
Estudias. Superas el bachillerato. Crees que has cumplido el trámite. Y justo cuando piensas que tu futuro está en tus manos, el sistema te lanza una bofetada fría y te susurra: “Ahora veremos si realmente mereces entrar”. Pero no es una prueba de mérito. Es una criba disfrazada de justicia. No te suspenden: te “falta nota”. Y ahí, sin más, se cierra la puerta.
La PAU -la Prueba de Acceso a la Universidad- es la llave para tu futuro académico. Pero esa llave no abre las mismas puertas para todos. No importa que tengas un 13, un 13,5 o un 13,8.
Si la nota de corte está más alta, quedas fuera. Y aquí está la trampa: esa nota no la decide nadie con criterio pedagógico. La genera la propia competencia entre estudiantes. Cuantos más aspirantes, más sube el listón. Y tú no compites por talento, compites por encajar en un embudo que se estrecha cada año.
Además, el examen cambia según la comunidad autónoma donde vivas. No es lo mismo la PAU en Madrid que en Galicia o Canarias. No son las mismas fechas. No son los mismos exámenes. Y, desde luego, no se corrige igual: en Madrid, cada falta de ortografía puede restarte 0,25 puntos; en otras regiones, apenas 0,10. En algunas, hasta un 10 % de la nota. Una tilde, una coma, una falta… pueden condenarte. Pero solo dependiendo de tu código postal.
Y ahora viene lo que nadie quiere decir en voz alta: el sistema NO quiere que estudies. No quiere que entres en Medicina. Porque más médicos significan más contratos, más sueldos, más gasto. No quiere ampliar plazas. Porque eso implicaría invertir en profesores, aulas, recursos. Y no va a hacerlo. Porque es más rentable filtrar, recortar y negar oportunidades que facilitar el acceso real a la educación pública. Si no entras en la pública, la alternativa es simple: pagas una privada carísima o te resignas a estudiar algo que no quieres. Si no tienes dinero, te aguantas. Y lo peor: te hacen creer que la culpa es tuya.
La PAU no mide tu capacidad. Mide tu encaje. No mide tu talento. Mide tu tolerancia a reglas arbitrarias y a un sistema que prefiere excluir antes que ofrecer oportunidades. ¡BASTA YA! Exigimos: una PAU única para toda España: mismos exámenes, mismas fechas, mismos criterios; plazas suficientes en las carreras más demandadas; inversión real y urgente en educación pública; y fin a los castigos ortográficos desproporcionados que arruinan vidas.
Porque si tu futuro depende de una tilde o del lugar donde naciste, esto no es justicia. Es una vergüenza. El talento no fracasa. Lo expulsan. Y es hora de dejar de aplaudirlo en silencio. No más excusas. No más parches. No más mirar hacia otro lado. Es momento de exigir lo que merecemos. Y no aceptar ni una migaja menos.

Autora de Siente y vive libre, Toda la verdad y Vive con propósito, Técnico de organización en Elecnor Servicios y Proyectos, S.A.U. Fundadora y Directora de BioNeuroSalud, Especialista en Bioneuroemoción en el Enric Corbera Institute, Hipnosis clínica Reparadora Método Scharowsky, Psicosomática-Clínica con el Dr. Salomón Sellam
No se puede jugar todo a una carta. Un beso