Apropiación indebida

Sin profundizar jurídicamente, la apropiación indebida se trata de un delito en el que alguien se adueña de algo que no le pertenece. Vienen a la mente conceptos como dinero, coches, viviendas… ¿Pero qué ocurre cuando te apropias de algo que no se puede tocar, algo intangible? Pues básicamente, eso es lo que está llevando a cabo la izquierda de este país; tomar posesión de determinadas palabras o expresiones con el fin de dirigir su programa político, un programa dicho sea de paso, inexistente o al menos calamitoso.

Gobierno progresista, políticas liberales, Estado de bienestar, empoderamiento… son términos que continuamente se escuchan de boca de determinados políticos en todos los medios de comunicación. Es indiferente si es en la radio o en la televisión, en un mitin o en una sesión parlamentaria, de lo que se trata es de convencer al pueblo de que con ellos en el poder, y solamente con ellos, España es el país más avanzado y moderno de la vieja Europa. Y el problema es que funciona, porque si hay algo realmente bueno en el equipo de Pedro Sánchez es su gabinete de prensa, marketing o como quiera usted denominarlo.

Miles de ciudadanos han fallecido durante la pandemia, se han destruido puesto de trabajo y empresas como no se había visto antes, el precio de la luz, del carburante, del IPC en general a niveles estratosféricos y el Presidente del Gobierno sacando pecho y enorgulleciéndose de su gestión entre aplauso y aplauso de palmeros a sueldo. Eso se llama arte. Manifestación del Transporte, extrema derecha. Subida de impuestos, dinero destinado a Sanidad. Subvenciones a sindicatos, defensa del trabajador. Manejan el vocabulario mejor que cualquier miembro de la Real Academia Española que, por cierto, ya puede ir pensando en ampliar el diccionario porque, al ritmo que se dirige la Educación en este país, se van a normalizar las aberraciones ortográficas que se leen cada día en las redes sociales, además de los chiques, matrias y otras cosas chulísimas. 

Aunque lo mismo que se apropian de las palabras, se deshacen de ellas cuando no les interesa. ¿Cuántas veces tuvo que escuchar la palabra dimisión Mariano Rajoy? “Usted le sale muy caro a los españoles Sr. Rajoy” afirmaba contundente Pedro Sánchez desde la oposición. Si se comparan las cifras una a una, la balanza cae hacia la izquierda, pero ahora la culpa es de Putin, del fascismo o de cualquier otra cabeza de turco. “No vamos a dejar a nadie atrás” fue otra de las frases del Sr. Sánchez, esta vez desde su trono dorado. Posiblemente, la única verdad que ha dicho durante sus años de mandato; no se puede dejar atrás a nadie porque detrás de España no hay nadie. Solo ocupamos los primeros puestos en cuestiones de paro, inflación, fracaso escolar… y Rafa Nadal que suele dar alguna que otra alegría.

A estas alturas, ya no cuela lo de ir en mangas de camisa a la Fiesta de la Rosa o quitarse la corbata para ser cool. El ciudadano solo ve que detrás de esa palabrería de la que se han apoderado no hay nada excepto unas ansias terribles de mantenerse en la poltrona a toda costa. Lo preocupante no son las fotografías en el Falcon o la dialéctica fácil, lo realmente alarmante es que aún haya gente que siga creyéndoles.

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