
Hoy es el día en que voy a escribir sobre un asunto complejo. Para ser exactos, sobre la politización que se ha dado en el deporte español por culpa del actual Gobierno, algo con lo que jamás estaré de acuerdo, gobierne quien gobierne. Como bien digo, vaya por delante que no soy muy fan de mezclar ambos temas, pero tras lo acontecido durante estos días, lo veo necesario, además de para mostrar así mi indignación sobre el asunto.
El pasado domingo, España estuvo de enhorabuena ya que vivimos un día histórico gracias a nuestros deportistas. Primero, gracias a Don Carlos Alcaraz, quien venció en Wimbledon a Novak Djokovic para convertirse en el sexto tenista en toda la historia que gana en París y Londres en un mismo año. Y en segundo lugar, gracias al triunfo de la selección española, que se llevó la Eurocopa de Alemania, cuando muy pocos analistas apostaban por esto.
Con respecto a la selección dirigida por Luis de la Fuente, he de decir que es un equipo que, desplegando el mejor juego posible, consiguió ganar todos los partidos, además de unir a un país tan polarizado como España, logrando que unos y otros sacáramos la bandera que tanto etiquetan algunos con el término “Facha”. Amigos, poco estaban tardando los del equipo nacional de opinión sincronizada, también llamados los medios de comunicación afines al Gobierno de Pedro Sánchez, en hablar sobre Lamine Yamal o Nico Williams como un claro ejemplo del fracaso de la ultraderecha. Es lamentable que politizaran algo así en un momento de júbilo.
Posteriormente, vino la polémica sobre el saludo de Dani Carvajal al presidente del Gobierno. Desde la izquierda y la extrema izquierda le han caído críticas al madridista por un “exceso de frialdad” en el saludo. Poca gente sabía quizás hasta ahora la ascendencia del jugador madrileño en la que su padre es miembro de la Policía Nacional de esos que, cuando corremos, ellos van en dirección contraria para defendernos, los mismos a quien Sánchez en más de una ocasión ha humillado tras sus acuerdos con Bildu. Quizás se deba a eso o, por el contrario, porque los jugadores conocían la politización que se dio de su gesta por parte de los que nos gobiernan y de ahí que tuvieran esa diferencia en la cercanía en comparación con la que tuvieron con el Rey de España Felipe VI y los integrantes.
Sea como fuere, y para finalizar, quiero concluir este artículo enviando mi particular mensaje a los miembros de opinión sincronizada, también llamados medios afines al sanchismo: la selección española nos representa a todos los españoles, sea cual sea nuestra ideología, y todos debemos dejar que hagan lo que mejor saben hacer, que es jugar al fútbol. Porque, al igual que nuestros empresarios, jóvenes talentos o deportistas, ellos muestran lo mejor de España, algo de lo que nuestra basura política debería aprender.

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