Querido lector, en primer lugar, perdona mi ausencia durante estas tres semanas, pues la vida a veces se complica. Hoy, para variar, vengo con una propuesta que, como diría el cantante Romeo Santos, es un tanto indecente, según para quién.
Mi propuesta es la siguiente: aprobar un cambio en la actual Ley Electoral, mediante la cual sea posible sentar en el banquillo a todo aquel político electo que no haya cumplido su programa electoral. Y no hablo de un cumplimiento íntegro, ya que eso resulta algo muy complicado. Me daría por satisfecha con que se cumpla un mínimo del 50% de lo que prometen. Es lo que llamábamos mis compañeros y yo en la carrera, un “cinco punto gracias” o un “aprobado raspado”.
En este mundo cada vez más competitivo y en el cual queremos ver los resultados de todas las cosas, considero más que equitativo solicitar a nuestros ilustrísimos políticos el cumplimiento de lo que proponen en campaña electoral. Esta reforma sería la única que no puede crear división en la población y donde podríamos encontrar una amplia mayoría de consenso. ¿A quién le disgustaría una evaluación del político de turno? Yo creo que a nadie.
Dudo mucho que cualquier formación política vaya a querer hacerse eco de esta propuesta, ya que sabe que cualquier día su “cuñado” puede estar sentado en el banquillo de los acusados. Por lo tanto, querido lector, somos nosotros, tú y yo, los ciudadanos de a pie, los que podemos solicitar dicho cambio. Independientemente de los colores, direcciones y demás etiquetas.
La propuesta, como bien digo, es simple y llana: responsabilidad penal a todo aquel que se presente a unas elecciones, gane y que no cumpla con lo acordado en campaña electoral. A todos nos evalúan durante toda la vida académica, incluso muchas de las empresas evalúan hoy día a sus trabajadores. Sin embargo, esto no sucede a quienes encomendamos nuestros derechos, libertades e impuestos. ¿Les vamos a librar de una evaluación? ¿Verdad que no es muy justo?
Creo que esta propuesta resulta simple y fácil de comprender. Serviría incluso para hacer limpieza entre los sillones, ya que ningún oportunista con intenciones ocultas metido en política estaría dispuesto a querer asumir años de cárcel por ejercer como representante del pueblo.
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