Sumar sí o sí esa es la cuestión. España se encuentra en uno de los más peligrosos baches por los que una nación puede atravesar. No valen equidistancias oportunistas, equidistancias basadas en la calculadora electoral y en pensar y actuar en función de: «sí unos me votarán si hago esto u otros me votarán si hago aquello”. Es hora de optar, de elegir bien, de decantarse. Sin medias tintas, sin fisuras, sin dudas.
Retrocedamos unos años atrás. No mucho. Solamente tres años, a un no muy largo lapso de tiempo, año 2018: moción de censura de Sánchez a Rajoy. Recordemos gracias a qué mayoría, Pedro Sánchez derrocó al Gobierno de Mariano Rajoy y con la que sumó aritméticamente lo suficiente como para poder acceder al poder y a la postre gracias a esa misma, Sánchez logró ser investido presidente. Sí, esa misma, la famosa “banda” que mencionaba con no poca razón Albert Rivera. Un pacto vergonzante, ruinoso, estrambótico. El multipartidista pacto Frankenstein con acuerdos con partidos políticos los cuales denotan y menosprecian nuestro sistema democrático, nuestras reglas del juego y nuestro concepto de estado/nación, aspirando a la voladura del mismo; del periodo democrático más largo y placentero de nuestra larga y compleja historia, el cual nace de la Constitución del 78, imperfecta en algunos ámbitos sí, pero consensuada, variada, donde todos dieron , aportaron y cedieron , y lo más importante: la constitución de todos.
Sánchez, el mismo que estaba en fuera de juego un año antes del liderazgo de su partido, el cual la militancia de base volvió a colocar en cabeza, una militancia de base siempre más radical que la cúpula… siempre ha sido así en la extensa historia del PSOE. Un Sánchez que accedió al poder mediante dicha Moción de Censura pactada con partidos políticos independentistas vascos y catalanes como ERC o Bildu, los cuales no reconocen nuestra Constitución y que asimismo, realizan discursos cada vez mas incendiarios que ponen en solfa nuestro sistema democrático, nuestra constitución y nuestras reglas del juego. Incluyendo una cogobernanza con los eternos justicieros, los revolucionarios del pasado de Podemos, a parte de los votos de otros grupúsculos como los primos hermanos de Podemos (MÁS PAÍS) y los primos hermanos de ERC (COMPROMÍS), y algunos partidos más…
Cabe recordar también otro punto de inflexión. Tras las últimas elecciones generales del 10N, donde se completó dicho proceso: se accedió a la gobernación del Estado tras el sufragio de noviembre de 2019 acontecimiento con el que se consumó el nefasto pacto de cogobernanza con Podemos, un partido que también duda en ciertos aspectos de nuestra carta magna y que menosprecia el sistema económico más exitoso de la historia de la humanidad, el capitalismo de libre mercado. Y todo esto sin olvidar que el partido de Iglesias; venera, alaba y no condena una serie de dictaduras siniestras y totalitarias como la cubana, la venezolana y la nicaragüense.
Por supuesto, también se sumó con los perversos socios mencionados anteriormente, un partido a favor de un referéndum ilegal en Cataluña y que apoyó una votación ilegal, ERC además de la formación vasca Bildu la cual estaba ilegalizada con otro nombre hace menos de una década, un partido que por cierto, ha pasado por diversas siglas para esquivar la ley de partidos para de esa manera, poder participar y estar presente en elecciones democráticas. Esa misma formación es la misma que no condena la violencia de ETA, la cual tanto daño y dolor ha ocasionado en nuestra sociedad. No señores. No es hora de equidistancias. No es hora de intentar estar en medio para ver si se recuperan votos ni tampoco es hora de buscar espacios no encontrados. Es hora de defender la Constitución, la democracia, la libertad y la unidad es España sin fisuras, sin miramientos, no caben nuevos replanteamientos que llevan a la nada.
Liberales, conservadores, demócrata-cristianos, todos acabaremos en el mismo sitio. En el mismo espacio ideológico aquí o allí… En un lugar o en otro pero en conjunción, por inercia frente al escenario que se avecina y por afinidad ideológica, por discrepancias comunes frente a la subida desmesurada de impuestos y también frente a la liquidación de la clase media por una presión fiscal asfixiante que puede condenar a la miseria a millones de españoles. Por la defensa de la Constitución y de la unidad de España en la que tanto creemos y la que tanto sentimos dentro muchos de nosotros.
Todos aquellos partidos con las características similares anteriormente citadas han de coincidir y ocupar el mismo espacio ideológico. Aquellos quienes defienden la igualdad, la libertad y la prosperidad económica. Esos mismos que acaban defendiendo que el dinero está mejor en el bolsillo del ciudadano y no en manos de gestores ineficientes. Aquellos quienes creen y defienden que bajando impuestos se recauda más y se protegen los servicios básicos, quienes protegen y defienden el emprendimiento y la propiedad privada frente a su demonización y su desprestigio por parte de otros. Por eso, un viaje al «centro de la nada» es una quimera, un desvarío, una chapuza sin precedentes jamás vista a lo largo de nuestra joven historia democrática parlamentaria, hecha por unos analistas o directores de campaña nefastos que han colocado a un partido joven, novedoso, ilusionante, necesario y muy meritorio en muchos aspectos como Ciudadanos en la mismísima nada electoral. En una situación imposible y en el abismo extraparlamentario triste y lamentablemente.
No se puede estar en medio de unos y de otros, en un lugar que no existe, en un escenario que no existe, ante unas circunstancias sociales, políticas, económicas y territoriales que requieren definición y actuación sin contemplaciones. El centro derecha ha de ser capaz de aglutinar , sumar y aspirar a ganar cualquier elección , cualquier convocatoria electoral en cualquier circunstancia , fecha o escenario existente ( como ocurre en toda democracia occidental sana que se preste). Cuanto antes se haga mejor. Es de una urgencia primordial y vital.
Primer asalto el 4 de mayo en Madrid y este proceso seguirá por inercia, por afinidad, por coincidencia y por sentido común. A por ello se ha dicho.
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