Me siento más español que andaluz

Un mediodía de verano te sientas en el bar de siempre, tomas una jarra bien fría de cerveza mientras observas a los típicos abuelos jugando al dominó y contando batallitas. Al otro extremo de la barra ves una conversación de una pareja en la que te sientescarpe da scoglio cheap yeezys completini intimi molto sexy adidas yeezy boost 350 turtle dove real hair wigs bouncing putty egg maison cashmere air max goaterra 2.0 adut toys nike air max 270 sale corinne abbigliamento sexy yeezy shoes for sale saldi marella pasante kondom ford parts onlines plenamente identificado puesto que comparten algo más que tu idioma; tu dialecto. Le está diciendo no sé qué de las playas de Chiclana y ya asocias dicha playa con tu tierra, tus tradiciones, tu feria, tus cruces, tu gente, tus maneras y tu forma de entender el mundo. En ese instante, nuestra mente transforma esos hábitos, en una palabra; patria. Pero… ¿Qué es la patria?

En este pequeño texto cabe poner cualquier tradición que se haga en cualquier región de España y siempre quedará bonito, ideal y afectivo, pero lo cierto es que con este artículo quiero ir más allá de conjeturas individuales y sentimientos para hablar de un tema que se habla más por el corazón que por la razón y es la cuestión nacional. La nación es algo controvertido en los tiempos que vivimos, tanto es así que hablar de “sentir” está a la orden del día, pero el sentimiento no es nada sin el carácter material, me explico:

La idea de nación romántica, de aquella nación a la que puedo pertenecer por sentimiento surgió en el siglo XIX dónde Hegel y el “espíritu particular del pueblo” juega mucho en su favor, es una nación donde el sentimiento étnico histórico hace la labor de conexión. En cierta manera, el nacionalismo romántico funciona como nexo a la idea de lo que es algo, “Andalucía es una nación porque somos diferentes.”, “Cataluña es diferente porque hablamos otro idioma.”, “Al-Andalus estuvo durante siglos aquí y no tenemos nada que ver con lo demás.”, etc.

Lo cierto es que esta premisa de que la nación es algo romántico es una falsa ilusión. Puesto que en la historia ha servido este concepto para unificar naciones existentes, pero no tienen una base material más allá que un sentimiento. La nación se configura en el Estado que es el que tiene el legítimo monopolio de la violencia, el poder coercitivo -el que te manda a la cárcel si no pagas impuestos o atentas contra el mismo- y aquel que “configura” lo que es ser español o vasco. Ocurrió en el franquismo dónde España era lo que Franco quería que fuese, una visión romántica del Estado que culminó con problemas regionalistas actuales como es el independentismo.

Por otro lado, están los que imponen la nación por orden étnico rompiendo esquemas históricos y es el caso de los nacionalismos dentro de España. Todo nacionalismo interior se basa en dos argumentos simplistas; fundamentalismo democrático -democracia es buena per se y todo lo bueno tiene que pasar por este sistema- y exclusión étnica/lingüística – merecemos ser nación por un hecho diferencial- Pero, ¿hay respuesta a la cuestión nacional?, ¿Andalucía mi patria, España mi castigo?

Esta pregunta tiene una respuesta que levantará ampollas a unos y otros, España existe por cuestiones materiales. El materialismo, tanto el proveniente de Marx como el de Gustavo Bueno aclaran que una nación tiene una base material histórica. Es decir, la nación existe y es la que es gracias a un proceso histórico dónde podemos identificar lo que es. Por ejemplo; España tiene una fuerte raíz judeocristiana en su cultura, por mucho que en un referéndum votásemos que nos rigiésemos por la Sharia, la historicidad Española nos lo impediría porque no tenemos tradición islámica.

Cuando el romanticismo nos dice que el Al-Andalus estuvo durante siglos y por ello somos diferentes, olvidan que tras el legado cultural, arquitectónico y lingüístico que nos dejaron los califas viene un periodo de transformación cristiana que hoy día es el legado predominante. No hablo solo de religión sino moral – que es el bien y el mal- y el preciado legado romano que habita aún en nuestras leyes. El romanticismo es mucho más fuerte en España que el materialismo del “ser” porque no se explica con objetividad que es la nación española. Ni el propio Gobierno sabe lo que es puesto que el actual Estado aclara que España es “una nación democrática y progresista” mientras que el nacionalismo lo ve como un negrero que explota sus colonias.

Si no hay explicación de lo que es España, nadie va a entender España, de ahí la frase de Gustavo Bueno que dice “Soy ateo pero católico.” Haciendo alusión que culturalmente es cristiano como toda la población española. España es un proceso histórico de inclusión dónde sus procesos históricos la han hecho ser lo que es. Te puedes “sentir” más o menos Español pero el hecho objetivo es que la única nación política existe –lejos de regiones políticas inventadas- es España.

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