Que el conocimiento nos hará libres, ya lo sabía Sócrates y lo plasmó en esta histórica frase. El conocimiento nos libra de la ignorancia, y nos conduce a la libertad individual, bajo los principios de educación y respeto. Tras una semana innegablemente, movidita con todo lo acontecido en España, donde en el congreso (ese órgano institucional que se presupone debe representar al pueblo), se ha convertido en algo similar a un patio de parvulario, o peor. ¿En qué colegio se ha visto que se pueda insultar y ningunear a su director o directora (que hay que ser inclusivos) y no se reciba como mínimo una reprimenda? Pues en el Congreso de los Diputados ocurre.
Diputados profiriéndose descalificaciones verbales, ninguneando y menospreciando a una parte de la población por su voto, ataques al Rey y al estado de derecho, otros entran y salen de las sesiones a su libre albedrío (En una empresa privada los querría yo ver) … Mientras tanto los ciudadanos de a pie, esos que se levantan por las mañanas temprano y vuelven a sus casas ya de noche para salvaguardar sus negocios o lo que queda de ellos… o los que trabajan en una empresa y rezan para no entrar en un ERTE, asistimos con estupor a lo que por los medios se filtra de estas sesiones. Entre un debate y otro, entre si Monarquía o no, el cierre político de Madrid, la inhabilitación de Torra,… algunos aprovechan y cuelan sus decretazos intentando no hacer demasiado ruido y que pase desapercibido.
Me centraré en el de la señora Celaá. Para quien no la conozca Ministra de Educación desaparecida por vacaciones antes de la tan temida “vuelta al cole”, pero que le ha servido para pensar mucho. Esta señora que pasará a la historia por la emblemática frase “Los hijos no pertenecen a los padres”, supongo que se referiría en materia de educación, que es lo que le compete. Siendo así, por favor, como madre le ruego que me haga saber a quien pertenecen los míos y le hago llegar las correspondientes facturas de libros, uniformes y material escolar, porque no nos engañemos la educación no es gratuita.
Hecha la explicación para quien no la conociera, me centro en su nuevo decretazo: “APROBADO GENERAL”. Está muy preocupada porque los niños y niñas estén integrados y no se sientan discriminados por tener mejores o peores calificaciones escolares. Tanto es así, que no se le ha ocurrido otra cosa para solucionarlo que los alumnos van a poder pasar de curso, e incluso obtener títulos sin necesidad de tener los conocimientos mínimos que se exigen. Eso si será indispensable que sepan trabajar en grupo.
Esto que ahora no parece tan relevante para la población en general, dentro de unos años dará sus frutos. Y es que, por todos es sabido que el gobierno Pedro-Pablista que tenemos, tiene visión de futuro. En unos años tendremos una generación de votantes aborregados, sin conocimientos, pero supeditados al pensamiento de grupo. Sócrates tenía razón “el conocimiento os hará libres” y una persona con pensamiento e ideas propias, es muy peligrosa puesto que no es fácilmente manipulable.
Ya lo dijo Pitágoras “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Y a ello vamos. A educar niños como si de borregos se tratase, para que no se salgan del redil, de su pensamiento único, manipulando a criterio de unos cuantos la historia. Obligando al pensamiento de grupo para que nadie destaque, no sea que alguien se sienta ofendido, o esté fuera de la ley por tener discrepancias de pensamiento para con los gobernantes.
En fin, creando una nueva generación de niños y niñas obligados a permanecer en la mediocridad, donde el esfuerzo por el trabajo y las aptitudes son castigados en vez de premiados. Donde cualquiera que destaque o quiera pensar de forma diferente, será menospreciado. De esta forma, crearán adultos sumisos, sin criterio y adoctrinados al pensamiento único, a los que no habrá que castigar. Sólo esperemos, que como decía Platón en la “Alegoría de la Caverna” queden personas que decidan romper las cadenas, dejad de ver las sombras de una ficticia y acomodada realidad, que no tengan miedo de enfrentar la realidad con sus luces y sombras.
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