«Puedo prometer y prometo»

Decía el Nobel de Economía Paul Samuelson que “los políticos sirven para decirle a la gente lo que quiere oír, y que lo que quieren escuchar es lo que no sucederá”. Esta frase es realmente curiosa desde la perspectiva de un seguidor de los postulados del gran teórico económico del siglo XX, John Maynard Keynes, reconocido como economista liberal pero con ciertos matices que relativizan la capacidad de autosuficiencia de los marcados para obtener una estabilidad, especialmente teniendo en cuenta los ciclos económicos y las, a veces, incontrolables derivas producidas por causas ajenas al libre mercado y más a la estabilidad política nacional o internacional o al abastecimiento de materias primas.

Keynes fue, en realidad, como lo fue Samuelson, un híbrido entre postulados liberales y postulados de contenido más social, siempre ligados al mercado y a las reacciones del mismo a la aplicación de políticas que lo moderen y condicionen de forma positiva para su estabilidad. De hecho, era férreo defensor del intervencionismo del Estado en situaciones de crisis económicas y renegaba de los extremos conservador y comunista. Entre las medidas que el economista defendió en sus tratados estuvo la necesidad de incrementar el gasto público en estos momentos, pero siempre con una importantísima medida que no es otra que la reducción de la presión fiscal, la reducción de los impuestos. Y no lo haría por el simple hecho de un aumento de la inflación, sino por la situación de la economía mundial y la amenaza inminente de una recesión que ya es una realidad en EEUU.

Además de la reducción de impuestos para hacer frente a la recesión, Keynes también defendía un aumento del gasto público, algo que sí estamos observando como medida en el actual Gobierno. Quizás el problema que se plantea en este caso no es tanto el aumento del gasto sino en qué se realiza este gasto. Y es que la gestión de lo público, el poder cedido por el pueblo en el proceso democrático electoral, establece un compromiso con otros poderes, el poder económico y empresarial y el poder del pueblo soberano que no sólo es receptor de las políticas, y víctima o afortunado por las consecuencias de ellas, sino que también es el juez que dictará sentencia en las siguientes elecciones generales y dispondrá quiénes serán aquellos a los que aquellos deben ceder el poder. Este círculo de la democracia es sumamente peligroso cuando se habla de mayorías, especialmente cuando esas mayorías no entienden de economía más allá de poder llegar a fin de mes sin que les falte dinero para pagar sus deudas y recibos y alimento para poder cubrir sus necesidades.

La situación económica en estos momentos en España es sumamente compleja. Y lo es porque sería muy complicado aumentar el gasto público sin aumentar la deuda. Esto es debido, fundamentalmente, a la gestión llevada a cabo a lo largo de muchos años en los que no se apostó correctamente por potenciar una industria y una estructura empresarial, generadora y creadora de empleo y riqueza. Políticas que llevan a subvencionar cualquier alternativa ideológica, buscar como principio legislativo contentar a los propios y crear un sistema de dependencia del Estado sin una respuesta que vaya más allá que a sostener a familias vulnerables sin garantizarles un futuro a través de un empleo digno y una formación adecuada nos llevan a cuestionarnos, con nuestro índice de paro y el gasto añadido que las ayudas sociales repercuten sobre nuestro Estado, que el Gobierno apruebe nacionalizar a aquellos inmigrantes que lleven a cabo una formación en la que hacen falta trabajadores. ¿Qué está pasando con nuestros parados, que siguen recibiendo ayudas, no tienen empleo y no se les forma o no se forman para poder optar a esos empleos? ¿Realmente existe esa necesidad de mano de obra o nos hemos vuelto una sociedad que no asume la necesidad del trabajo como primera opción que dignifica nuestra propia vida y nuestra propia sociedad? Quizás el objetivo es buscar la excusa perfecta para facilitar la nacionalización y, por ende, conseguir de esta forma el voto cedido… y agradecido.

Cuando muchos españoles emigraban a otros países en busca de una vida mejor lo hacían, generalmente, a países en los que realmente existía esa necesidad de mano de obra por su reducido índice de desempleo. Hoy en día, y no sólo es el caso español, la sociedad europea se ha vuelto elitista, cómoda, incapaz de sacar adelante con su propio esfuerzo el rendimiento que de su producción se espera. En Reino Unido este fenómeno se viene viviendo desde hace décadas, las mismas en las que no se deja hablar del ocaso del Imperio Británico en el que priman las subvenciones a los patrios y vivir de las rentas aquellos que provienen de una familia pusiente, pero sin generar riqueza. El campo está lleno de personas venidas de otros países que realizan una labor encomiable, impagable teniendo en cuenta la falta de compromiso de muchos de nuestros jóvenes con esa labor. Pero continúan las subvenciones y se hacen estructurales las fórmulas de muchas familias de nuestro país para vivir de las ayudas sin pisar una huerta, un olivar, unos viñedos o cualquier cultivo.

La esperada industrialización de nuestros pueblos, especialmente del sur del país, es un evidente fracaso en la medida en la que la propia Europa hizo sus esfuerzos y exigió a España hace muchos años. Polígonos y polígonos industriales prácticamente vacíos en muchos casos después de que presuntas empresas fantasmas camparan el tiempo justo en ellas para poder recoger las pertinentes subvenciones para su creación y consolidación.

La situación de España es difícil, complicada, pero no sólo lo es por las decisiones políticas que se toman desde el Estado o las distintas administraciones, es delicada debido a que los propios ciudadanos, en muchos casos, han aprendido más a sacar del Estado que a generar para el Estado. Y las ubres de la vaca de oro, cada día están más enclenques, más vacías no sólo de promesas incumplidas sino también de no parar de alimentar a desagradecidos que no le dieron en ningún momento el alimento que necesitaban para seguir generando. ¿Y saben cuál es el problema? Que aquellos que sí lo han hecho siempre, aquellos que realmente han trabajado, pagado todos sus impuestos, contribuido a que la vaca pusiera dar ese alimento, son ahora los mismos que son castigados por la hipocresía y el sadismo de muchos y la falta de una fiscalización de lo público adecuada por parte de las administraciones.

Keynes, Samuelson, dos de los grandes economistas del siglo XX, estudiaron sopesaron y publicaron prácticamente todas las respuestas pero, con respecto a nuestro país, cometieron un error, no se hicieron todas las preguntas.

En lo que sí que acertó plenamente Samuelson es en aquello con lo que iniciaba este artículo, y es que los políticos dicen lo que queremos escuchar, pero es justo aquello que no se termina por cumplir. Hoy nos levantamos con una inflación del 10,8 por ciento en España. Después de años en los que desde el Gobierno no dejaran de pedirnos, a los ciudadanos y a la oposición, que hagamos esfuerzos, y los hemos hecho, los resultados no son ni los esperados y prometidos ni se acercan a otros, que también negativos, de nuestro entorno. Tristemente, además, en estos días se sigue hablando de corrupción, de unos y de otros, y unos y otros son los que han ostentado el poder en nuestro país desde el comienzo de la democracia.

Eso sí, lo importante es que mujeres con algún grado de obesidad o alguna diferencia física puedan ir a la playa, como si en algún momento se haya prohibido o hayan tenido problemas por hacerlo, o como si se mirara de forma diferente, para lo bueno o para lo malo, a una mujer obesa o a un hombre obeso, a una persona con una característica física no habitual por ser mujer o por ser hombre.

Yo sólo lanzo una reflexión, y es que, en momentos de fuertes carencias, de falta de alimento, en el mundo animal aquellos que muestran mayor debilidad se convierten en el objetivo de los más fuertes que se puedan sentir debilitados. ¡Gracias, Universo, por haber permitido que formemos parte de la Unión Europea que no debería permitir el cataclismo que se nos avecina, y esperemos que este proyecto común no sufra ante la que se avecina hasta el punto de que se pueda cuestionar o forzar su fin!

Mientras, en un mundo nada lejano, Grecia, Italia, Alemania, Francia, Portugal… ya bajaron sus impuestos hace meses. De hecho, Grecia pudo salir de su crisis gracias en parte a esta medida. Y recuerden, Adolfo Suárez ganó las elecciones en 1979 gracias en gran medida a la anáfora “puedo prometer y prometo” que pronunció en su discurso electoral en TVE durante la campaña. Sin embargo, no todos pueden prometer aunque prometan ni todos cumplen con lo que prometen, como bien indicó en su momento Paul Samuelson.

Y ojo, en España no tenemos peor enemigo que nosotros mismos, pero los peores enemigos de España dentro de España, en estos momentos, son socios del Gobierno. En estos momentos, no dejan de frotarse las manos ante la inestabilidad política, económica y social que están provocando con el beneplácito de quiénes dicen dirigir nuestro presente y también nuestro futuro, un futuro que en España en Democracia nunca en su historia ha sido más incierto.

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