Propósitos de año nuevo

¡Ay los propósitos de Año Nuevo! Todos los hacemos para el 1 de enero en un alarde de valentía, como para convencernos a nosotros mismos que ahora puedes ser mejor. En este periodo, buscas esforzarte y lograr lo que no has sido capaz de hacer en toda tu vida anterior, ¡qué ternura! Aun sabiendo que el día 2 estarán olvidados en el cajón.

Pero yo este año me he propuesto llevarlos todo a cabo, y no son normalitos, no, de ese tipo de propósitos que puede tener cualquier mortal, que si apuntarse al gimnasio, aprender inglés o dejar de fumar… nimiedades al lado de mi gesta, yo este año quiero lograr ser progre, pero no uno normalito, yo quiero ser progre premium, que son los mejores.

Quiero salir en mandil sin nada debajo y erigirme luego como representante del feminismo. Sermonear a las que enseñen cacho como víctimas de la cosificación y prohibir sus actos mientras las señalo desde mi tribuna superior con dedo acusador y media teta al aire.

Quiero poder atracar bancos y echarle la culpa a Franco, y que además cuele y me elijan su representante. Otra cosa que quiero hacer es, poder ir a fiestas clandestinas, mientras que los demás están recluidos en sus casas con toque de queda, estrellar mi BMW contra un árbol y pirarme de allí sin avisar a emergencias, y luego decir que el fascismo me perseguía. Asimismo, quiero cabalgar contradicciones, saltar sobre ellas de una a otra como un niño en las camas elásticas, reírme, divertirme y que la feria me la paguen otros porque es su obligación.

Incluso, quiero indignarme fuerte, como ese Lord inglés que de abrir tanto los ojos dejan caer su monóculo en la copa de champagne, cuando alguien asalta Capitolios ajenos, pero luego, observa la revolución de la gente y la exigencia de democracia cuando los míos rodean Parlamentos y queman ciudades, porque «las mesas de negociación» se ponen donde yo lo diga y punto.

Quiero exigir que cierren las cuentas en redes sociales que dicen cosas que no me gustan, pero gritar a voz en grito por las calles en favor de la libertad de expresión, y ofenderme. Hablando de ofensas, quiero ofenderme sin medida y exigir compensación y censura al que ose contradecirme, porque solo yo sé hasta dónde llega la libertad de expresión, y es hasta donde yo diga, ahí está el límite.

Quiero dar lecciones de moral sobre lo mal pagados que están los trabajadores, mientras muevo con brío el abanico contra el pecho irritada, teniendo condenas por no asegurar a los míos. Mandar a la gente leer cuando no sé escribir. Exigir mascarilla a los demás, pero pasear por Mercadona sin ella y sobre todo, pontificar sobre lo bueno que es pagar impuestos mientras yo defraudó los míos.

Todo esto y más, lo quiero conseguir este año. Sé que será duro y difícil, nadie dijo que la vida del progre fuera fácil, pero he de intentarlo, porque esa bicoca bien merece la pena.

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