Ucraniologos

El pasado 8 de febrero el Parlamento Europeo hacía público su Informe sobre las injerencias extranjeras en todos los procesos democráticos de la Unión Europea, en particular la desinformación.

Con ocasión del reciente conflicto en Ucrania han sido muchas las especulaciones y la rumorología en relación a si algún partido político en España había sido financiado por Putin. Así, en su nuevo Podcast, el ex vicepresidente segundo Pablo Iglesias anunciaba que existían claros indicios de que tanto VOX como HazteOir habían sido esponsorizados por el canalla del Kremlin. La torpeza de citar dicho informe en su show es una cantinflada de aúpa dado que en el mismo no aparecen ninguno de los dos, pero además por otro motivo.

Así, en su epígrafe BG se citan a partidos como el austriaco Freiheitliche Partei Österreichs, el francés Rassemblement National y la Lega Nord italiana, concluyendo que han firmado acuerdos de cooperación con el partido Rusia Unida de Putin. Se citan otras formaciones como el alemán Alternative für Deutschland (AfD), los húngaros Fidesz y Jobbik y el Partido del Brexit en el Reino Unido.

En ningún momento se cita a ningún partido político ni entidad pública o privada española. ¿O tal vez sí? Continuemos con ese epígrafe, que a continuación dispone […]que las conclusiones sobre los contactos estrechos y regulares entre funcionarios rusos y representantes de un grupo de secesionistas catalanes en España, así como entre funcionarios rusos y el mayor donante privado para la campaña salida del Reino Unido de la Unión Europea, requieren una investigación en profundidad y forman parte de la estrategia más amplia de Rusia para aprovechar todas y cada una de las oportunidades para manipular el discurso con el fin de promover la desestabilización […]

Esta información resulta de lo más oportuna, según para quien claro, teniendo en cuenta que los tres parlamentarios de Junts pel Cat en la Eurocámara, Toni Comín, Clara Ponsatí, y el fugado Puigdemont, votaron en fechas recientes en contra de indagar sobre este escandaloso marrón. ¿Recuerdan cuando Pablo Iglesias comparaba la situación de este pájaro afincado en una mansión en Waterloo con la de los exiliados republicanos tras nuestra guerra civil? Pues recuerden también que ahora Iglesias, entre otros onerosos empeños, colabora habitualmente con el diario Ara y con RAC1, y fue fichado por la Universitat Oberta de Catalunya al parecer como investigador.

Más recientemente, Beatriz Talegón, candidata de Junts a las elecciones europeas, ha negado la masacre cometida por el ejército ruso en Bucha. En un lastimoso tuit que se ha hecho no viral, sino más bien fecal, afirmaba “Yo quiero saber cómo aparecen estos cadáveres. Donde estaban y quien los deja ahí”. Esta salida de pata de banco recuerda a la de su colega Clara Ponsatí, cuando esta simpática anciana se pitorreaba de los millares de muertos por COVID en Madrid con aquel famoso tuit “De Madrid al cielo”.

Los delirios de Podemos, en compadreo con el separatismo catalán, parecen concluir en lo siguiente: ¿Quieren un referéndum de autodeterminación para Cataluña y cuestionan el derecho de Ucrania a entrar en la OTAN? ¿Es eso? Similar lógica rebuznan en lo que respecta a Cuba defendiendo que no es una dictadura.

En estas semanas, los españolitos de a pie hemos podido observar en las redes esa pervertida inercia que tienes algunos de poner el foco de esta guerra en las supuestas atrocidades cometidas por los ucranianos y no por las tropas que les invaden. Así, nos hablan del Batallón Azov integrado al parecer por nazis, que, según estos sesudos ucraniologos, son mayoría absoluta y piedra angular de los regulares del ejército de Zelenski, el cual es judío. Pocas menciones al Grupo Wagner de mercenarios que opera entre las huestes de Putin donde también se pintan esvásticas en las pecheras del uniforme. Y mejor no hablar de esos batallones de chechenos a las órdenes de Moscú que recuerdan a hordas de dothrakis y que han jurado dar caza al presidente de Ucrania.

Evidentemente resulta de una ingenuidad pueril defender que uno de los dos bandos en un conflicto no haya podido incurrir en las más crueles villanías, las cuales por supuesto deben ser juzgadas sea quien sea el que las cometa. Pero esa equidistancia en relación a esta condenada guerra llega a resultar pervertida ante hechos que son irrefutables: Han sido los rusos quienes manu militari han ocupado Ucrania y no al revés. Y ahora no me refiero al Dombás ni Crimea, porque Leópolis Kiev y Odessa, entre otras tantas, necesitarán un cuarto de siglo para recomponerse. Del asedio a Azovstal en Mariupol ni hablamos. No son los niños moscovitas los que se refugian en búnkeres bajo tierra.

Hay personas, lo crean o no, que cuando gritaban paz y clamaban por el fin de las hostilidades, lo que buscaban era la esclava sumisión de una nación soberana que está siendo arrasada a bombazos. Prueba de ello es que a continuación insistían en prestar atención a las atrocidades que los ucranianos hayan podido cometer en Lugansk y Donetsk desde 2014. En relación a esto tengan presente que organismos internacionales han informado de la comisión de delitos de lesa humanidad por parte tanto de milicias separatistas prorusas como por las tropas ucranianas. No olviden que se trató y se trata de una guerra civil, con víctimas en ambos bandos.

Una cantinela similar entonan aquellos que te exhortan a recordar los conflictos armados en Etiopia, Yemen, Irak o Siria. La próxima vez que platiquen con algunos de estos ilustres cuñados invítenles a señalar estos países en un mapa, y denles también cuenta de las operaciones militares de Rusia en apoyo de Basar al-Asad, cuyo saldo es de millares de muertos. Miren, seamos sinceros; todos y yo el primero nos sentimos consternados por las víctimas de cualquier conflicto bélico presente o pretérito, pero esta clase de gente que te importuna de esa forma justo ahora que los muertos y refugiados están a las puertas de Europa, te revelan algo que viene de largo: su enorme desprecio por occidente y todo cuanto representa. Sigan ustedes escuchando las monsergas de estos nuevos catequistas; lo más granado de los opinadores de copia y pega, radiomacuteros y filósofos de cotillón que pontifican sobre temas que les son tan ajenos como los anillos de Saturno. Pero háganlo como quien oye llover.

Volvamos de nuevo a Pablo Iglesias, quien afirmaba en la SER: «Hay que tener cuidado con esto del heroísmo, de…. Estamos viendo a ancianos y adolescentes con armas defendiendo su ciudad. Quién defiende su ciudad de un ejército profesional entrenado y bien preparado está muy cerca de que vivamos una tragedia que nadie con dos dedos de frente podría asumir”. Unas semanas después, mostraba en su Facebook el dantesco video de unos soldados aparentemente rusos ejecutados por otros aparentemente ucranianos. Acompañaba el video sentenciando: «Los crímenes de guerra se deben denunciar y deben ser objeto de atención mediática vengan de donde vengan». Desde la comodidad de su nueva vida de telepredicador, lejos de balas y deflagraciones, uno se pregunta cuál espera Iglesias que sea la reacción de los habitantes de Jarkov y Jersón frente a tropas extranjeras que han dejado su país como un solar, provocando un éxodo de millones de personas que han perdido todo cuanto tenían. ¿Las levas organizadas por Zelenski, formadas por hombres que defienden su hogar, lejos de sus mujeres e hijos, mirando cara a cara a la muerte, deberían recibir a los rusos con gladiolos y música de cámara? 

En esa maniquea obsesión, suya y de otros, de retratar a Putin como un dictador de derechas brotan preguntas incomodas. Ciertamente Putin no es comunista, sino más bien podría definirse como un ultraconservador férreo defensor de la familia tradicional. En este sentido, el pasado marzo el patriarca Kirill de la Iglesia ortodoxa sermoneaba que esta era una guerra justa conta el lobby gay. No es menos cierto que Putin, ex agente del KGB, fue aleccionado por comunistas en sus peores artes, que podrían también incluir vestigios de la peor homofobia. Y del mismo modo que sus valedores señalan horrorizados las cruces gamadas de los de Azov, no es menos cierto que los blindados rusos entraron hace meses en un país extranjero y soberano hondeando banderas soviéticas. Parece Monsieur Putin una siniestra mezcolanza entre el zar Pedro I y Stalin.

A día de hoy, o anteayer, Rusia, la nación más extensa, es más una economía monopolística que de libre mercado, bien alejada de aquella condenada URSS, con abundantes recursos gasísticos y petrolíferos y sin embargo con un PIB ligeramente superior al de España. A lo largo del orbe, sus principales valedores y cómplices son, entre otros, Corea del Norte, Bielorrusia, Irán, Cuba, Nicaragua y Venezuela. ¿Alguno de ustedes ha pasado la Semana Santa o el puente de mayo en estas ideales arcadias? Tampoco Iglesias ni Monedero.

Zelenski, por contra, ex actor de culebrones, con sus paripés televisados, con mayor o menor desacierto, ha sabido ganarse las almas y los corazones de compatriotas y foráneos, fiel a la máxima de Von Clausewitz: “La guerra es una continuación de la política por otros medios”. ¿Es un muñeco de ventriloquia de EEUU y la OTAN? El tiempo lo dirá. Entretanto ahí sigue en Kiev gastando un buen par de bemoles a kilómetros de distancia de sicarios dispuestos a darle matarile. Recuerden ahora como un cobarde Yanukovich, mucho más títere sin duda, huyó a Rusia en helicóptero en plena madrugada tras las matanzas del Maidán.

Putin, blindado en el poder a perpetuidad como buen sátrapa, y con esa criminal justificación de desnazificar el Donbás para hacer de Ucrania un erial, hace sospechar con sus vilezas que utilizara en el pasado semejantes ardides en la guerra contra Georgia en 2008. Puestos a especular, y motivos hay, podrían haberse empleado otros tantos embustes en la guerra de Chechenia que le alzó a su presidencia vitalicia. Y ahora parece que también reclama Transnistria, región separatista en Moldavia ¿Pretende de nuevo desnazificar otro trozo de Europa? Y así, como Lord Macbeth, parece clamar: “Nada ha de estorbarme. Estoy tan adentro en un río de sangre que, si ahora me estanco, no será más fácil volver que cruzarlo” .

Describiendo a estos redomados ucraniologos, tal vez yo mismo me retrate como uno de ellos. Ya me callo.

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