Feminismo fake

La izquierda se autoproclama “feminista” y enarbola la bandera de la férrea defensa de las mujeres en su dignidad y en la protección de sus derechos humanos, siempre y cuando el que vulnera tales aspectos no esté en la órbita de sus partidos políticos, estructuras de poder o ámbito ideológico. Los hemos visto llorar por Maradona que contaba en su haber con varios escándalos con menores. Los hemos visto celebrar una paliza a una mujer policía cuando encarcelaron al abyecto Pablo Hasel o solidarizarse con los terroristas etarras que han asesinado a más de 60 mujeres. Incluso los hemos visto reírse por la pedrada recibida por la diputada nacional de Vox Rocío de Meer en un mitin en Vascongadas. En definitiva, sobran los ejemplos de la doble vara de medir progre que condena o celebra la violencia según las condiciones o características de la mujer que la reciba.

Pero lo que se está produciendo en Baleares y en la Comunidad Valenciana supera todos los umbrales de asco que puede sentir un ciudadano hacia sus políticos. En las Islas, PSOE y Podemos se niegan a investigar una trama de prostitución infantil que explotaba a menores tuteladas por el propio Consell y en la autonomía levantina -mi tierra- tenemos a la vicepresidente y consejera de igualdad y políticas inclusivas, Mónica Oltra (Compromís), señalada por un juez y por el Síndic de Greuges -una suerte de Defensor del Pueblo autonómico- por obstaculizar desde su consejería una investigación sobre la violación de una menor que le costó una condena por abusos a un trabajador del centro de menores donde se hallaba tutelada. Para más inri, su propio exmarido. La señora -por llamarla de alguna manera- optó por mantener al hoy ya condenado en el mismo centro de menores donde abusó de una niña sin familia, indefensa, sobre la que se decidió volcar toda la presión institucional posible para hacer creer a la Justicia de que era una niña problemática y mentirosa. El “hermana, yo sí te creo” voló por los aires, como en tantas otras ocasiones. Si eso no es encubrimiento, poco, muy poco, falta para su consumación.

Y es que la izquierda libra una batalla de acusaciones a disidentes de su pensamiento único utilizando argumentos falaces y manipulando y señalando a todo aquel que intente desmontar su sistema infinito de privilegios y poder, pero ningún esfuerzo desempeña cuando con un caso de violencia sobre la mujer da en plena línea de flotación de su argumentario político. La izquierda y el lobbie mediático financiado con dinero público desde las instituciones que gobiernan silencian de manera sistemática este tipo de hechos. ¿Se acuerdan de “la manada de Pamplona, ¿verdad? Todos recordamos sus caras, sus motes, sus profesiones e incluso los barrios donde crecieron. ¿Pero por qué no tenemos noticias de las múltiples violaciones grupales que se producen a manos de inmigrantes ilegales? Piénsenlo. En la pregunta está la respuesta.

Vivimos un momento de terrorismo informativo donde las noticias emitidas por la mayoría de los grandes medios vienen filtradas por el poder político y la izquierda, queridos amigos, siempre gana. El principal problema viene cuando este ninguneo de la verdad trae consigo consecuencias muy peligrosas para los ciudadanos. Si las instituciones se emplean como instrumentos masivos de manipulación y arma arrojadiza nos vamos a encontrar ineludiblemente con españoles indefensos ante riesgos generados -y posteriormente tapados- por ellas.

Los casos de Baleares y de Oltra son los que mejor representan el feminismo fake de los partidos que se han rodeado de un aura mediáticamente incuestionable de superioridad moral. Con sendos desgraciadísimos incidentes se ha resquebrajado toda credibilidad y la izquierda queda herida de muerte. Cuando te pones frente a un espejo debes estar muy seguro de que lo que vas a ver sea de tu agrado si no te quieres llevar algún susto que otro.

Y es que para proteger a las mujeres no hace falta crear ningún tipo de argumentario en ningún laboratorio de ideas. Todos -hombres y mujeres- gozamos de un amplio catálogo de derechos y libertades y basta únicamente con defender nuestro ordenamiento jurídico.  Y quizá el primero derecho a cuidar es el de la protección del individuo frente al Estado, máxime cuando las instituciones están gobernadas por auténticos locos. La niña abusada por el exmarido de Mónica Oltra es hoy toda una mujer libre e independiente, con una familia formada y es ella misma la que se lo ha ganado. Un final feliz tras tanta injusticia cometida sobre ella. Pero el problema reside en que con este caso ha quedado demostrado que nadie está a salvo de la demagogia llevada al extremo y que todos estamos expuestos a ser aplastados, de una forma u otra, por la apisonadora progre.

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