El execrable asesinato del joven Samuel ha dejado patente, aún más si cabe, la decadencia de nuestra sociedad, el nivel de analfabetismo informativo de la población y la moral sumisa y cobarde de tantos que obedecen como zombis lobotomizados las órdenes que sus amos comunistas, carcomidos por el odio y el rencor hacia la libertad del individuo y el derecho a la propiedad privada, dictan al son de un chasquido de dedos.
De esa manera, el rebaño de zombis toma las calles dispuesto a teñir de violencia y de ignorancia, una vez más, al grito de consignas «antifascistas» por un asesinato presuntamente homófobo, con odas a sus adorados héroes comunistas, los cuales y, por cierto, profesaban un profundo sentimiento homófobo en tanto que la homosexualidad estaba castigada con severos castigos físicos. De ese comunismo homofóbico no es necesario remontarse a épocas de genocidas revolucionarios como Ernesto Guevara, ni tan siquiera se basa en una mera censura política. Regímenes comunistas contemporáneos como el comunismo chino tratan de controlar los contenidos «inmorales» que «pueden dañar la unión nacional»; entre otros, comportamientos sexuales «anormales», catalogando las relaciones homosexuales dentro de estas prácticas.
De este mix de hipocresía comunista con delirios y analfabetismo característico «progre», al igual que del virus comunista chino, la gran mayoría de españoles están ya vacunados. No obstante, es preocupante ver cómo muchos aún siguen avanzando directos al matadero, cual ganado ovino al grito de su pastor comunista y bocados de su perro reconvertido en el pregonero de la mass mierda haciendo lo que mejor sabe hacer, terrorismo informativo. Debe hacerlo, el Fuhrer tendrá muchas cosas, pero paga muy bien los favores y el servilismo.
Así pues, y de este modo son las cosas, hoy sale a la luz parte de la investigación policial que concluye que, por un lado los desgraciados que asesinaron a este chico no le conocían absolutamente de nada, descartando así el vínculo con la homofobia que los zombis estuvieron abanderando para justificar sus protestas, un rebaño de majaderos que, por cierto, son la expresión del más puro odio y rencor a la sociedad, llegando incluso a descalificar, amenazar e insultar al padre de Samuel por pedir que no se politizara la muerte de su hijo. Llegados a este punto, es lo mínimo que le debemos como sociedad. Ni siquiera esto fue suficiente para que mostrasen algo de respeto. Cuando el odio te guía la ceguera suele ser una fiel compañera de viaje. Por otra parte, parece que los asesinos son españoles de tez morena, lo que sistemáticamente entierra y silencia cualquier condena de la izquierda a sus actos. Somos, pues, ciudadanos de cuarta, víctimas de nuestra propia hipocresía y endofobia.
En contraste con esta capacidad de movilización bajo argumentos falaces, mentiras, patrañas y un sentimiento de odio profundamente arraigado en la izquierda, surge otra enorme preocupación. El Gobierno socialcomunista de España no piensa dar tregua en la imposición de su aberrante agenda ideológica y tras perpetrar una subida histórica de la luz, a productos de primera necesidad y aumentar el gasto público en su chiringuitos para mantener a vagos, golfos y pendencieros a cambio de su fiel compromiso de adoctrinamiento, tras anunciar un tijeretazo sin precedentes a las pensiones públicas, ahora se suma un proyecto de Ley que pretende dar potestad al Gobierno para expropiar a los españoles de sus posesiones personales, sus ahorros y cualquiera de su patrimonio «por patriotismo» ¿Se imagina alguien qué revuelo se montaría si esto lo anunciase VOX o el PP? En cualquier caso, apuesto a que el resultado sería significativamente diferente. Lo que más parece preocupar al español es que ayer caímos, con honor, ante Italia.
Mañana resucitan el derecho de pernada y aquí paz y después gloria. Obedientes, sumisos y con unas tragaderas sin fondo, cual borrego directo al matadero. España, no te reconozco.
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