El Gran Hermano nos vigila

Despertar de golpe y darte cuenta de que tu vida no tiene privacidad es duro, es como cuando evitas creer que tu pareja te es infiel hasta que lo ves muy cariñoso con otra. Tampoco podemos decir que hemos vivido una mentira, sino más bien una libertad vigilada. Desconozco por qué, hasta ahora, se nos ha dejado en paz, inmersos en una burbuja de felicidad, más o menos y, en este preciso momento, han decidido los que de verdad manejan el mundo que ya era hora de despertarnos de tan agradable sueño.

Verdades que teníamos asumidas se caen y se dan la vuelta; el viaje a la Luna, atentado a las Torres Gemelas, incluso el hundimiento del Titánic parece que fue la mano humana y no un frío iceberg. Y de pronto descubrimos que estamos desnudos, de ideas y de contenido, poniendo en cuarentena cualquier noticia que nos llegue, analizando con lupa cada nueva propuesta que se nos hace para, aparentemente ser feliz. Han introducido en nuestras mentes la desconfianza, de todo y de todos, con el propósito de enfrentarnos a nuestros propios miedos.

El miedo puede manejar a todo un país, lo acabamos de comprobar con la falsa pandemia y algunos hemos comprendido de golpe de qué va el juego y no nos gusta. Se traza de cazarnos, juntos o por separado, sin prisa, pero sin pausa y si lo piensas bien es maquiavélico, sin posibilidad de huir, salvo que comprendas las reglas del juego y tú también empieces a jugar, el cazador cazado. Nos observan y la culpa es toda nuestra, hemos cedido libertad por tranquilidad y ahora no tenemos ni lo uno ni lo otro, gran jugada la nuestra.

Prácticamente, ellos hacen lo que quieren con nosotros, bombardean países creando guerras, manejan el clima produciendo sequías y hambruna, empujan a millones de seres humanos a desplazarse creando inestabilidad en el país que los acoge, mientras se nos presentan como los salvadores, pócima en mano incluida que nos dan amablemente como manzana de Blancanieves. Y lo cruel es que ya no podemos ampararnos en nuestra ignorancia porque ahora sí, las señales son muchas e inequívocas, no podemos decir que no las vemos y seguir con nuestras vidas. Se nos obliga a replantearnos todo, una vez que hemos descubierto nuestra esclavitud y el poco margen de maniobra que tenemos.

La mente se pone a trabajar con una sola consigna, ellos o nosotros, no hay más. El cómo lo vamos a llevar a cabo depende de si queremos ser lobos solitarios o por el contrario unirnos a cientos, miles de seres humanos que como nosotros se sienten libres y dueños de su destino, entendiendo que nos jugamos mucho. Cada ser humano que despierta es un punto a nuestro favor, por eso nos quieren dormidos, entretenidos, pero todavía faltan más batallas en una guerra donde nosotros somos las balas. Ganar esta guerra contra mentes criminales no será fácil pero ¿es que acaso vivir lo es?

Nos queda la esperanza de sustituir “el gran reseteo” por el “gran despertar a la vida, a los valores que nos han traído hasta este momento presente”. Ahí fuera hay gente jugando a ser Dios con nosotros, juego muy peligroso y que siempre suele acabar mal para los más débiles de la especie. La información dicen que es poder, por eso debemos buscar la verdad por canales no oficiales, encontrar prensa no contaminada, aunque es difícil.

No quiero que otros dirijan mi vida, ni que me estén observando como si fuera un animal de zoológico. Necesito saber que soy un ser libre, como todos nosotros y si para eso hay que plantar cara al poder, mejor que nuestras armas sean la información y la inteligencia para saber manejarlas, vencer al enemigo con sus propias armas. ¿Piensan que lo que escribo es ciencia ficción? Pues agárrense que vienen curvas y sin frenos.

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