El shock del presente y el bucle electoral

Las preguntas clave son: ¿futuro es igual a bien venidero?, ¿sí realizamos los mismos actos consecutivamente en el presente, con el simple transcurso del tiempo habrá algún cambio en el futuro? ¿presenciar un cambio es forzosamente ubicarse en el futuro?

Partiendo de la premisa de que la velocidad en la que en que se van produciendo los cambios en la actualidad es directamente proporcional al ritmo de adaptación de las sociedades, esto es, que el ritmo del cambio (su transición), es el factor de dominación que desencadena qué tanto el país puede afrontar las consecuencias en todas sus dimensiones, ya que el ritmo en que se va construyendo un cambio y no la dirección del mismo al cual se encuentra destinada, es el indicador por el cual haría comprender porque México se encuentra estancado sociopolíticamente.

Esto coincide con la teoría de la retardación cultural de Orburg que, enfocándolo a la política mexicana, un país en el que la gran brecha de desigualdad se segmenta por estratos diferenciados, en el que esta brecha de desigualdad dificulta la implementación a cualquier plataforma, estructura o modelo técnico que controle y extinga las causales de algún problema público a resolver de manera concreta y focalizada.

Sí se dificulta su implementación de algún modelo de administración pública es a razón de que el ritmo de responder a la adaptabilidad de los diferentes estratos socioculturales en el país no es el mismo; esto en la praxis se observa en gran parte de las propuestas de las candidaturas. Por lo que las estructuras planteadas por los tomadores de decisiones carecen de función porque no se tuvo un estudio focalizado exhaustivo de las necesidades sociales, por lo que los candidatos tienen como única arma de defensa crear un juego de prestidigitación argumentativo basado en la ilusión del bien venido con el imaginario colectivo, basado en el -qué-, pero no en el -cómo-.

La frase generalizada del vox populi en redes sociales apuntan que las personas quieren un cambio social de raíz, pero no se dan cuenta que los individuos también son parte de ese cambio. Es por ello que la forma de adaptabilidad requiere de un esfuerzo mayor al que tienen a su disposición, ubicándose en el precepto que todo cambio debe ser ejecutado por toda la situación externa que le rodea sin cuestionar las acciones que individuo propiamente haga; en realidad las personas no quieren un cambio, porque la omisión de no hacer cambios, el ejecutar una participación de acción por omisión esta perpetuando el cambio que no quieren cambiar, como puntualizaría Jean Paul Sartre en su obra el ser y la nada el evitar la destrucción un “no ser” , es un “no ser” más fuerte (porque ya es algo) que el “ser” que quiere construirse (que aún no es nada).

Un sistema electoral mexicano que ya tiene ubicado cuáles son sus deficiencias y debilidades, no es suficiente para contrarrestar las deficiencias y debilidades si el gobernado se mantiene en una postura de actuación pasiva frente a la participación ciudadana. Esta actitud se debe a que generacionalmente se ha inculcado un sistema político paternalista, en el que sigue teniendo la creencia que “el gobierno” se forma simplemente por los tomadores de decisiones. Es cierto que en México albergó un partido hegemónico por más de setenta años, en el que el manejo democrático era que los gobernantes en turno de manera ex catedra otorgaran programas, estímulos y apoyos a los gobernados, dejando a brazos cruzados al gobernado sin las herramientas necesarias para que también pudiera participar políticamente de manera activa.

Es cierto que los cambios generacionales se observan a más de diez años y la adaptación a estos cambios lo retrasa aún más. Pero México ahora se encuentra en un punto medio de transición y al materializar un acto democrático siendo el voto, un factor neutral de posibilidad de “cambio”, ubica al país hacia una dirección de democracia participativa pero esta dirección es engañosa porque la balanza apunta que la situación policita actual se encuentra en una partidocracia polarizada, es decir, por concretar actos de ataque a la oposición o manteniendo una contienda bifurcada de partidos o candidaturas independientes cuyo único objetivo e derrocar a la oposición careciendo de identidad y dirección que atienda las necesidades urgentes de los gobernados, abanderados de defender el único objetivo de llegar a ser tomadores de decisiones, velar por intereses particulares valorando más que los intereses colectivos, siendo un bucle político infinito.

Ante esta situación, invito a la reflexión colectiva y a no olvidar que de nuestra condición humana emana el instinto gregario, de voltear a nuestro círculo de trinchera. ¿Qué aportamos socialmente? Porque todos podemos convertirnos en agente de cambio de manera activa y participativa, desde nuestro propio circulo social, ser causa de causalidad activa desde nuestra propia trinchera.

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