Delitos de odio como bozal contra el discrepante

De la misma manera que Zara tiene sus «hit» de temporada, la política también tiene los suyos, y en la temporada otoño/invierno 2021/22 parece que vienen fuertes los «delitos de odio», que son muy versátiles y pegan con todo.

¿Que la luz está más cara que el caviar iraní? Pues un delito de odio por aquí. ¿Que la deuda pública está más alta que mis aspiraciones a miss mundo? Pues otro delito de odio por allá y, además, no tienen ni que ser reales, una bicoca. Así han decidido desde el ejecutivo torear lo que tenemos encima, porque las encuestas no remontan, y si no hay soluciones habrá que entretener a la ciudadanía haciéndoles ver que todo el dineral empleado en miles de chiringuitos estatales está bien empleado solucionando esos graves problemas (aun siendo falsos) aunque ellos no tengan con que pagar sus facturas.

Pero vamos por partes, ¿Qué es un delito de odio? Pues esto es como todo, una cosa es la teoría y otra la práctica. En la teoría, los delitos de odio, regulados en el art. 510 del Código Penal son aquellos consistentes en una infracción o acto penal motivado por prejuicios contra una o varias personas por el hecho de pertenecer a un determinado grupo social. Pero en la práctica, son aquellos que diga la izquierda que lo son, sobre todo si pueden utilizarlos políticamente en su beneficio, pasando éstos al ostracismo cuando las tornas cambian y ya no les vienen bien. Así hemos llegado a un punto dónde lo importante no es el qué sucede, sino el quién lo comete y lo más importante, si les viene bien o no.

Así, no hay nada como señalar algo que no quieren oír como delito de odio, no hay ni que argumentar, basta con denunciar al que les molesta como incitador de odio para amordazarlo, verdaderamente es un plan sin fisuras, nadie puede discrepar de sus postulados sin ser denunciado por delito de odio, aunque luego en la realidad de los tribunales y no de los diferentes platós, eso quede en nada.

La izquierda, que ya tenía domesticada y pasando por el aro a la derecha con este tipo de subterfugios, ha visto un verdadero problema en Vox, que no tiene pinta de dejarse domesticar, y aunque en numerosas ocasiones se vale de ellos para crear cortinas de humo que tapen sus desastres, emitiendo en prime time horas y horas de este tipo de casos, la realidad es que es una china en su zapato, y a nadie pasa desapercibido el hecho de que intentan usar este tipo de casos, aun siendo falsos, para intentar ilegalizarlos.

A la izquierda le traen sin cuidado los delitos de odio. Si de verdad le importaran velarían por todos los que suceden; ese chaval que se ve ridiculizado y vejado por hablar castellano en un colegio catalán, esas chicas a las que agreden por llevar una bandera española, ese joven gay al que pegan por ser de Vox, esas víctimas que tienen que aguantar como reciben con vítores a los asesinos de sus familiares… pero ahí no ven odio ninguno, y si se lo recuerdas, resulta que eres tú el que estás crispando.

Delito de odio o cómo utilizar en mi beneficio lo que creo que me viene bien, obviando lo que va en mi contra. Éste y no otro es el verdadero significado de este tipo de delitos para la izquierda. La diferencia entre un delito de odio o la nada es simplemente los escaños que necesiten para seguir en el poder.

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