Mi querida madre utilizaba este vocablo con cierta frecuencia. Además, lo complementaba con otro que desvirtuaba de alguna forma su etimología. “Sinapismo volcánico”, decía ella, calificando así a las personas con actitud o comportamiento absurdo con o sin intención. Vamos, que sería como una cataplasma que más que curar, levantaría ampollas.
Las cataplasmas han caído en desuso como remedio terapéutico. A veces las resucitamos con tono peyorativo, cuando vemos que tenemos algo que nos pesa y que nos resulta ciertamente insoportable. De alguna forma, le damos vidilla a este vocablo moribundo en su auténtica acepción. No es la primera vez que pienso que las personas mayores somos una cataplasma para el Gobierno de Sánchez, que yo califico de sinapismo “volcánico”. En su carrera meteórica, tras la fulminación de una Constitución que les estorba para detentar un poder omnímodo, andan con la mirada puesta en los 10 millones de mayores, mejor dicho de votos, que es lo que somos para ellos.
Nos han tomado por tontos con las arcas del Estado en bancarrota y, prácticamente, en recesión con lo que eso supone a medio y largo plazo, un empobrecimiento general. Seguramente, ellos piensan que los demás no lo hacemos, que no pensamos, que nuestra visión de la economía y el bienestar es tan pacata y sectaria como la del propio Gobierno, que ahora nos suben la pensión un 8 %, cosa que nos acerca a la subida de los precios y que con lo cual debemos estar contentos, porque no perderíamos poder adquisitivo.
No es que no lo merezcamos, es sencillamente que se van a destapar las espitas del desempleo, de la subida de los impuestos y los mayores con su pensión serán el sostén de las familias en paro. Oiga, para ese viaje no hacen falta estas alforjas. Es cierto que el presupuesto es el instrumento que define políticas determinadas, lo que no puede ser es que se oriente a sectores y causas “volcánicas”, por abreviar. Si al menos estos favorecieran a los que van apoyando esta sinrazón que, por cierto, están saltando según hablan los sondeos de intención de voto, pero que solo favorecen a los que van a fulminar nuestro mejor instrumento de consenso, la Constitución Española y, por ende, a la Monarquía. Les da igual que estemos teniendo una ocupación silenciosa de personas extracomunitarias, que se están asentando en nuestro país masivamente, sin que medien una legislación que regule esto.
En la zona de Murcia, Roldán , Torre Pacheco, Lorca y, seguramente, me deje otras, las escolarización es prácticamente extranjera. Aulas y colegios, donde no hay ningún escolar autóctono. Estas personas, todas respetables, (Dios me libre de ir contra las personas) nunca se van a integrar, ni tampoco se van a fusionar con nosotros, ya que poseen unos arraigos religiosos que se alejan de la cristiandad de España y de Europa. Tendríamos que entrar en una Re-Reconquista.
Sin meterme en terrenos de geopolítica, donde voy cortita, a mis luces, creo que primero han de atenderse las necesidades de la población autóctona, que pasa por estrecheces, incluso están en pobreza con unos salarios que no llegan a fin de mes. Sin embargo, este Gobierno carga contra los yacimientos de empleo que parte de los grandes inversores, que lógicamente irán a la deslocalización. Si no se produce un giro copernicano, los emigrantes económicos seremos los españoles.
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