Yo no te creo, Pablo Casado

Y llegados a este punto, ¿hay alguien que siga creyendo en Pablo Casado? Ya no hablo del Partido Popular, que también, hablo del flamante Pablito y sus contradicciones.

Este sábado se celebró en la plaza de toros de Valencia la clausura de la Convención Nacional del PP. Un acto en el que Casado, que ha ido logrando bajo su mando los peores resultados del partido, podría haber aprovechado para presentar a un nuevo candidato y su dimisión. Pero no, ha utilizado el emblemático escenario para girar “un poquito” su programa, así, de repente, sin previo aviso.

Algunas de sus fervientes promesas fueron, eliminar impuestos, derogar las leyes de Memoria Democrática, Trans, o la Ley Celaá, promocionar la maternidad y obstaculizar el aborto, proteger nuestras fronteras, defender el español como lengua vehicular en las aulas, prohibir partidos antidemocráticos y tipificar los referéndums como delitos, entre otras. ¿No os suenan? ¿Es que Casado pretende volver a la senda de la derecha después de su acercamiento al PSOE y sus políticas progres?

Yo todavía recuerdo como si fuera ayer aquella puñalada a Abascal durante la Moción de Censura en octubre de 2020, donde vimos a un Casado virado a la izquierda y con un discurso de lo más despreciable que he visto en el Partido Popular. Tanto es así, que fue aplaudido por el mismísimo Pablo Iglesias y criticado, incluso, por gente de su propio partido, además de dejar huérfanos a miles de simpatizantes. Resulta que es tan conservador que va a reformar las leyes del aborto y la eutanasia y tan ecologista que va a instalar paneles fotovoltaicos en cada azotea. Seguro que cena ramen y tortilla española todas las noches para equilibrar. Pues se ve que ahora Pablo Casado quiere los votos de todos. Suena en mi cabeza aquella canción que decía algo así: “Yo que soy duque y conde, soy del PP y del PSOE, soy anarco-nazi-pacifista…”

El señor en cuestión, todo hay que decirlo, habla bien, aunque como el mejor Pedro Sánchez, lo mismo te defiende la sanidad pública que se pasa por la Ruber si tiene un padrastro, o te dice que el feminismo es la esencia del partido mientras manda a la mujer con más valía de su equipo al quinto anfiteatro. Y es que Casado, ni está dispuesto a echarse a un lado, ni sabe en qué lado está su partido y al final acaba sonando cada vez más a los grandes éxitos del dúo Ribera-Arrimadas, hoy un pasito para la izquierda, mañana dos a la derecha. Hoy me arrimo a la liberal Ayuso, mañana al nacionalista totalitario Feijóo.

Digo yo que algo ha debido ocurrir en las últimas semanas para palpar este nuevo rumbo del PP, quién sabe si unas encuestas con malos resultados o un tirón de orejas de los de arriba, porque lo que hace unos días era un “todos contra VOX”, ahora es un “vamos a ver si calcando su programa no acabamos desapareciendo”. Lo malo es que esto puede ser muy peligroso. Peligroso para España. En estas ya nos hemos visto y parece un dejavú. Un caballero, galopando sobre el frondoso campo de la mayoría absoluta, que te iba a salvar de las garras del socialismo, llegó a La Moncloa y no cambió nada. Pero no he venido aquí a hablar de M. Rajoy. Lo que tengo claro es que los españoles no aprendemos, o no tenemos memoria, o las dos cosas. No podemos fiarnos de un tipo que comparte afilador de cuchillos con Bruto y hace un año rompía relaciones con VOX porque eran fachas y ahora resulta que les copia el discurso.

El bueno de Pablo haría como el que por desgracia tenemos ahora de presidente, cualquier cosa por llegar al poder. Quiere eliminar a su competencia, los que le están pasando por la derecha, y si para ello tiene que pactar con los de la rosa o la hoz y el Martini, lo hará. Porque el problema es que la palabra de Casado, como la de Almeida, que iba a quitar el Madrid Central y ahora viene y lo hace más grande, no vale absolutamente nada. Cuando mientes tanto acabas mintiéndote a ti mismo y ya no sabes ni quién eres.

Cuál es el límite ¿Puede, como Pedro El Inquisidor, decir una cosa hoy y mañana la contraria sin que le pase factura? ¿Está ya el aparato regando con millones y promesas a los medios para colocarle en el trono? Un tipo que duerme con el pin de la Agenda 2030 en su pijama no tiene ganas de cambiar absolutamente nada. Porque todos estos globalistas siguen el mismo guion. Son actores malos del multicines de Antena 3.

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