Disquisiciones

Cada vez que me dispongo a dar salida por las letras a algo que me ronda, que me pide ser exteriorizado de la manera más contundente que conozco, la vía escrita, multitud de disquisiciones me surgen, me dispersan de la idea principal. Mis esfuerzos por centrarme hacen que finalmente recurra a los ejemplos, o bien me busco la forma de analizar los casos en su concreción, como el mejor camino para llegar a la generalidad de los problemas. Desde esta interesante plataforma que se nos ofrece, abordamos temas de distinta naturaleza: Jurídico-políticos, ético-económicos, sociopolíticos y hasta de índole moral.

Analizando el problema con el continente africano, no debemos dar por sobreentendida la significación de la expresión de El Tercer Mundo, división que, por cierto, acuñó Mao Tse Tung allá por los años 50, para describir una relación estratégica del globo. Europa en aquel entonces era una unidad formada por diecinueve países y que ahora son 27. Por tanto, esa consideración de otrora ya ha cambiado si se entiende Tercer Mundo por superpoblación, carencias y pobreza. Digamos que en nuestra Europa tenemos un Tercer Mundo más menguado por cuanto se van incorporando al bloque del Primer Mundo, como lo es La Unión Europea.

La incorporación requiere esfuerzos del país candidato y el ejercicio de la solidaridad del resto de la Unión. Es el caso de Ucrania donde la incorporación ya está autorizada. Europa se rige ya por leyes, que hasta hace poco eran solamente Directivas, por tanto, de obligado cumplimiento para poder obtener la justa reciprocidad de dar y recibir. España se está saltando algunos preceptos a vista de pájaro, algunos partidos políticos de oposición están profundizando si se está incurriendo en faltas legales.

Uno de los más escabrosos está relacionado con el Sahara, cuya solidaridad hasta ahora con ellos, desde España ha sido manifiestamente notable. Una decisión unilateral del sátrapa Sánchez que nos desgobierna ha puesto nuestra relación con el reinado de Marruecos en aparente calma, en otros serios problemas relacionales a nivel internacional y económicos, como es Argelia. La autonomía del pueblo saharaui ha quedado en entredicho, en manos de un rey poco fiable y en contraposición a cuantos compromisos había sostenido España de apoyo a su independencia.

Una más de tantas picias que se vienen cometiendo con este gobierno de enemigo en casa y de todas las casas decentes, de esa lista interminables donde a cambio de destruir valores, cultura del esfuerzo, familias y hasta lenguaje, Sánchez se mantiene en la poltrona. Pero este no es el caso, no viene forzado por la oposición en casa ni por la parlamentaria, ha sido una ocurrencia o una consecuencia de algo que aún está por descubrir. Lo cierto y verdad es que se sigue asaltando la valla, desde el continente africano. Nada se hace para su contención. Es evidente que España no percibe ningún beneficio ante la traición al pueblo saharaui, así que cabe preguntarse si solo se ha beneficiado Sánchez, será por algo.

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