que se lo cuenten, que otro se lo desmenuce a su criterio. Los riesgos de la palabra contada menguan sin duda la posibilidad de buenos análisis. Es mucho más resistente a la manipulación la palabra escrita, toda vez que se puede uno recrear en el razonamiento y detectar los porqués y donde cuando los argumentos chirrían.
Abandonamos las nociones de filosofía, las humanidades de aquellos bachilleres de ciencias y de letras, que nos sirvieron para organizar con instrumentos matemáticos, alguna confusión mental. Hablo de los silogismos, de premisas y de conclusiones. Todo esto que, con o sin intención, patean algunos y que, desde algunos medios públicos e incluso institucionales, son rehenes de la falacia, la verdad a medias, el sofisma, en suma. Todo es tan fácil como poner premisas falsas o conclusiones ídem. No deja de ser una despreciable habilidad para el practicante y una debilidad entrar en ello, para el videns. Bueno, nosotros elegimos… actitud, conducta y comportamiento; es nuestro derecho, como también lo es asumir las consecuencias de los mismos.
Lorca, mi ciudad de adopción, está en boca de muchos medios, que, con análisis más o menos certeros, se está dañando la imagen de sus vecinos a unos niveles insoportables e injustos. Se está perjudicando desde un Ministerio, en principio, a un sector agrícola y ganadero que es el gran generador autónomo de riqueza, que además atraviesa una crisis de baja demanda y subida exagerada de costos en la producción.
Para analizar un problema hay que ir a su lugar de origen. Así es como se hacen los argumentos de forma ortodoxa. Una regulación de las normas de convivencia con el entorno ambiental lleva a unos articulados de adaptación que en principio estaban aceptados por el sector desde el 2020. Plazos para el cumplimiento, inversiones correctoras, limitaciones, distancias… En fin, lo que mandan los tiempos ambientales.
Pero hay algo que no ha pasado por el consenso con el sector, unas coletillas, ciertamente confusas que salen publicadas en el BORM, cosa que no leen los ganaderos a diario y que conducen a la desazón ya alterada de los ganaderos al ser recontada. Yo considero que aquí radica la inquietud ganadera que solicitan unánimemente ser informados por la autoridad y por el gobierno municipal, cosa que no ocurrió al parecer y a la vista de la convocatoria plenaria, se incrementa la preocupación ganadera que temen que en el mismo pleno se convierta en obligado cumplimiento.
Ellos se acercaron en grupo al habilitado consistorio y se retroalimentaron sus preocupaciones ante la tardanza en recibir noticias conciliadoras. Se enardecieron los ánimos lo siguiente está en las fotos que hemos visto hasta en el Financial Times. Dios mío, le han llamado, representantes del Gobierno local, asalto al Capitolio. ¡Qué bien se lo han pasado en algunas cadenas televisivas, que están en la mente de todos! Con lo fácil y democrático que hubiera sido antes de que se calentaran los ánimos reunirse con el sector nuevamente… ¿acaso eso nos es democrático?
Pues hete aquí que, en lugar de apaciguar, eso tan grave lo del asalto, que se ha iniciado una persecución policial con amenazas de cárcel, incluso equiparando la situación a actos terrorista, dicho por la primera autoridad municipal. Cuando se ha condenado el acto de fuerza, se sigue buscando al autor intelectual, incluso se ha pedido la dimisión del portavoz municipal del PP por estar solidarizado con las reivindicaciones del sector. Pero no, alguien decide qué tiene que hacerse aún más grave de lo que es, cuando las premisas verdaderas son; el castigo al sector ganadero, y la información parcial.
Los que están dando carnaza cada día a los medios, confiesan lamentar la imagen que estamos dando y lo buenos y pacíficos que somos todos los lorquinos. Oye, pues esto último si es una verdad como un templo.
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