Menas 750€, jubilados 450€

Cuesta mucho de entender que exista pobreza y pobreza extrema en un Estado y, sin embargo, sus dirigentes destinen millones de euros en ciudadanos de otro país que, además, sus compatriotas han entrado de forma ilegal a España. Situaciones incomprensibles que solo tienen una explicación: estos gobiernos, aun siendo legales, son ‘amorales’; es decir, que no cumplen con el objetivo para el que fueron asignados: el bienestar del pueblo, su pueblo.

Los españoles estamos hartos de oír que a un menor de origen marroquí se le da dinero al mes para sus gastos, cantidad que, evidentemente, también paga el anciano que malvive con 450 euros de pensión. Somos una sociedad permisiva que está soportando humillación tras humillación, incapaces de tirar a patadas a quiénes prometieron una cosa y hoy se encuentran completamente vendidos a un globalismo criminal y genocida.  

Nuestros políticos malgastan nuestros recursos en personas que no huyen de ninguna guerra o hambruna. En jóvenes de un país que han tirado su documentación al mar. Por tanto, llegan al nuestro y dicen que son menores, cuando la mayoría de todos ellos pasan de largo de los 18 años. Ni tan siquiera se les obliga a estudiar o a trabajar para que se ganen esa cantidad que van a percibir. Se pasan todo el día hablando con sus móviles de última generación, mientras muchos españoles están en las colas del hambre. Esta canallada que es permitida por el actual Gobierno en funciones no encuentra resistencia. Quizás, alguna voz tímida que se alza entre las filas socialistas y que, inmediatamente, es acallada.

Lamentablemente, no existen grupos de presión que obliguen a actuar con el lema de que “los españoles primero”. La izquierda ha tejido una red de complejos en la cual, si no ayudas a los ilegales eres un racista, facha o palabras mayores. La gente calla por miedo a ser estigmatizada. Así las cosas, nuestra nación se desangra, el ciudadano se encabrona y la tensión va in crescendo ante tantas injusticias. Muchos de nosotros no queremos mantener vagos con nuestros impuestos, pero somos los menos. La mayoría está inmersa en un buenismo suicida, sintiendo lástima de estas pobres personas, que de pobres nada. Sin saber que estos “niños” son pequeños delincuentes que, en su país, posiblemente, estarían en la cárcel. Si los recursos escasean debido a la creación de innumerables chiringuitos, utilizados por los políticos para el latrocinio, aún más lo hace cuando se destinan a alimentar a los hijos de otros. 

Estamos aceptando como algo normal que España se llene de ilegales a los que hay que alimentar, pagar la sanidad y encima darles dinero para sus vicios, mientras ya, en muchos hogares de nuestro país, no se llega a fin de mes o se llega endeudándose. Hay una necesidad imperiosa de cambiar esta situación, de revertirla; expulsar de forma inmediata a aquellas personas que han cometido delitos y revisar, caso por caso, la entrada de menores no acompañados que deberían volver a su país de origen junto a sus padres. Basta ya de ser la guardería de Marruecos. Si ellos no pueden mantener a sus pequeños parásitos no es nuestro problema. Bastante tenemos con nuestro fracaso escolar, acoso en colegios y delincuencia infantil. No será por falta de medios, el Rey de Marruecos es multimillonario y un sátrapa de libro.

Los españoles primero; porque salvo nosotros, que hemos demostrado ser necios con ganas, ningún país africano acogería a nuestros hijos y los mantendría a mesa y mantel y dándoles dinero. Sólo devolviendo a estos niños podremos destinar nuestros recursos a nuestra infancia o a los ancianos que sacaron España adelante y hoy están sufriendo penurias. Que cada palo aguante su vela. 

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