Sánchez I,’El Embustero’

Pedro Sánchez se ha convertido en el presidente del Gobierno que más ‘cambios de opinión’ ha tenido durante su mandato en las distintas legislaturas. Sus continuas justificaciones no han hecho más que acrecentar todas y cada una de sus mentiras. En cada uno de los movimientos que ha llevado a cabo, desde aquel junio de 2018 cuando se erigió como presidente del Gobierno por primera vez. 

Ya nada queda de aquel muchacho que parecía inocente y que se unió a las filas del Partido Socialista Obrero Español con tan solo 21 años. Sus inicios profesionales estuvieron siempre alejados de la política, pero su padre era un afiliado más del grupo socialista. De ahí que mamara desde su propia casa el proyecto de la izquierda que empezó en el año 1972.

El líder socialista, entre 2014 y 2016, fue Secretario General del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno, aunque previamente fue diputado en el Congreso por Madrid. Pero como el poder corrompe, también cambia a las personas en muchas ocasiones. En su primera declaración de bienes, sus ingresos eran apenas de 20.000 euros. Ahora, sin embargo, su patrimonio ha aumentado de manera considerable al igual que su ambición, la cual no frena sus ansias de mantenerse en el poder a toda costa, incluso por encima de los intereses de los españoles. 

Parece lejano cuando Pedro Sánchez comenzó diciendo que “no dormiría tranquilo por las noches si fuera Presidente del Gobierno con ministros de Podemos”, pero finalmente pudo dormir, como se suele decir, a pierna suelta porque acordaron formar un “Gobierno de Coalición Progresista”. Sánchez es un mentiroso patológico, aunque cada vez que nos intenta colar un embuste se muestre como un niño pequeño que nunca jamás rompió un plato. El líder socialista, antaño prometió que promovería una reforma legal para que el Gobierno no pudiera elegir los magistrados del Tribunal Constitucional, pero luego puso al que fuera su ministro de Justicia. Este cambiaría el delito de sedición para adecuarlo a la histórica actual terminando así imponiendo penas menores. 

Sánchez también quiso pretender ser el adalid de la defensa de los derechos de las mujeres para que estas estuvieran más seguras y terminó aceptando la ley del “Sólo sí es sí” abanderada por la que en aquel entonces era la ministra de Igualdad, Irene Montero. La misma que ha permitido la excarcelación de cientos de violadores y la reducción de penas de agresores sexuales. 

El actual presidente es el dirigente del Gobierno que más ha usado el Decreto-Ley para sacar adelante sus iniciativas sin pasar por las Cortes, aunque nuestra Carta Magna establezca que solo se utilicen en caso extraordinario y de urgente necesidad. Otra de sus muchas falacias fue cuando llegó a expresar que no reconocería la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental y, finalmente, terminó enviando una carta al Rey de Marruecos, Mohamed VI, donde aceptaba el plan de autonomía para su territorio.

Además, Sánchez consintió que Bildu llevara en sus listas electorales a 44 etarras condenados por terrorismo, siete de ellos con delitos de sangre. Y todo ello unido a la mediática entrevista en la que aseguraba que “Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo digo veinte veces” y que jamás se reuniría con ellos. Poco le importó quedar retratado en una foto con la izquierda abertzale para garantizar su investidura junto a Mertxe Aizpurua, justificando sus cesiones en pro de la convivencia. Tanto quiere la coexistencia, que Bildu ya se encuentra en la alcaldía de Pamplona con Joseba Asiron al mando. 

Otro de sus falsos compromisos acabó siendo prometer traer a  Carles Puigdemont de “vuelta a España” para rendir cuentas ante la Justicia. Y no hace más que atender a los chantajes del partido Juntos por Cataluña, pagándoles el blindaje de la amnistía, la publicación de las balanzas fiscales y hasta el control de la inmigración. Aunque eso suponga pasar por encima del artículo 149.2 de nuestra Constitución, donde esas competencias corresponden exclusivamente al Estado. Finalmente, Sánchez traerá al prófugo de la Justicia entre vítores y alfombra roja. 

Pedro Sánchez sufre una enfermedad y su nombre es el Síndrome de Hubris, también llamado adicción al poder. Cree saberlo todo, con un ego desmedido y actúa más allá de la moral ordinaria. Necesita mantenerse en el poder a cualquier precio. Él quiere ser Sánchez I, como si de un rey se tratara. Pero lo que no sabe es que será recordado como Sánchez, ‘El Embustero’.

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