Neo-normalidad

A quince días de haber estado con los lectores de este medio digital, de esta ventana que nos ofrece salida a los que somos habladores impenitentes, activo de nuevo mi palanca. Solo preciso de una palabra, una letra, un sonido, para abrir la espita de los desahogos lingüísticos y montar el relato.

He de confesar que, en la obligada y responsable criba selectiva, no voy a pasar de largo sobre la situación en la que nos ha puesto esta neo-normalidad o nueva forma de afrontar realidades, que por más que nos aferremos a lo que era, hemos de readaptarnos. La otrora realidad nos gustaba y nos hacía sentir realizados, pero ahora exige connotaciones adaptativas, nos ha sacado del manido término de área de confort.

El avance de lo digital en detrimento de los procedimientos de ayer, nos ha dejado analfabetos que de un día para otro. Nos ha obligado a reciclarnos a la práctica totalidad de los mayores, constituyendo ahora uno de los hándicaps más dinámicos, cinéticos diría yo, que nos fuerza neuronalmente. No siendo esto mala cosa para nuestra gimnasia cerebral, se ha sumado al síndrome de reentrada a la comunicación constreñida en la presencialidad, toda vez que seguimos con las restricciones relacionales.

Hemos perdidos a muchos coetáneos, tenemos que forjarnos una nueva vida social donde el necesario acercamiento afectivo, nos lleva a sentirnos náufragos asidos al primer flotador que encontramos a mano. El reajuste es complicado ya que hemos dedicado tiempo a mirarnos hacia dentro y a limitarnos hacia fuera. Nos hemos cobijado y aceptado de manera dudosa y obligadamente, en nuestros miedos y ansiedades. En este, mientras tanto, ¿Qué ha pasado en el exterior? Pues que cuando el rebaño ha empezado a salir de la cabaña, se ha encontrado que además del daño moral y físico, nos han colado goles por la escuadra política. De tal envergadura, hasta tal punto que son un auténtico asalto a las normas democráticas e institucionales

Sería ocioso enumerar lo que está en conocimiento de todos, como también la percepción de que no solo no se ha gestionado bien este descalabro económico, sino que esta ignominiosa progresía, ha destapado aún más las espurias ambiciones de algunos, su pasotismo en cuanto a valores patrios, su ideologización enfermiza. Este panorama nos ha descabalgado de un progreso auténtico, que debe estar basado en el esfuerzo colectivo español. Estos líderes mandones confunden y enrarecen un ambiente político tan deteriorado, que me hace pensar en la urgente necesidad frenar nuestra decadencia, lógica correspondencia a tanta sinrazón.

No me quejo. Tenemos –como decimos los adultos- lo que nos merecemos, aunque yo como veis no pierdo oportunidad para dejar entrever mi opinión. Voy más allá. Hemos permitido que se manejen nuestras emociones, los debates del Parlamento Nacional se parecen, se asemejan a las Reality -Show- algo bochornoso. Echamos de menos el peso en política exterior ¡pero que respeto nos van a tener con este panorama interior! Esta neo-normalidad me frena las opiniones de cara al exterior, por temor a infringir los predicamentos femi-nazis. No me considero postergada por ser mujer y sí bastante ridícula con estos maltratos a la lengua vernácula, con las ilusas pretensiones de volcar la balanza en una indeseable competitividad entre géneros, más que en una igualdad de consideración y de trato igualitario.

Contemplo con lamento como la falacia es utilizada con tanta naturalidad, como necesitan las mentiras para encontrar salida plausible. Veo con indignación como se va a dejar desprestigiado al poder Judicial. Hay complacer con indultos a los que dan los sillones a los permisivos del daño separatista que se le infringe a nuestra Nación. Ya no cabe dialogo posible, solo cabe la Ley que se saltan a la torera.

Seguro que cuando dentro de quince días presente un nuevo artículo, ya estarán en vigor algunos de los desmanes. Así que, desde mi pequeña, pero activa atalaya, os confieso que quisiera resaltar algo más alentador, más no lo hallo. Esta neo-normalidad, esta salida de la cabaña trae para nosotros desestabilizaciones emocionales que algunas serán de diván… aunque los que ciertamente los que más lo precisa, no seamos el rebaño.

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